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El Villa de Pitanxo, barco hundido con 22 personas a bordoVessel Finder

Homicidio Imprudente

La Audiencia Nacional investiga al patrón del Vila de Pitanxo tras la versión del marinero superviviente

El juez Ismael Moreno ya ha trasladado a la Fiscalía relato de los hechos tras el naufragio del barco que provocó la muerte de 21 marineros -9 de ellos recuperados y el resto desaparecidos- frente a las costas de Terranova

Las diligencias aportadas por la Guardia Civil de la Comandancia de Pontevedra que incluyen el testimonio del tripulante superviviente natural de Ghana, Samuel Koufie, que El Debate ha publicado en exclusiva, han dado lugar a la apertura de una investigación formal en la Audiencia Nacional, como adelantó La Voz de Galicia, sobre lo ocurrido con el pesquero gallego Vila de Pinanxo, en la madrugada del pasado 15 de febrero mientras se encontraba faenando. El juez Ismael Moreno ya tiene sobre su mesa el relato de los hechos que desembocaron en el naufragio del barco y provocaron la muerte de 21 marineros -9 de ellos recuperados y el resto desaparecidos- frente a las costas de Terranova. El magistrado ha trasladado las actuaciones policiales preliminares a la Fiscalía para que se pronuncie sobre la competencia del tribunal para instruir las pesquisas que tendrán que determinar si, como denuncia uno de los marineros supervivientes, hubo un comportamiento del patrón que pudiese ser calificado de homicidio imprudente y delito contra la seguridad de los trabajadores.

La Audiencia Nacional recibió este miércoles el informe de la Guardia Civil, encargada de recabar los testimonios de los tres superivientes, a través del Juzgado Central de Instrucción número 1, de guardia esta semana, con el encargo de determinar si hubo responsabilidad penal en el hundimiento del pesquero gallego.

Una versión alternativa de la tragedia

El Debate se ha hecho eco, en exclusiva, de la versión alternativa a la tragedia del Villa de Pitanxo que contradice la ofrecida por el capitán y que ha dado origen a que la Audiencia Nacional, investigue. Un superviviente del naufragio acusa directamente al capitán de la nave, Juan Enrique Padín Costas, de graves negligencias en el momento más crítico de las maniobras.

Según su versión, declarada el 25 de febrero, los marineros pidieron a gritos al patrón -uno de los tres supervivientes junto a su sobrino- que arriase unos cables que podían haber estabilizado el pesquero y no lo hizo. También sostiene que Padín no dio la preceptiva señal de abandonar el buque, ni ordenó a su tripulación que se colocase los trajes de supervivencia. Aunque ambos testimonios coinciden en el comienzo, el desarrollo de los acontecimientos es muy distinto.

El ghanés Samuel Kwesi Koufie asegura que se interrumpió momentáneamente la maniobra por un incidente, pero al poco se reanuda. Se produce entonces un mal funcionamiento de los motores de las maquinillas, que no son capaces de recoger los cables, y es por ello que el buque comienza a escorarse a babor, siempre según este testimonio. Debido a esa inclinación, el agua empieza a entrar en el Villa de Pitanxo. Es en ese momento cuando varios de los tripulantes –entre ellos Eduardo Rial– empiezan a pedir al capitán el arriado de los cables, es decir, que active el mecanismo de seguridad que permite soltar la red de manera inmediata. De este modo, confían en que el buque pueda recuperar la estabilidad. Empiezan a temer por su vida, y lo exigen a gritos, pero no se produce tal arriado. Esa orden no llega. Mientras, el barco se va escorando cada vez más debido a que el agua no para de entrar.

Las señales negativas se acumulan. Sale un extraño humo oscuro de la chimenea de popa. El motor emite fortísimos y extraños sonidos, y realiza varias sacudidas que bambolean al Villa de Pitanxo justo antes de que se pare definitivamente. Los tripulantes se plantean cortar los cables, pero ya es demasiado tarde. La parada del motor acentúa mucho más la escora del barco. Es en ese momento, cuando el capitán –que previamente, siempre de acuerdo a esta versión, no habría dado orden alguna ni habría solicitado que se vistiesen la ropa de supervivencia– exige a la tripulación que suba hasta el puente. Una vez que llega a este punto, este marinero comprueba por sorpresa que Juan Enrique Padín Costas, el patrón, es el único que viste el citado traje.

Logran abrir la balsa salvavidas y se montan en ella nueve hombres. El hundimiento del Villa de Pitanxo tira hacia abajo de la embarcación auxiliar y le produce un agujero por el que entrará agua. De los nueve, sobreviven tres, dos vestidos con traje de supervivencia (el capitán y su sobrino) y uno que logra vencer a la hipotermia sin dicha vestimenta, lo cual supone un auténtico milagro.

El capitán se exonera

El capitán, sin embargo, sostiene ante los agentes de la Benemérita que le toman declaración, que se encontraba en el puente de mando cuando se desencadena el suceso. Lo atribuye a que durante la virada -la maniobra de recogida de las redes de pesca- el motor del buque se para por una causa desconocida. El agua empieza a entrar en el barco y éste se escora por babor. Lo hace de forma progresiva.

Uno de los marineros comprobó que el patrón era el único que vestía el traje de supervivencia

Una vez que constata lo que está ocurriendo y que el hundimiento es inevitable, él mismo realiza, como es preceptivo, la señal de abandono del Villa de Pitanxo. Se viste el traje y el chaleco salvavidas, y seguidamente procede al arriado de la balsa en la que, en un escenario ideal, se tendrían que haber subido todos los trabajadores. Realmente, solo lo lograron nueve de los veinticuatro. A esta embarcación aúpan, tras ser rescatado del mar, a Eduardo Rial Padín, sobrino del capitán y otro de los supervivientes.

Presiones

El superviviente africano asegura, además, haber recibido presiones por parte de la empresa armadora para que, de entrada, contase otra versión a la Guardia Civil, como ya hizo, en un primer momento, en Canadá. El ghanés debía decir que el capitán había dado las órdenes de abandono del buque y de colocación de los trajes y obviar que las maquinillas se pararon antes que el motor principal. También para que asegurase que en el Villa de Pitanxo se habían realizado simulacros contra incendios y de supervivencia durante la trágica marea.

Finalmente, ha declarado todo lo contrario, según la información a la que ha tenido acceso El Debate, en exclusiva. Es decir, que ni el capitán dio la señal de abandono del buque, ni ordenó a la tripulación que se colocase los trajes de supervivencia. En cuanto a los detalles técnicos, las maquinillas se habrían parado antes que el motor, y los marineros habrían pedido a gritos al capitán el arriado de cables con la esperanza de que el barco se estabilizase y evitar así que entrase más agua y, quizá, el hundimiento. Por último, añadió que no se habría realizado práctica alguna de supervivencia o contraincendios a bordo del Villa de Pitanxo.

En definitiva, un testimonio que viene a reescribir el trágico suceso del 15 de febrero. La investigación de la Audiencia Nacional tendrá que determinar, a partir de ahora, cuál de las dos versiones se ajusta a la realidad y depurar las posibles responsabilidades de una tragedia en el mar que ha vestido a España de luto.