Barcelona no levanta el vuelo
La degradación se acelera en la Barcelona de Colau
La inseguridad, la suciedad o la falta de un proyecto económico son algunos de los principales problemas a los que se enfrenta la ciudad bajo el mandato de la alcaldesa
La inseguridad, la suciedad, la falta de un proyecto económico para la ciudad, o los problemas de movilidad son algunos de los agujeros negros de la ciudad de Barcelona. Y lo han transmitido así recientemente el Círculo de Economía y el Gremio de Hoteles de Barcelona, pero también una nueva plataforma llamada Barcelona es imparable, que agrupa a vecinos, comerciantes y otras entidades y que piden a la alcaldesa un cambio de rumbo, que deje la política del no para que la ciudad vuelva a recuperar el liderazgo. Pero también los vecinos se lo han dicho a Ada Colau a través de la última Encuesta de Servicios Municipales: el principal problema para los barceloneses es la inseguridad y el cuarto, la limpieza.
Y también lo dice la oposición. Desde Barcelona pel Canvi, Eva Parera dice que hoy «tenemos una Barcelona más sucia, dejada, donde hay más inseguridad, unos problemas de congestión de tráfico terrible, por un urbanismo táctico sin sentido», pero también denuncia que el gobierno municipal de Comunes y PSC dé la espalda a la cultura, al turista, y, en definitiva, sea una ciudad «más decadente» que «da la espalda al sector privado». Y en temas de seguridad considera que el panorama es desolador, con los «altercados del procés, más la problemática con los botellones o el aumento de okupaciones ilegales y el aumento del tráfico de marihuana».
Por otro lado, desde el Partido Popular catalán, el portavoz del grupo parlamentario, Óscar Ramírez, dice que el problema de la seguridad está enquistado por la incompetencia de la alcaldesa y por la desautorización de Colau a la policía. También denuncia que la ciudad está «más sucia que nunca» y que lo difícil es «encontrar algún rincón en condiciones». También lamenta la obsesión de la alcaldesa por «perseguir» el vehículo privado, con lo que se agravan los problemas de congestión en la ciudad.
¿Cómo es la situación actual de Barcelona?
Inseguridad
Barcelona es la ciudad más insegura de España, al menos, de los municipios más grandes, según el último balance de criminalidad que elabora el Ministerio del Interior. En el primer semestre del año, y según este informe, se han producido 55.681 hechos delictivos en la capital catalana, o lo que es lo mismo: se produce un delito cada dos minutos y medio. Estamos hablando especialmente de hurtos, robos con violencia e intimidación y robos a domicilio con violencia. Y si nos fijamos en uno de estos tipos delictivos, robos con violencia, Barcelona ha registrado 4.314, más que la ciudad de Madrid (3.978), y eso que la capital catalana tiene la mitad de habitantes.
Son habituales las imágenes de robos a turistas. De hecho, algunos países como Francia, Suiza o Estados Unidos han advertido a sus ciudadanos de esta circunstancia. Pero también han proliferado en las redes sociales las imágenes de peleas multitudinarias, que en ocasiones han acabado con disparos y con heridos por arma blanca; y también más recientemente la proliferación de botellones, que han acabado con enfrentamientos con la policía, como, por ejemplo, durante las últimas fiestas de La Mercè.
Y a todo ello hay que añadir el problema de la okupación. Entre la capital catalana, algunas ciudades de su área metropolitana, así como Sabadell y Terrassa tienen tantas okupaciones como en otras comunidades autónomas enteras. Barcelona casi cuadruplica las de Madrid.
Desde el sindicato de funcionarios CSIF, atribuyen toda esta situación, en parte, a la comprensión que muestra el gobierno municipal con determinadas actitudes, a su falta de contundencia y porque a menudo, dicen, se actúa «con criterios políticos y no tanto policiales».
Problemas de movilidad
También se ha visto reflejado en la última Encuesta de Servicios municipales. Preocupa, y mucho, a los barceloneses varias problemáticas relacionadas con esta cuestión: la congestión de tráfico, las infraestructuras, la gestión y organización del tráfico o la circulación de bicis y patinetes. Circular por Barcelona se ha convertido en una carrera de obstáculos, dicen muchos vecinos y comerciantes.
Ahí está el problema de las llamadas «superilles» (están en el Poblenou y Horta), o el urbanismo táctico del Ayuntamiento de Barcelona. Se trata de ganar más espacio para el peatón dejando para los vehículos sólo un carril en algunas calles importantes de Barcelona, como, por ejemplo, en Consell de Cent. ¿Y cómo se ha hecho la delimitación de estos espacios? Se ha pintado la calzada con rayas o dibujos de colores (rojo, azul, amarillo, verde o blanco); también se ha llegado a pintar una especie de mini pista de atletismo, o se han instalado bloques rectangulares de cemento que han sido denunciados por su peligrosidad. Eso, además de las vallas New Jersey que se han usado para delimitar las nuevas terrazas. Y todo ello ha convertido algunas de las calles y cruces de la ciudad en un auténtico galimatías de señales, rayas y pintura de colores. Y a esto hay que añadir la presencia de carriles bici más la circulación de vehículos.
Falta de proyecto económico
El gobierno municipal es el de la política del no: no al turismo, no a la apertura de hoteles, no la ampliación del aeropuerto, no al proyecto del Hermitage, no a los cruceros. En este punto, hay que destacar las propuestas de Ada Colau para que, en el caso de los cruceros, Barcelona sea un puerto base y no de paso, es decir, evitar las escalas. Y también ha propuesto eliminar los vuelos de corto radio que tengan una alternativa en tren. Todo ello, en aras del medio ambiente. También ha intentando frenar a los hoteleros. Nada más llegar a la alcaldía ya aprobó una moratoria para construir nuevos hoteles. También ha perseguido a los pisos turísticos y recientemente ha mostrado su clara oposición a dos proyectos importantes para la ciudad: la ampliación del aeropuerto del Prat y el proyecto del Hermitage en el puerto de Barcelona.
En este último caso, la entidad impulsora ha llevado a los tribunales al consistorio como respuesta a la judicialización abierta por el ayuntamiento barcelonés. Y es que el gobierno municipal frenó la concesión de la nueva bocana al Hermitage sólo unos días después de que lo acordara el consejo de administración del puerto de Barcelona. La inversión prevista es de unos 50 millones de euros. Proyecto, que, por cierto, ha evidenciado diferencias de criterio entre los dos socios de gobierno. Los comunes de Colau se oponen frontalmente, mientras que el PSC quiere negociar el proyecto.
Y en relación al aeropuerto, la alcaldesa no sólo se opuso a su ampliación por su alto coste medioambiental, sino incluso propuso que se eliminara el puente aéreo entre Madrid y Barcelona porque existe la alternativa del tren, por supuesto, mucho menos contaminante, según Colau. Desde los Comunes se animó a participar en la manifestación convocada en protesta por la ampliación de El Prat, aunque finalmente la alcaldesa no acudió.
Limpieza
Las críticas a la dejadez y la suciedad de Barcelona obligaron a la alcaldesa a preparar un plan de choque para mejorar el aspecto de la ciudad. Y es que cuando los ciudadanos volvieron a la normalidad después de este verano, y una vez pasados los meses más duros de la pandemia, se encontraron con una ciudad dejada, con restos de comida aquí y allá, más pintarrajeada, con bolsas de basura amontonadas y con las papeleras desbordadas.
El ayuntamiento ha anunciado una inversión de 70 millones de euros para un plan de limpieza integral, que se prolongará hasta 2023. De entrada, va a actuar en 350 puntos críticos que ha localizado y que están en peores condiciones que el resto. Estamos hablando, por ejemplo, del Pou de la Figuera y alrededores, en Ciutat Vella; del área del mercado de Sant Antoni y las calles Manso y Parlament, en el Eixample; la plaza Roja de Nou Barris o la plaza de la Trinitat, en Sant Andreu.
Y nos quedamos en Sant Andreu, donde el Ayuntamiento de Barcelona puso en marcha la recogida de basura «puerta a puerta». De momento, ha parado sine die el inicio de la fase dos en este distrito. ¿En qué consistía el sistema? Los vecinos dejaban unas bolsas homologadas, con chip identificado, entre las ocho y las diez de la noche para que el camión de la basura se las llevara. El problema es que no se recogían todos los días los mismos residuos. Y los orgánicos por ejemplo se recogían tres días a la semana, el plástico dos y el papel, uno. ¿Resultado? Bolsas de basura amontonadas, ya sea porque los vecinos salían a deshora o porque los operarios no cogían los residuos que no correspondían. En definitiva, problemas de salubridad. Por este motivo, el Ayuntamiento ha decidido parar.