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Pedro Sánchez y Yolanda Díaz durante el pleno del jueves

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, durante el pleno del juevesEfe

La crónica política

Pedro Sánchez quiso bajar los humos a su «Frankenstein» y ha acabado engordándolo

La tortuosa aprobación de la reforma laboral ha evidenciado el grado de dependencia que el presidente tiene de ERC, Bildu y el PNV. «La 'geografía variable' es una trampa», dice Pablo Iglesias

No habían pasado ni dos horas de la esperpéntica votación de la reforma laboral cuando Pablo Iglesias compareció desde su cuenta de Twitter: «La reforma laboral aprobada hoy (por el jueves) trae mejoras para los trabajadores, pero la votación demuestra que la 'geografía variable' es una trampa. De no ser por el error, hoy la derecha podría haber asestado un golpe durísimo a Yolanda y a UP. Toca rehacer y cuidar el bloque plurinacional», escribió.

En Unidas Podemos creen, o quieren creer al menos, que la agonía vivida por el Gobierno para mantener con vida el acuerdo salido de la mesa del diálogo social habrá hecho que Pedro Sánchez vea las orejas al lobo. Y termine de convencerse de que como en casa, con UP, ERC, Bildu y el PNV si se tercia, en ningún sitio.

Lo cierto es que ésta era la primera vez que el presidente exploraba en serio el territorio desconocido de una mayoría al margen del bloque Frankenstein, puesto que lo de los Presupuestos de 2021 con Inés Arrimadas fue un «amago de», y en lugar de una playa paradisiaca encontró la jungla.

Si la operación hubiera salido bien, el Gobierno, el PSOE y Unidas Podemos se habrían pasado días felicitándose. La mejor prueba de que salió regular, por no decir mal, es que solo unas horas después, la ministra de Sanidad anunció que el Consejo de Ministros aprobará el martes el fin de la mascarilla obligatoria en exteriores para que entre en vigor dos días después, el 10 de febrero.

El mismo jueves por la mañana, mientras se celebraba el debate de la convalidación del decreto ley sobre la reforma laboral, Carolina Darias fue preguntada por esto mismo en el Congreso y se escabulló sin decir una palabra. Había que elegir bien el momento y no era ése.

La Moncloa y Ferraz han desviado la atención descaradamente hacia UPN

Tampoco fue casual que La Moncloa y Ferraz desviaran la atención de lo ocurrido en el Congreso hacia UPN, como si lo más grave que pasó el jueves fuera que dos diputados navarros se rebelaron contra la dirección de su partido por un pacto que les dieron hecho y para el que no les pidieron ni opinión. La vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, llegó a acusar el viernes a Sergio Sayas y Carlos García Adanero de «transfuguismo».

El presidente de UPN a su llegada a una reunión el viernes

El presidente de UPN, a su llegada a una reunión el viernesEfe

Pero ni Lastra ni nadie del partido ni del Gobierno han entonado estos días un mínimo mea culpa por los fallos en la negociación, a demasiadas bandas y con demasiado postureo. Cuentan en Unidas Podemos que Gabriel Rufián se quedó blanco cuando por momentos Meritxell Batet anunció que el decreto ley decaía, y eso que él votó en contra. Hasta ese nivel llegaba la pantomima de Rufián.

Tampoco ha habido autocrítica por comprometer la supervivencia de la que supuestamente es una reforma medular de la legislatura, y que ahora cargará irremediablemente con el sambenito del voto erróneo del PP que la salvó. «La reforma laboral es la norma más importante de la legislatura», sigue sosteniendo Yolanda Díaz.

Si el plan B hubiera resultado un éxito, Sánchez habría metido en cintura a Unidas Podemos y bajado los humos a los independentistas catalanes y vascos. Mostrándoles que no son imprescindibles en un Congreso casi indómito.

Pero lo único que ha mostrado este Frankenstein interruptus es el grado de dependencia que el presidente tiene de los rufianes y otegis. La aprobación de los Presupuestos de 2022 con 188 votos a favor, 12 por encima de la mayoría absoluta, fue un trampantojo que ocultaba la debilidad parlamentaria del Gobierno de coalición. Entonces se trataba de repartirse 240.375 millones de euros de gasto social, 40.000 millones de inversión productiva y 126.500 millones para las comunidades. Como para hacerle ascos.

Sin embargo, ahora los socios de Sánchez se han dado cuenta de que, traspasado el ecuador de la legislatura, el presidente cada vez tiene menos que ofrecer. Y sin embargo más necesidad de acabar la legislatura, como él mismo explicitó el miércoles desde Dubái. Mala combinación, peligrosa combinación. «Lo he dicho en muchas ocasiones: el Gobierno tiene como determinación culminar la legislatura una vez culmine la Presidencia europea (en el segundo semestre de 2023», señaló. Para los independentistas, tanto tienes, tanto vales.

Para los independentistas, tanto tienes, tanto vales

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo ha salido muy tocada de este lance, ella que presumía de ser capaz de pactar lo impactable. Díaz había dejado aparcado el lanzamiento de su plataforma hasta que el Congreso convalidara la reforma laboral, pero ahora sus planes pueden verse alterados hasta que se enfríe esta victoria pírrica.

Por no hablar de que la transversalidad de la que presumía ha quedado reducida a un eslogan. Siempre y en todo momento, la vicepresidenta segunda buscó los votos de las izquierdas independentistas. Así pues, su proyecto electoral, que según ella quiere abrir los brazos a todo votante a la izquierda del PP, nace cojo.

A partir de ahora, Díaz se cuidará más de fiarse de Esquerra, y sobre todo de Gabriel Rufián. Como ya contó El Debate, los Comunes ya mascullan su venganza contra ERC, porque consideran que la «humillación» era innecesaria.

Habrá ocasión de ver cómo sanan o no las heridas con la Ley de Vivienda y la Ley de Memoria Democrática, las dos montañas más cercanas que se le dibujan al Gobierno en el Congreso. La primera acaba de ser enviada a la Cámara tras su aprobación definitiva en el Consejo de Ministros; la segunda lleva tiempo estancada en la Comisión Constitucional. En ambos casos, ERC y Bildu quieren mucho más de lo que les ofrecen.

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