Historia del comedor de gala del Palacio Real, escenario de eventos para la historia

La visita a España del presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, esta semana ha hecho recuperar, por primera vez desde que empezó la pandemia, la gran mesa imperial en la que tradicionalmente se han celebrado las cenas de Estado. Ubicada en el imponente comedor de gala del Palacio Real de Madrid, es hoy testigo de importantes eventos ofrecidos por la Casa Real. Como informan desde Patrimonio Nacional, esta mesa es de tipo imperial a la francesa, y requiere de un delicado y laborioso montaje. De hecho, se emplean casi dos horas para que quede todo perfectamente dispuesto. Este espacio puede albergar nada más y nada menos que 144 comensales.

Para establecer el origen de este gran salón tal y como lo conocemos hoy, hay que remontarse a finales del siglo XIX. En un principio, el espacio lo constituían tres piezas separadas del cuarto asignado a la esposa de Carlos III. No llegó a ocuparlo, dado que murió antes de que pudiera habitarse el Palacio. Así, fue la Reina madre, Isabel de Farnesio, la que habitó estos aposentos, y más tarde, la infanta María Josefa y la princesa de Asturias. 

Como explica el historiador del arte José Luis Sancho en su artículo La imagen alfonsina del Palacio Real de Madrid, la reforma que sufrió la residencia real cambió de forma significativa su aspecto interior. Así, la estética isabelina dio paso a otra nueva, adaptada al momento histórico en plena Restauración borbónica tras la Primera República. En este contexto, de reforma amplia de todo el conjunto, se enmarca la del Gran Salón de baile y Comedor de Gala, que supuso, según el experto, la transformación más importante. 

Si bien las grandes obras de reforma del Palacio tuvieron como principal impulsor a Fernando VII, fue Alfonso XII el monarca que en 1879 tomó la iniciativa de crear este gran espacio para las recepciones, tal y como indican fuentes de Patrimonio Nacional. La ejecución del proyecto recayó en manos del arquitecto José Segundo de Lema, y se vio terminada en 1885. Para conseguir esta estancia, se derribaron los muros que separaban las tres partes, y se construyeron dos arcos apoyados sobre una doble columnata. El 29 de noviembre de 1879, fecha en la que se celebró uno de los banquetes de boda de Alfonso XII con María Cristina de Habsburgo-Lorena, se inauguró este comedor, que sirvió también como salón de fiestas y bailes.

La influencia del neobarroco francés

El espacio presenta, según describe Sancho en su citado artículo, «un estilo ecléctico muy acorde con el neobarroco francés del momento». Esta influencia se aprecia tanto en el diseño como en los materiales empleados. Las porcelanas de Sèvres, los grandes tibores chinos del siglo XVIII o los bronces parisinos son, junto a las consolas y columnas de mármol o los relieves de estuco dorado, los elementos que configuran la decoración de este gran comedor, detallan desde Patrimonio Nacional. En sus paredes encontramos tapices del XVI, en los que aparece representada la historia de Vertumno y Pomona –narrada en las Metamorfosis de Ovidio– y que fueron tejidos por Wilhelm Pannemaker en 1550 a partir de los cartones de J. Vermeyen.

Además, iluminado por catorce lámparas de bronce del siglo XIX, queda adornado también con tres frescos, situados en las bóvedas, que datan del XVIII. El primero de ellos presenta a la Aurora en su carro tirado por caballos, y es obra de Anton Raphael Mengs. Está ubicado en lo que antes de la reforma era el dormitorio de la Reina. El segundo, realizado por Antonio González Velázquez, muestra a Cristóbal Colón ofreciendo el Nuevo Mundo a los Reyes Católicos. Junto a él, cuatro grandes medallones que representan a México, Perú, Chile y Filipinas. Y un tercer fresco, en la parte correspondiente a la tercera sala, con el tema de Boabdil entregando las llaves de Granada a los Reyes Católicos, que es obra de Francisco Bayeu. 

Las visitas de Estado

El Comedor de Gala, que sorprende entre otras cosas por su amplitud, es hoy escenario de las cenas de Estado que ofrecen los Reyes de España a los representantes extranjeros. La última ha tenido lugar esta semana, con la visita a España del presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, y con ella se ha recuperado todo el protocolo habitual de las cenas de gala tras dos años en los que, por la pandemia, se ha venido sustituyendo la gran mesa imperial por varias mesas redondas separadas. 

A estos encuentros han asistido personalidades, tanto políticas como de otro ámbitos, de diferentes partes del mundo. Sirvan de ejemplo las cenas de gala en honor a la visita del presidente de la República del Perú, Ollanta Humala, y su esposa, Nadine Heredia, la del presidente de Rumanía, Klaus Werner Iohannis, y su mujer, Carmen Iohannis, ambas en 2015. O también, con Don Juan Carlos y Doña Sofía como Reyes de España, la cena celebrada por la visita de Estado del presidente de México, Peña Nieto, y su esposa, Rivera de Peña. 

El Palacio Real, el más visitado

De todos los Reales Sitios y Reales Patronatos, el que es el palacio más grande de Europa Occidental y uno de los más grandes de todo el mundo constituye el monumento que más visitas recibe. En 2020, pese a la crisis sanitaria, no se bajó del podio, pues a él acudieron 304.308 visitantes durante los nueve meses que pudo abrir, según datos publicados por Patrimonio Nacional. Le seguían el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, con 147.062 visitas, y el Palacio Real de Aranjuez, con 103.455. Solo en el período comprendido entre junio y septiembre de este 2021, por el Palacio Real pasaron 115.807 personas para acercarse a parte del arte y de la historia de España albergada en él.