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De izquierda a derecha, y de arriba abajo: Marta Calvo, Marta del Castillo, Sonia Iglesias y Publio Cordón

De izquierda a derecha, y de arriba abajo: Marta Calvo, Marta del Castillo, Sonia Iglesias y Publio CordónEl Debate

Causas Pendientes

Las respuestas que la Justicia no ha podido dar porque sin cuerpo no hay delito

Las familias de las víctimas cuyos cuerpos no han podido ser localizados se enfrentan a un doble calvario. Una iniciativa legal exige al Parlamento que se incluya la ocultación del paradero del cadáver como delito

El Código Penal español establece las penas más elevadas para los delitos de homicidio y asesinato. Pero cuando tras la desaparición de una persona no aparece el cadáver, la pregunta sobre qué suerte judicial puede esperar al sospechoso de un crimen aparece de inmediato en la mente de todos. Búsquedas infructuosas, interrogatorios sin éxito, batidas policiales sin resultado,... Los expertos saben que cuanto más tiempo transcurra entre la desaparición de una persona y la falta de noticias sobre su paradero, la cosa se complica.

Pese a la máxima de origen latino que en Derecho considera que sin cuerpo no hay delito, esto no es del todo cierto. No es habitual que los tribunales condenen a alguien por asesinato si el cuerpo no ha aparecido, incluso en los casos en los que el presunto asesino lo sea confeso; pero puede llegar a darse el caso si quienes tienen que decidir sobre el futuro procesal de un sospechoso logran formarse la convicción plena de que está muerta. Es decir, la condena judicial penal no es incompatible con la falta de un cadáver siempre y cuando se demuestre lo ocurrido con pruebas adicionales suficientes que permitan formular una acusación sólida y demostrable. Es complicado pero no imposible.

Marta del Castillo

Marta del Castillo desapareció en Sevilla la noche del 24 de enero de 2009. Salió de casa porque había quedado para arreglar unas cosas con su ex novio, Miguel Carcaño, de 19 años, y jamás se ha vuelto a saber nada de ella. Carcaño confesó que la había matado pero cambio su versión de los hechos hasta en nueve ocasiones. El cuerpo de la joven nunca ha aparecido.

Condenado a veintiún años y tres meses de cárcel por el crimen, un único responsable: Carcaño. El joven tenía restos de sangre de la menor de 17 años en su ropa y no saldrá hasta haber cumplido, como mínimo, tres cuartas partes de la condena. Pese a que como fruto de las investigaciones policiales también fueron arrestados dos mayores de edad más: el hermanastro de Carcaño, Francisco Javier Delgado Moreno, y la novia de éste, María García Mendaro, que está en libertad condicional; y a dos amigos más del autor confeso del asesinato de Marta, Samuel Benítez y Javier García Marín, alias 'El Cuco', menor de edad cuando sucedió todo. Ninguno de ellos ingresó en prisión tras las dos sentencias, contradictorias, que existen sobre la causa.

Fotos de Marta del Castillo, en el documental de Netflix

Fotos de Marta del Castillo, en el documental de Netflix

Sin embargo, un reciente documental de Netflix sobre el caso de Marta del Castillo ha dejado una nueva línea de investigación abierta que ni la Policía ni los forenses tuvieron en cuenta durante la instrucción. '¿Dónde está Marta?', ha permitido saber que un dato clave como la geolocalización de los teléfonos móviles, tecnológicamente precisa, no fue analizada. Esta nueva pista ha devuelto algo de luz a un caso que nunca quedará definitivamente resuelto hasta que todos los implicados sean condenados y confiesen dónde se deshicieron del cuerpo de la joven sevillana para que sus padres puedan enterrarla.

Publio Cordón

Publio Cordón Munilla fue secuestrado en 1995 en Zaragoza. El empresario era un hombre hecho a sí mismo, un visionario, un emprendedor y uno de los profesionales con mayor proyección de España. Cordón nació en Soria en 1937, en el seno de una familia muy humilde asentada en Villar de Moya (La Rioja). Perdió a su padre en la posguerra, así que con 19 años se trasladó desde tierras castellanas a la capital aragonesa en busca de una vida mejor y de un trabajo con el que mantener a la familia. Le acompañaba su madre, Benita, quien durante muchos años tras el secuestro suplicó insistentemente a los Grapo su liberación y que llegó a pedir la intermediación del entonces Papa Juan Pablo II.

Aunque todos los implicados en el secuestro del empresario aragonés Publio Cordón fueron condenados, nunca se ha localizado el cuerpo. La Guardia Civil no ceja en su empeño por encontrar el cuerpo del industrial al frente de Previasa y el Grupo Hospitalario Quirón, que el 27 de junio de 1995, sobre las 7.30 horas, fue capturado en Zaragoza por tres terroristas del Grapo, entre ellos Fernando Silva Sande, mientras hacía deporte en el Canal Imperial, muy cerca de su domicilio familiar.

Publio Cordón

Publio CordónEfe

Salió de casa acompañado de sus dos perros, vestido con un chándal, un reloj en la muñeca y una cruz al cuello, regalo de su suegra, que nunca se quitaba. Ni él ni sus pertenencias regresaron jamás. Había llegado de Madrid horas antes para celebrar, un día después, el día 28 de junio, su trigésimo aniversario de boda con Pilar Muro.

Durante su rapto, en el que Sande fue el cerebro, Enrique Cuadra el responsable de información y Concepción González la encargada del soporte y logística habitacional del comando, Publio fue interceptado mientras hacía footing, metido a la fuerza en un coche y trasladado hasta un polígono industrial. Desde allí, y ya a bordo de otro vehículo, viajaron hasta llegar a una vivienda de la número 5 de la Rue de la Batterie, en la ciudad francesa de Lyon, donde permaneció custodiado por otros dos terroristas ya condenados –el ponferradino José Antonio Ramón Teijelo y la gallega María Victoria 'Vi' Gómez Méndez– que con identidades falsas y haciéndose pasar por un matrimonio de profesores españoles de francés, recluyeron al empresario en la buhardilla de la casa, oculto en el doble fondo de un armario empotrado. Un zulo de 1,71 metros de largo por 1,21 metros de ancho.

Los últimos Grapo juzgados por este caso fueron condenados por secuestro, pero no por asesinato. Al no haberse encontrado su cadáver, el tribunal no pudo «inferir jurídicamente» que el empresario aragonés había fallecido durante su retención involuntaria

Las muescas de letras y números que el secuestrado dibujó en la jamba del mueble para registrar los días transcurridos desde su secuestro, un total de quince, y varios restos de ADN sirvieron como prueba para demostrar, a partir de minuciosos análisis caligráficos, que la víctima estuvo allí. La interrupción de la serie permitió a los guardias civiles fijar la fecha del fallecimiento entre quince y dieciséis días después de su desaparición, entre el 11 y el 13 de julio.

La familia llegó a pagar un rescate de 400 millones de pesetas de la época para lograr su liberación y pese a que el 17 de agosto, en París, el integrante del comando Enrique Cuadra Echeandía, comunicó a la familia que Cordón sería liberado ese mismo día, Publio nunca volvió. Casi un mes después, el 12 de septiembre, los Grapo volvieron a insistir en que sería puesto en libertad en los tres días inmediatamente posteriores, pero tampoco ocurrió. Hasta tal punto existió la voluntad de recuperarlo que, en 1996, el propio Gobierno español mantuvo contactos con miembros del grupo armado aunque, sin éxito, al no aclararse lo ocurrido.

La realidad es que, en un intento desesperado por escapar de sus captores y durante su huida, Cordón habría caído al vacío desde una ventana y resultó mortalmente malherido sin que, al parecer, fuera socorrido por sus captores. Ésa es la tesis que barajaban los investigadores que, en julio de 2012, realizaron nuevas detenciones relacionadas con el caso y llegaron a identificar la casa de la ciudad francesa de Bron, junto a Lyon, donde había estado secuestrado Publio.

Sin embargo, Teijelo y Gómez, los últimos Grapo juzgados por este caso, fueron condenados por secuestro pero no por asesinato, ya que el tribunal entendió que al no haberse encontrado su cadáver, no se podía «inferir jurídicamente» que el empresario aragonés había fallecido en el tiempo y en la forma en que las acusaciones relataron.

Sonia Iglesias

En enero de este mismo año, el Juzgado de Familia de Pontevedra declaró la muerte civil de Sonia Iglesias, desaparecida un aciago 18 de agosto de 2010 en el centro de la capital de provincia donde fue vista por última vez. Su hijo único solicitaba certificar el fallecimiento de su muerte, una vez alcanzó la mayoría de edad. Pese a que legalmente Sonia está muerta con fecha 1 de enero de 2021, once años después del día en el que se le perdió la pista, su cuerpo nunca ha aparecido.

El fallecimiento del principal imputado en su desaparición, el que fuera su marido y padre de su hijo, Julio Araujo, con quien se encontraba en trámites de separación en el momento de los hechos, frustraba las esperanzas de los investigadores asignados al caso.

Sonia Iglesias Eirín

Sonia Iglesias Eirínausietas

Sonia tenía 38 años y era la encargada de la tienda de Massimo Dutti en Pontevedra. La mañana en que se le perdería la pista para siempre se levantó temprano y bajó al centro, donde la acercó su pareja en coche, para ir al zapatero y a recoger las fotos de la primera comunión de su hijo que se había celebrado algunos días antes. Sonia nunca llegó a trabajar pese a que era una profesional sumamente responsable. Fueron sus compañeros, extrañados por el hecho de que su jefa no hubiese llegado a su puesto de trabajo, los que llamaron a la casa que, pese a su incipiente divorcio, todavía compartía con Araújo.

Oficial y judicialmente, el caso de Sonia Iglesias no prescribirá hasta el mes de agosto de 2030

Sonia había recuperado la ilusión con un empresario español afincado en Venezuela y fue esto lo que, a juicio de los policías, conformó el móvil principal de su desaparición. Tras dejar a la madre de su hijo en una céntrica calle local, el principal sospechoso de lo ocurrido regresó a casa y bajó a un bar cercano que frecuentaba, tal y como apuntaron varios testigos, en las horas clave del caso.

Los investigadores sitúen el foco entre las 09.30 y las 12.30 de la mañana. Un lapsus temporal en el que su entonces marido, de 62 años, y empleado en la tienda de muebles de sus padres, recibía dos llamadas: una de su propia hermana y otra de una empleada de la tienda en la que Sonia era encargada de la sección mujer para preguntar por qué no había ido a trabajar.

Horas más tarde, una ciudad tranquila en la que nunca pasa nada asistía, conmocionada, a cómo un hombre encontraba en una cuneta el billetero de la mujer con su tarjeta sanitaria dentro. En aquel punto se organizaron varias batidas de la policía pero nunca llegó a utilizarse el georradar por falta de indicios.

Marta Calvo

El domingo 6 de noviembre de 2021 se cumplieron dos años desde que se le perdía el rastro a Marta Calvo, la joven valenciana que supuestamente murió a manos de Jorge Ignacio y cuyo cadáver, sin embargo, no ha podido ser localizado. Se ha buscado en el vertedero de Dos Aguas, en varios parajes forestales de Manuel y en una casa abandonada de Villanueva de Castellón. Ni rastro.

La Guardia Civil perimetra una nueva zona en el término municipal de Manuel (Valencia), donde se perdió el rastro de Marta Calvo

La Guardia Civil perimetra una zona en el término municipal de Manuel (Valencia), donde se perdió el rastro de Marta CalvoEFE/Ana Escobar

Al dolor de la familia por la pérdida se añade una intensa desazón por el hecho de que el principal sospechoso del asesinato siga, desde la cárcel, negándose a desvelar el paradero del cuerpo.

Su madre, Marisol Burón, ha presentado una iniciativa legislativa en el Congreso de los Diputados para que se tipifique expresamente la ocultación intencionada del cadáver tras un homicidio

La Guardia Civil lo buscó durante ocho meses en el Vertedero de Dos Aguas, pero tras el análisis de miles de toneladas de basura, y ninguna evidencia, se detuvo la operación. Posteriormente, en septiembre de 2020, se encontraron indicios de restos humanos en un vehículo del que se había deshecho Jorge Ignacio tras el crimen y sobre el cual se sospechaba que pudiese haber servido para el traslado del cuerpo, aunque esas evidencias fueron declaradas irrelevantes.

En los meses siguientes, los especialistas de la Guardia Civil investigaron el posicionamiento de varios teléfonos móviles que pudieron ser utilizados por personas cercanas al sospechoso y que, supuestamente, pudieron haber prestado algún tipo de colaboración para hacer desaparecer el cuerpo.

Fruto de esas pesquisas se llevaron a cabo búsquedas con perros especializados en la localización de restos humanos y con el apoyo de bomberos forestales en un paraje natural del municipio valenciano de Manuel, donde se perdió el rastro de Marta Calvo, aunque de nuevo resultaron infructuosas.

El último dispositivo de búsqueda tuvo lugar el pasado mes de octubre en una casa abandonada situada entre las localidades valencianas de Manuel y Villanueva de Castellón, unas pesquisas que se planificaron a raíz de las declaraciones de una mujer que en su momento creyó identificar al sospechoso en la zona.

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