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Ilustración Sánchez y Otegi

Paula Andrade

Cronología de una mascarada

Sánchez y Otegi lo tienen todo atado, presos incluidos

Ya no es que el PSOE y Bildu hablen, negocien y pacten sin necesidad de intermediarios. Es que además existe una acción coordinada. Las fechas hablan por sí solas

Será casualidad, pero el mismo día –el lunes– en que los presos de ETA emitían un comunicado pidiendo a sus familiares y amigos que se olvidaran de los ongi etorris, en la cadena de radio más próxima a Pedro Sánchez, Aimar Bretos sentaba a la misma mesa a José Manuel Santos y Rodrigo Londoño.

Uno fue presidente de Colombia. El otro, conocido como «Timochenko», fue comandante en jefe de las FARC. En torno a 200.000 muertos después, ambos se pusieron ante los micrófonos de la SER para hablar de reconciliación y paz.

La pregunta que asaltó a esta periodista al escucharlos fue: ¿Verán nuestros ojos en un futuro no muy lejano a Pedro Sánchez y Arnaldo Otegi protagonizar una entrevista a coro parecida?, ¿O con la que el líder de Bildu y el socialista Jesús Eguiguren hicieron al alimón el pasado 20 de octubre en Radio Euskadi fue suficiente?

Otegi y Eguiguren en Radio Euskadi esta semana.

Otegi y Eguiguren en Radio Euskadi el 20 de octubreRadio Euskadi

No conviene descartar nada dado el rápido blanqueamiento del que ha sido objeto Bildu desde que él está en La Moncloa. Él, el de «con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo cinco veces o 20 durante la entrevista. Con Bildu no vamos a pactar». Unas declaraciones a Navarra Televisión en 2015 que han acabado convertidas en la tumba de su credibilidad.

Pero para los amigos de las comparaciones es pertinente poner de manifiesto una de las muchas diferencias entre el caso español y el colombiano. En la antena de la radio de Prisa «Timochenko» reiteró: «Yo pediré perdón todas las veces que sea necesario hasta el último día de mi vida, porque estoy convencido de que fue una política errada».

Los exjefes de las FARC han pedido perdón muchas veces; ETA ninguna 

Desde 2020 todos los antiguos dirigentes de la guerrilla de las FARC, ahora constituida en partido político, han pedido perdón decenas de veces. ETA, ninguna. Bildu, cero. Por no hablar de los 379 asesinatos de la banda terrorista que quedan por resolver, para vergüenza hasta del Parlamento Europeo: una delegación de la Eurocámara visitó Vitoria a principios de noviembre y llamó a hacer todo lo posible para que tantos crímenes no queden impunes.

Esta semana que acaba, la izquierda abertzale ha completado su aparente reconversión en un partido cándido y útil. Después de pactar los presupuestos de Navarra con María Chivite y los generales con Pedro Sánchez, también han llegado a un acuerdo para apoyar los de Íñigo Urkullu en el País Vasco. Una maniobra que sorprendió a todos los analistas justo cuando el PNV y Bildu andaban enseñándose mutuamente la cornamenta para ver cuál de los dos es el partido alfa.

Y Otegi, una vez más, sacó pecho. «Nosotros aspiramos a gobernar el país. Tenemos la ventaja de que no hay mayoría soberanista sin Bildu ni mayoría de izquierdas sin nosotros. Estamos en el centro», afirmó el viernes.

Los herederos de Batasuna están en el centro, ciertamente, pero porque así lo ha querido Sánchez. Sin él Bildu no sería, al menos en la política nacional, más que un partido con cinco escaños en una Cámara de 350. Sería un partido con 277.621 votos, equivalente al 1,15 %. Y 186 presos, en eso sí gana al resto. De los que 81 están en cárceles del País Vasco y Navarra y el resto, cerca. No queda ninguno al sur de Madrid.

En esa misma entrevista, Otegi presumió de que desde hace tiempo mantiene un «nivel de interlocución» con «muchos sectores» de la política nacional. Ya no es que el PSOE y Bildu hablen y negocien directamente, sin necesidad (como antes) de intermediarios del PSE. Es que existe una acción coordinada que se ha visto claramente en este inicio de curso. La cronología es reveladora.

–22 de septiembre. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, se reunió a cara descubierta y con cámaras con los responsables de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua y Oskar Matute, para negociar los Presupuestos.

–18 de octubre. Coincidiendo con el décimo aniversario del fin del terrorismo de ETA, Otegi reconoció el «dolor» y el «daño» causados, sin ir más lejos. Y a renglón seguido pidió acabar con la dispersión de los presos.

Estaban avisados de esa declaración la cúpula del socialismo vasco, José Luis Rodríguez Zapatero y el propio Sánchez, como desveló El Debate. No les pilló por sorpresa, y hubo tiempo para preparar la reacción: sería una de cal y otra de arena.

Arnaldo Otegi en una comparecencia

Arnaldo Otegi en una comparecenciaEfe

La primera respuesta vino del exlendakari Patxi López desde la sede de Ferraz. Éste celebró el «paso constructivo». El Gobierno dejó, durante horas, que ésa fuera la reacción.

–19 de octubre. Llegó la mascarada. Tras el Consejo de Ministros, la portavoz, Isabel Rodríguez, habló de un «paso insuficiente» por parte de Bildu y emplazó a Otegi y sus acólitos a dejar de organizar homenajes a etarras al salir de prisión.

–20 de octubre. El Correo publicó un vídeo del líder batasuno explicando a los suyos que si para sacar los 200 presos a la calle tenía que votar los Presupuestos de Sánchez, lo haría.

–22 de noviembre. Voilà. Bildu anunció su apoyo a los Presupuestos de Sánchez, antes que ERC y que el PNV.

–29 de noviembre. Los presos etarras emitieron un comunicado pidiendo a sus familiares que acabaran con los ongi etorris. Curiosamente, el camino que la ministra portavoz había señalado un mes antes desde la mesa del Consejo de Ministros.

Marlaska y la Ley de Víctimas

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el Congreso

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el CongresoEFE/Mariscal

A Fernando Grande-Marlaska se lo han puesto en bandeja. El ministro del Interior lleva tres años y medio prometiendo y demorando una reforma de la Ley de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo. Se supone que para multar los homenajes a etarras por la vía administrativa, si es que no se pueden impedir antes.

En verano, Interior trasladó a la AVT que estaban a la espera de una revisión que la Comisión Europea estaba haciendo sobre la Directiva 2017/541, relativa a la lucha contra el terrorismo, para comprobar si afectaba a la reforma de la ley española. La revisión se publicó el 18 de noviembre, no decía nada de los ongi etorris y aun así Grande-Marlaska siguió sin mover ficha. Hasta que, casualmente, los presos de ETA le han quitado el problema de encima.

Desde su departamento insisten a este periódico en que habrá reforma de la ley «a la mayor brevedad posible»: «Se mantiene el deseo de mejorar la capacidad sancionadora de la Administración ante la convocatoria de actos que impliquen el enaltecimiento del terrorismo o la humillación a sus víctimas», aseguran. La AVT no se lo cree. Ya ha visto varias de éstas.

La cronología acabará con la salida del último preso de ETA de la cárcel

La cronología que ahora no ha hecho más que empezar acabará el día en que el último preso de ETA abandone la cárcel. Para ello Bildu necesita que Sánchez reforme dos artículos del Código Penal: el artículo 76, que eleva la pena máxima de prisión a 40 años para los etarras condenados por dos o más delitos de terrorismo, siempre y cuando al menos uno de ellos estuviera castigado con una pena de más de 20 años. Y el artículo 36, que impide que los etarras condenados a más de cinco años entre rejas accedan al tercer grado hasta haber cumplido, al menos, la mitad de la condena. Y Sánchez los necesita a ellos. No hay mucho más que adivinar.

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