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Pedro Sánchez y el Rey Mohamed VI de Marruecos

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el Rey de Marruecos, Mohamed VIGTRES

Crónicas diplomáticas

Así funcionan los métodos del Gobierno de Marruecos para captar y controlar a políticos occidentales

Durante este año 2022, el reino alauita ha tenido vinculación con el cese de la anterior directora del CNI y con la mayor crisis diplomática española en décadas

El viaje a Rabat el pasado lunes de Meritxell Batet, presidenta del Congreso de los Diputados, tercera autoridad del Estado, para mantener un encuentro con su homólogo marroquí, Rachid Talbi El Alami, ha suscitado perplejidad entre los conocedores de las relaciones que vinculan a los reinos de España y Marruecos.

El motivo oficial para celebrar la cita institucional entre Batet y El Alami ha sido la preparación del V Foro Parlamentario Hispano-Marroquí, que oficialmente servirá para «profundizar en las relaciones entre los Parlamentos de ambos países y avanzar en la colaboración en los ámbitos de interés común».

Meritxell Batet es militante del PSOE, al igual que María Antonia Trujillo, la exministra socialista residente en Larache que hace poco más de un mes saltó a la polémica por unas declaraciones realizadas durante el I Congreso Internacional Relaciones hispano-marroquíes: presente y futuro, celebrado en Tetuán. Entonces, Trujillo, quien fue titular de Vivienda durante la primera legislatura de José Luís Rodríguez Zapatero, afirmó que las ciudades de Ceuta y Melilla suponen «vestigios del pasado» que «interfieren» en las relaciones entre Madrid y Rabat. Trujillo aseguró incluso que ambas urbes españolas suponen «una afrenta» para la «integridad territorial» de Marruecos. El Debate aportó una exclusiva al respecto. María Antonia Trujillo estaba a sueldo de una universidad pública marroquí y, además, despachaba directamente con el ministro de Educación marroquí.

El viaje de Batet a Rabat y las declaraciones de Trujillo en Tetuán se producen cuando en la opinión pública española aún perdura el malestar generado por el giro que ha impreso Pedro Sánchez respecto al Sáhara Occidental. Un giro que, de facto, ha significado reconocer la soberanía marroquí sobre dicho territorio ocupado, contraviniendo así tanto las resoluciones de la ONU como un consenso español en materia exterior que ha durado cuatro décadas. Tal cambio generó el pasado mes de abril en el Congreso de los Diputados una resolución parlamentaria de reprobación. El PSOE fue el único grupo parlamentario que apoyó la decisión de Pedro Sánchez. La próxima organización por parte de Meritxell Batet del nuevo foro interparlamentario hispano-marroquí se interpreta como una manera de reforzar la posición de los socialistas tras esta reprobación sufrida en la Cámara española.

Quedan lejos, por tanto, aquellas palabras de Felipe González en 1976, cuando proclamó que el pueblo saharaui iba a «vencer en su lucha» y que el PSOE estaría de su lado «hasta la victoria final».

Batet Rabat

Rachid Talbi Alami, portavoz del Parlamento de Marruecos, y la presidenta del Congreso de España, Meritxell Batet
EFE

Vigilar, seducir y castigar

¿Qué ha cambiado desde entonces? Para responder a esta pregunta, El Debate ha conversado con fuentes próximas a los servicios de Inteligencia españoles. Estos interlocutores señalan que los entornos cercanos al Majzen –la élite dirigente del reino alauita, agrupada alrededor del monarca; Mohamed VI en la actualidad– realizan una constante labor de captación de políticos occidentales para situarlos al servicio de los intereses de Marruecos.

«Su método de aproximación tiene diversas variantes. Cuando hay gente que viaja, se les invita a los mejores hoteles. Siempre hay alguien que se acerca... Muchos caen en la trampa. También es el momento de hacer ofertas económicas. La técnica está muy rodada. Pero diputados y concejales tampoco constituyen su objetivo prioritario. Marruecos pone el ojo sobre todo en políticos de alto nivel, habitualmente durante su etapa final en el cargo», señala el interlocutor para apuntar que este modus operandi en España comenzó tras la Transición, una vez consolidada la Democracia.

Siempre llamaron la atención los veraneos en Tánger de Felipe González junto con su primera esposa e hijos; veraneos que comenzaron en 1983, al poco de alcanzar la presidencia del Gobierno. González llegó a ser propietario en Tánger de un importante solar en primera línea de playa privada, literalmente contiguo con un balneario de Mohamed VI y de un palacio de veraneo de la Familia Real Saudí. Para frenar las especulaciones que generaba la finca, González vendió los terrenos al príncipe Salam de Arabia Saudí por la cifra de 2,5 millones de euros.

La reconocida amistad personal que Felipe González forjó con Hasán II, y posteriormente con su hijo, Mohamed VI, ha abierto dentro del PSOE un cauce de sintonía hacía el país vecino que luego ha prolongado José Luis Rodríguez Zapatero. En compañía del antiguo jefe de la diplomacia española, Miguel Ángel Moratinos, Zapatero realiza frecuentes viajes privados e institucionales a Marruecos.

Sobre estas recurrentes estancias, El Debate ha aportado otra información exclusiva: un foro promarroquí fichó como conferenciantes a José Luis Rodríguez Zapatero y a José Bono para defender los intereses de Marruecos en el Sáhara Occidental, negándose a revelar cuánto dinero pagó a los dos expolíticos por participar en el coloquio.

Más llamativo aún es el caso de José Bono, que ha pasado de mostrar una actitud crítica hacia el reino alauita a ser un claro defensor del plan de anexión marroquí sobre el Sáhara. Bono asistió en 2021 en Tánger a la boda de un importante empresario marroquí cercano a la Casa Real. Juan Fernando López Aguilar, Elena Valenciano y Trinidad Jiménez, exministra de Asuntos Exteriores, son otros políticos socialistas que han manifestado gestos de compresión hacia Marruecos.

El WikiLeaks marroquí

Las fuentes de Inteligencia cercanas a El Debate aportan documentos públicos que, más allá de toda especulación, explican la forma de trabajo de los marroquíes: «Entre 2012 y 2014 un hacker que se hacía llamar Chris Coleman filtró a internet cientos de documentos secretos que recogen las órdenes que el Servicio de Inteligencia Exterior marroquí dicta a sus embajadas, consulados y agentes destinados en diversos países. Aquí se constata su manera de efectuar los fichajes, que es tanto como decir cómo se realizan los pagos a periodistas, catedráticos, políticos, etc. El Sáhara supone de lejos su principal obsesión, dado que este territorio ocupado aporta un alto porcentaje PIB marroquí. Los papeles de Coleman no han tenido mucha repercusión en España, porque nadie se ha preocupado todavía por traducirlos del idioma francés, y Marruecos ha silenciado su repercusión dentro».

El chantaje también sería otra vía de actuación. Con motivo de la reciente subida al trono de Carlos III, la prensa británica ha recuperado el caso de cómo Hasán II habría presuntamente amenazado a la difunta Reina Isabel II con hacer públicos varios vídeos de dos de sus hijos, los entonces jóvenes Príncipes Carlos y Andrés, donde ambos, a comienzos de los años setenta, aparecerían realizando actividades de índole privada en ciertos bares de Marruecos.

Los medios ingleses han especulado con que, a cambio de no sacar a la luz los vídeos, la Reina accedió a extraditar desde Gibraltar a dos pilotos militares marroquíes que en 1972 escaparon hasta el Peñón para refugiarse tras un fallido intento de golpe de Estado en Marruecos. Tan pronto pisaron de nuevo territorio marroquí, Hasán II en el acto fusiló a los dos pilotos. Años más tarde, en 1980, Isabel II realizó su único viaje oficial a Marruecos, que sirvió para reforzar a nivel internacional a la monarquía alauita tras los convulsos años previos, durante los cuales Hasán II sufrió dos intentos de asesinato.

París bien vale una mezquita

Más conocido es el caso del ex ministro de Cultura francés y miembro del Partido Socialista, Jack Lang, recurrentemente implicado en supuestos casos poco convencionales en la ciudad de Marrakech. Lang continúa siendo hoy en día uno de los más activos miembros del lobby marroquí en Francia.

Otro método es el bulo. Tras su etapa en la presidencia del Gobierno, José María Aznar vivió en 2008 una polémica cuando el semanario marroquí de corte sensacionalista L’Observer du Maroc le señaló como el padre del hijo de Rachida Dati, exministra de Justicia francesa de orígenes marroquíes. Antes, Aznar había hecho frente al Gobierno de Marruecos en el caso de Perejil y con su defensa del Plan Baker de la ONU para el Sáhara; plan que no acepta la propuesta de anexión que el reino alauita pretende consumar con la excolonia española. El autor del bulo fue el empresario marroquí Ahmed Charai, presidente y CEO de Global Media Holding y editor de L'Observateur. El mismo Charai fue detenido, juzgado y condenado en EE.UU. por introducir dinero de forma ilegal en el país norteamericano. Su objetivo era financiar, más allá de lo permitido por las leyes estadounidenses sobre lobby, la actuación de agentes marroquíes en Washington. Charai también ha recibido en España una sentencia firme de condena por calumnias.

Otra indicio es la financiación de la campaña electoral que llevó en 1995 a Jacques Chirac al Eliseo. La prensa gala siempre ha sospechado que en aquellas elecciones, Chirac recibió de forma ilegal fondos provenientes de Marruecos. El objetivo era llevar las aguas de la política francesa hacia los intereses el reino alauita, tal y como luego sucedió con la postura de París en el caso de Perejil.

La forma de aproximación de los servicios secretos marroquíes es sutil cuando tratan con políticos occidentales, pero en el caso de naciones con mayor déficit democrático, principalmente las situadas en Hispanoamérica, Caribe y África, el acercamiento se realiza sin especiales rodeos. El dinero se pone abiertamente encima de la mesa, bien a cambio de información, bien para alterar decisiones políticas en favor de Marruecos. Por ejemplo, ofrecimiento en algún país del Caribe arrasado por un huracán la promesa de construir una escuela o un hospital, o quizás un programa de becas para estudiantes; todo a cambio de que dejen de reconocer a la República Saharaui. Luego la inversión termina concretándose, o no.

Los interlocutores de El Debate señalan que la mayor parte de la política exterior marroquí, así como su metodología de trabajo, está volcada sobre la cuestión saharaui. Su pretensión es que algún día el conjunto de la comunidad internacional reconozca la soberanía de Marruecos en el Sáhara Occidental para hacer que este territorio, anexionado de forma violenta e ilegal en 1973, pase a ser visto como una provincia más del reino alauita. De ahí las tareas, de lobby y de otro tipo, que realiza el Gobierno de Marruecos en el conjunto de Occidente, y que no solo afectan a políticos de todo signo, sino también a empresarios, catedráticos y periodistas. Para influir en la opinión pública, el Ministerio de Cultura marroquí financia estancias universitarias, cursos y becas. También diversas empresas informativas.

La directora del Centro nacional de Inteligencia, Paz Esteban

La anterior directora del Centro nacional de Inteligencia, CNI, Paz EstebanEuropa Press

Una Inteligencia bien financiada

Aunque el Majzen cuenta con bazas más importantes. Para empezar, sus potentes servicios secretos. Siendo Marruecos un país con un PIB diez veces inferior al español, su central de Inteligencia probablemente tenga un presupuesto diez veces mayor que el CNI, además de carecer de las restricciones propias de un Estado de Derecho.

Estos servicios marroquíes tienen una actividad muy intensa en toda Europa, incluida España. Aunque no se ha realizado una acusación oficial, algunos indicios apuntarían a que la Inteligencia marroquí estaría detrás del espionaje telefónico al Gobierno de Pedro Sánchez, hecho que terminó causando el pasado mes de mayo la dimisión de Paz Esteban, la anterior directora del CNI. Del móvil personal de Sánchez fueron extraídos más de dos 2 GBs de datos.

Otra forma de vigilancia se realiza a través de las mezquitas. La inmensa mayoría de los imanes marroquíes en España predican un Islam de corte oficialista y moderado, dado que son nombrados por el Ministerio Marroquí de Asuntos Religiosos, que depende directamente de Mohamed VI –el Rey marroquí también es el líder religioso del país. Este Ministerio está en conexión directa con el Servicio Secreto marroquí.

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