Nuevo impulso al PP
La transformación de Pablo Casado en caballo ganador: «Está muy seguro de él mismo»
La puerta que cerró con su «no» a la moción de censura de Vox hace justo un año le afianzó como líder de la oposición. La que ahora ha abierto le ha afianzado como líder de la alternativa a Sánchez
Apagadas las luces de la Convención itinerante del PP, a Pablo Casado le empezó a rondar una idea. Había expuesto su alternativa de gobierno en un mitin multitudinario en la plaza de toros de Valencia, pero le faltaba un traje que enfundarse para vestir como un auténtico hombre de Estado.
Miró en el armario y allí encontró la renovación de los órganos constitucionales, cogiendo polvo desde hace meses; años en algunos casos.
Casado consultó con su núcleo duro en los días posteriores a la Convención. Creía que había llegado el momento de dar el primer paso y ofrecer públicamente a Pedro Sánchez un acuerdo, pese a que hasta entonces había sostenido en privado que debía ser el presidente quien tomara la iniciativa.
Hasta ahora Casado había sostenido que era Sánchez quien debía dar el primer paso
En cualquier caso, no un acuerdo que le supusiera cruzar sus líneas rojas del CGPJ. No sabía si se tiraba a una piscina con agua. Con el presidente nunca se sabe.
Algunos de sus colaboradores expresaron dudas sobre la conveniencia de repartirse los sillones del Tribunal Constitucional, el de Cuentas, el Defensor del Pueblo y la Agencia de Protección de Datos con Sánchez en plena crisis reputacional –en el argot empresarial– del líder del Ejecutivo.
Pero Casado estaba seguro de que había llegado el momento. Y tiró para adelante, confiando en que el presidente del Gobierno no podría decir que no. Calculó bien, por suerte para él. El resto de la negociación es ya conocido, aunque la resaca del acuerdo deja dos grandes interrogantes.
Primero, si el plato fuerte del banquete del bipartidismo será un acuerdo para el Poder Judicial. Segundo, qué pasará cuando en junio de 2022 venza el mandato de otros cuatro magistrados del Tribunal Constitucional, tres del bloque conservador y uno del progresista. Su renovación, ésa sí, dejaría al PP sin la mayoría que sigue conservando en el TC después de este pacto. Fuentes de la negociación aclaran a El Debate que de eso no se ha hablado. Ya tocará.
Ha querido el azar que el primer –y único– gran acuerdo entre Sánchez y Casado coincida con el primer aniversario de la fallida moción de censura de Vox, la del famoso «hasta aquí hemos llegado» que descolocó a Santiago Abascal.
Aquella puerta que cerró le afianzó como líder de la oposición. La que ahora ha abierto le ha afianzado como líder de la alternativa. En otoño del año pasado el presidente del PP empezó a seguir su camino sin mirar a Vox y a subir en las encuestas, aunque aún lejos de Pedro Sánchez. Ahora no hay sondeo, salvo el CIS, que sitúe al PSOE por delante. E incluso José Félix Tezanos acorta la distancia tres puntos en tres meses en su último barómetro.
Dicen los suyos que Casado está cada vez más seguro de sí mismo
Los populares consultados coinciden en que si su jefe de filas ha dado un paso al frente así es porque cada vez se siente más seguro de sí mismo y de sus opciones para llegar a La Moncloa. Tanto como para hacer oídos sordos a quienes desde el centro derecha pregonan que con Sánchez no se puede acordar nada porque es el escorpión de la fábula y Casado la rana que lo ayuda a cruzar el río.
Fuera de Madrid, donde se ven las cosas con otra perspectiva, los presidentes regionales del PP están satisfechos con el pacto y sobre todo con el mensaje enviado. «Retomar los acuerdos es una buena noticia para la democracia española y para restablecer los puentes institucionales», señaló el viernes el gallego, Alberto Núñez Feijóo.
En Andalucía, Juanma Moreno se ha abierto a negociar los Presupuestos de 2022 con el nuevo líder del socialismo andaluz, Juan Espadas. Y no ha pasado nada. En Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco también se ha sentado con Luis Tudanca, y eso que el socialista le presentó una moción de censura en primavera y coquetea con la idea de otra en marzo de 2022 (antes no puede). El propio Feijóo ha promovido una cumbre de presidentes regionales de todo signo para hablar de financiación, un problema compartido.
«Le faltaba ese plus de entenderte con alguien con quien te llevas mal –en alusión a Sánchez– por el interés común», razona uno de los presidentes regionales del PP, que no oculta su alivio. «Todos estábamos ya incómodos con este tema cuando nos pedía opinión», continúa.
Un año intenso
En el último año ha cambiado de portavoz en el Congreso, con lo que supone tener como enemiga a alguien como Cayetana Álvarez de Toledo, y de jefe de Gabinete. Sus discrepancias y las de Teodoro García Egea con el anterior, Pablo Hispán, le llevaron a buscar el hombro amigo de Diego Sanjuanbenito, su amigo desde las Nuevas Generaciones de Madrid.
Ha dejado que corra el aire entre su PP y FAES –el think tank de José María Aznar– y se ha reconciliado con el PP de Rajoy, con el que cortó drásticamente cuando asumió las riendas de un partido en depresión. Ha tejido complicidades con sus barones regionales, asumiendo que también ellos tienen voz y parcela propia de poder, y renovado las estructuras provinciales del partido. «Está fuerte y muy seguro de él mismo. Era cuestión de tiempo», concluye un miembro de su equipo.