Ni los suyos ven al presidente en condiciones de voltear la mala imagen y los peores números que le acompañan. Es mucho incluso para un escapista como él
Actualizada 04:14
Escuchar noticias
Es una funcionalidad para los miembros de Mi Debate. Regístrate ahora, no tiene ningún coste.
Entre los capítulos de política ficción de nuestra historia reciente –como qué habría sido del PSOE si José Bono le hubiera ganado las primarias a Zapatero o qué hubiera pasado de dimitir Rajoy antes de la moción de censura– hay uno que me resulta igual de interesante: y es cómo estaría la popularidad de Pedro Sánchez de no haber segado nuestros derechos durante la pandemia o de no tener el país al borde de la bancarrota.
Zapatero ganó a José Bono por nueve votos (qué caros los pagamos) y aquí ya contamos que la salida de Rajoy no habría evitado la caída de su Gobierno: el PNV ya había bajado el pulgar y el bloque Frankenstein se estaba repartiendo las habitaciones de la Moncloa.
Sin embargo, las expectativas electorales de Sánchez estaban prácticamente intactas hasta que la economía comenzó a torcerse. Ni su pésima hemeroteca –gracias a la cual le vemos defender una cosa y la contraria con la misma vehemencia en apenas 24 horas– ni los indultos ni el deterioro institucional le estropeaban los sondeos. Los números le seguían saliendo incluso antes de que cada factura de la luz se convirtiera en una multa de tráfico. Daba igual que tapase una pifia con la siguiente, que al espionaje al procés le siguiera la confesión de que al presidente le han vaciado el móvil. ¿Estaríamos hablando de un Sánchez decadente de no ser por la economía? Es política ficción, pero yo apostaría a que seguramente no.
De acuerdo con la encuesta que publicamos hoy, siete de cada diez andaluces ven perfectamente posible que una derrota de Juan Espadas afecte al resultado del PSOE en las generales. Nunca sabremos qué fue antes, si el previsible pinchazo de Espadas o el desgaste de una ideología (el socialismo) que en muchos países de Europa ya han desalojado. Por eso el 19-J hay un examen final para Sánchez: porque en Andalucía han descubierto que hay otra forma de estar en la vida y que se puede convivir (e incluso comer) sin que el puño y la rosa te lleven de la manita al mercado. Si ese mensaje cala de Pozoblanco para arriba, puede que estemos ante una cuenta atrás hacia otra mudanza y quién sabe si otro libro escrito por Irene Lozano. Manual de decadencia, podría titularse.
Aunque a Sánchez hay que tratarlo como al Real Madrid en las eliminatorias europeas, ni los suyos ven al presidente en condiciones de voltear la mala imagen y los peores números que le acompañan. Es mucho incluso para un escapista como él, que salió de Ferraz en 2016 sentado en el asiento de atrás de un Toyota para volar en Falcon dos años después a ver a The Killers. Ya lo dijo Page a principios de semana: son «monaguillos» de este PSOE sanchista y su suerte está encadenada a la de su presidente. De ahí los nervios.
Regístrate para seguir leyendo
El Debate es, y seguirá siendo, gratuito
Además de tener acceso a todas las noticias, disfrutarás de todos los beneficios de Mi Debate.