Bolaños y García Egea sellaron su pacto con una «foto de la paz» que decidieron no publicar

Hay niños que vienen con un pan bajo del brazo. El tercer hijo de Teodoro García Egea y su mujer llegó este sábado (en un parto programado) trayendo bajo el suyo el primer gran acuerdo entre Pedro Sánchez y el principal partido de la oposición para la renovación de cuatro magistrados del Tribunal Constitucional, el de Cuentas, el Defensor del Pueblo y la Agencia de Protección de Datos.

María José Escasaín, que así se llama la mujer del secretario general del PP, y su salida de cuentas han marcado sin quererlo los avatares de una negociación que, como los partos, ha costado pero ha tenido un final feliz.

Tan feliz que García Egea y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, quisieron dejar constancia para la posteridad retratándose juntos en el despacho del Congreso que asistió como testigo mudo a este punto de inflexión en la legislatura.

Bolaños y García Egea inmortalizaron el momento con sus móviles

Eso sí, uno y otro acordaron que las fotos tomadas con sus teléfonos móviles quedaran para la intimidad. No se hicieron ni se van a hacer públicas. En los planes del PP nunca estuvo escenificar este pacto del bipartidismo, explican fuentes populares a El Debate, y los socialistas tampoco mostraron ningún interés.

La estupenda relación personal entre el ministro de la Presidencia y el número dos de Casado ha facilitado las cosas. Todo empezó con esa mano tendida del líder del PP a Sánchez en la sesión de control al Gobierno en el Congreso del miércoles de la semana pasada. Antes de que hubiera terminado la mañana, Bolaños mandó un mensaje al teléfono de García Egea preguntándole cuándo se veían. Esa misma tarde hubo encuentro.

Cuatro reuniones y varias llamadas

Desde entonces y hasta este jueves uno y otro se han reunido físicamente cuatro veces en dependencias neutrales del Congreso (dos la semana pasada y dos ésta) y han hablado otras tantas veces por teléfono. Entre medias hubo ruido y filtraciones extrañas, como que el PSOE estaba intentando meter con calzador en el Tribunal Constitucional al ministro de los indultos, Juan Carlos Campo. Su nombre, sin embargo, nunca estuvo encima de la mesa.

Metódicos como lo son Bolaños y García Egea, lo primero que hicieron fue delimitar el terreno de juego y definir las reglas. Nada de perfiles políticos muy marcados, sino «personas de reconocido prestigio y de consenso», decía el comunicado enviado la semana pasada a coro por la Secretaría de Estado de Comunicación y por el PP. De ahí la salida de de Margarita Mariscal de Gante del Tribunal de Cuentas. «Si estamos pidiendo que no haya políticos en organismos jurisdiccionales y la dejamos habríamos incumplido», razonan desde el PP.

Ambas partes destacan el acuerdo en sí por encima de nombres propios

«Lo importante, sobre todo, era conseguir acuerdo en sí y el mensaje que se manda con ello, más allá de tal o cual nombre», señalan fuentes socialistas. Y desde la otra orilla remachan, con cierta satisfacción: «A esto era complicado ponerle un lazo rojo, porque evidentemente parece un reparto de puestos entre dos. Pero es mucho lo conseguido».

A Sánchez le reprochan, sobre todo, que haya aceptado a Concepción Espejel, la presidenta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, porque fue recusada en el juicio de la primera época de Gürtel. Y a Casado que le hayan colado a Ramón Sáez Valcárcel, a quien algunos señalan como el «caballo de Troya» de Podemos en el nuevo Constitucional. 

Aunque en realidad el papel del socio de Gobierno de Sánchez se ha reducido al de un cero a la izquierda. Entre eso y las divergencias sobre la reforma laboral con Nadia Calviño, los morados han visto la ocasión de pedir este viernes una reunión urgente del pacto de coalición.

Ahora el siguiente reto es deshacer el nudo gordiano del Consejo General del Poder Judicial. Esta vez sí, hay buena disposición por ambas partes para seguir hablando. No es fácil, pero se hace camino al andar.