Fundado en 1910

Pedro Sánchez en una visita a la Comunidad ValencianaBorja Puig de la Bellacasa

La crónica política

Sánchez decreta fuego a discreción contra Feijóo: «Es un gran adversario», le advirtió Yolanda Díaz

Con las encuestas y la inflación aguijoneando sus defensas, el presidente sabe que ha llegado el momento de salir de sus cuarteles y pasar al ataque antes de que sea demasiado tarde

Cuenta Yolanda Díaz que, cuando Alberto Núñez Feijóo fue elegido presidente del PP, ella misma le advirtió a Pedro Sánchez en privado del peligro que acechaba. «Feijóo es un gran adversario. Hay que reconocerlo para poder ganarlo», le dijo textualmente su socia de coalición, que presume de conocer muy bien a su paisano de los tiempos en los que se batió el cobre con él en la política gallega. Las cuatro mayorías absolutas de Feijóo en Galicia dan idea de cuan desigual fue aquella pugna.

Sánchez no tardó en darse cuenta de que la advertencia de su vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo no era ninguna broma. Y, si le quedaba alguna duda, las urnas andaluzas se las despejaron todas. A Pablo Casado le tenía cogida la medida y hasta hecha la mortaja, pero a su sucesor no consigue coserle el traje.

El presidente reaccionó a aquella dolorosa derrota del PSOE con un impulso. Enrabietado, desafiante, en su primera comparecencia pública –el 22 de junio, en el Congreso– anunció una rebaja del IVA de la electricidad del 10 al 5 %, como venía pidiéndole Feijóo desde marzo. «Ahora vas y votas en contra», le vino a decir.

Qué más le habría gustado a Sánchez que un «no» del PP para alimentar el argumentario de la oposición «negacionista» y «frentista». Pero la respuesta del líder de los populares fue felicitarse por la rectificación del presidente y abstenerse –que no votar en contra– en la convalidación del real decreto ley en el que el Consejo de Ministros plasmó esa rebaja fiscal.

La historia ha vuelto a repetirse esta semana con el anuncio de la rebaja del IVA del gas al 5 %, contra la que el PSOE incluso votó en el Congreso en mayo, cuando el PP la llevó al Pleno en una moción. Rebaja que, hasta solo un día antes, los ministros despreciaban porque no sirve para ahorrar energía. Lo explicó la disciplinada portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, el viernes en Antena 3: «No se trata de justificar –el volantazo–, sino de ampliar el contexto». Para el Ejecutivo, el contexto de la guerra lo aguanta todo, como el papel.

La coartada perfecta

Así que Sánchez ya tiene la coartada perfecta para aprobar en Consejo de Ministros otro decreto ley (que será el cuarto desde marzo en relación a la crisis energética) con esa reducción del IVA del gas como envoltorio centelleante y quién sabe qué sorpresas dentro; él, que es un experto en decretos ómnibus con doble, triple y hasta cuádruple fondo. Que se lo pregunten a sus socios parlamentarios, hartos de sus triquiñuelas parlamentarias.

Y, como en junio, volverá a retar al líder del PP a que defina el voto de los populares. La jugada del protagonista del Manual de resistencia se intuye fácilmente y tiene mucho que ver con el debate, cuerpo a cuerpo, que el presidente y el líder de la oposición protagonizarán el martes por la tarde en el Senado. Solo unas horas antes se celebrará el Consejo de Ministros semanal y en el PP no se fían: el BOE es artillería pesada. Atentos.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en La MoncloaGTRES

El contexto, que diría la portavoz Rodríguez, ha cambiado para el presidente del Gobierno. Sánchez ha comprobado que tiene enfrente a un rival que no insulta, no responde a provocaciones, no da bandazos (a Feijóo le gusta definirse como un político «con trazabilidad»), está seguro de sí mismo y que además no mira de reojo a Vox, porque los de Santiago Abascal se dejaron muchos pelos en la gatera de las elecciones andaluzas.

Ahora son solo Sánchez y Feijóo. O mejor dicho: Sánchez contra Feijóo. «La invencibilidad reside en la defensa; las oportunidades de victoria, en el ataque», dejó escrito Sun Tzu en El arte de la guerra, un tratado que han devorado generaciones enteras de políticos. Sánchez, con las encuestas y la inflación aguijoneando sus defensas, sabe que ha llegado el momento de salir de sus cuarteles y pasar al ataque antes de que no haya nada que hacer. Aunque los populares están convencidos –o dicen estarlo– de que ya es demasiado tarde y que su caída es irreversible.

Así que, este curso decisivo, Sánchez ha decretado fuego a discreción contra su rival en todos los frentes. Y él será el primero en disparar. Ya sea achicándole el espacio con rebajas fiscales que el popular propuso meses atrás, tratando de sembrar discordia entre Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, tensando las costuras del PP y su electorado de amplio espectro en asuntos como el aborto (en los que Vox tiene un discurso mucho más definido que el PP) o intentando que caiga en contradicciones.

No hay margen para los grandes acuerdos. De hecho, tanto socialistas como populares han asumido que en lo que queda de legislatura no habrá siquiera pacto para la renovación del CGPJ y del Tribunal Constitucional.

La tensión

«Nos conviene que haya tensión», le confesó José Luis Rodríguez Zapatero a Iñaki Gabilondo en la campaña de las generales de 2008. Por aquel entonces susurraban en el oído del presidente del Gobierno y candidato socialista «los Migueles», Miguel Barroso y Miguel Contreras; a quienes el entonces consejero delegado de Prisa, Juan Luis Cebrián, llamaba despectivamente «los brujos visitadores de La Moncloa» (ahora han entrado en Prisa, vueltas que da la vida).

De nuevo, con 14 años de diferencia, a otro presidente del Gobierno y candidato socialista le conviene que haya tensión. Desde hace unos meses, «los Migueles» vuelven a tener acceso a los despachos de poder de La Moncloa, casualmente. De hecho, el acto que Sánchez protagonizará el lunes junto a medio centenar de ciudadanos seleccionados por su Gabinete (de entre 250.000) lleva su sello. Ya hizo algo muy parecido Zapatero cuando se sometió a las preguntas de la gente en Tengo una pregunta para usted, en TVE.

Seguro que esta vez Pedro Sánchez no duda si le preguntan cuánto cuesta un café en la calle, como le pasó a Zapatero. Con una inflación del 10,4 %, que esta semana la vicepresidenta Nadia Calviño ha celebrado como un triunfo –«el IPC ha empezado a moderarse», se felicitó el martes–, el presidente irá con la lista de precios de la compra bien aprendida. Por si cae.