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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el martes en el SenadoEFE/Kiko Huesca

El laberinto catalán

Desmontando el último mantra de Sánchez: Cataluña está hoy mejor que en 2017

Tras las elecciones de noviembre de 2019 todo cambió y Sánchez se entregó a ERC, Bildu y Compromís

Tanto en el Cumbre del G-20 como en el último combate dialéctico con Núñez Feijóo en el Senado así como en el debate de presupuestos en el Congreso Pedro Sánchez ha afirmado, con rotundidad, que Cataluña hoy está mejor que la que él heredo en 2018. El presidente del Gobierno justifica los indultos, la reforma del delito de sedición y la próxima reforma del delito de malversación así como otras cesiones al independentismo como una forma de conducir a Cataluña hacia la normalidad. La teoría del Presidente del Gobierno es que cuanto más se cede ante el independentismo, más cómodo se siente este en España y menos conflicto hay.

La aplicación de estas mismas ideas en el pasado, ya fuera el pacto constitucional de Felipe González, el del Majestic de Aznar o el apoyo de los presupuestos que Rajoy dio a Artur Mas desmienten esta teoría. La afirmación de que Cataluña está mejor responde a que en la actualidad el independentismo, no por la acción de Sánchez, sino por la división política del separatismo, liderazgos débiles, corrupción y la lucha a muerte que libran ERC contra Junts está desmovilizando a las bases independentistas en las calles mientras mantienen intacto todo su poder político tanto en la Generalitat como en el Gobierno central, así como en la mayoría de administraciones locales catalanas.

El Sánchez de 2017 –que apoyó la aplicación del artículo 155 de la Constitución por el que se intervino en la autonomía catalana, que no dudó en tachar la actuación de Puigdemont de rebelión y que prometió que lo haría rendir cuentas frente a la justicia española– ya no existe.

Viraje radical

Tras las elecciones de noviembre de 2019 todo cambió y Sánchez se entregó a ERC, Bildu y Compromís. Además, los socios de gabinete de Sánchez: Podemos y en Comú Podem, son fuerzas políticas aliadas del independentismo. La formación del nuevo gobierno supuso un viraje de 270º en la política de Sánchez en relación a Cataluña y en general de su visión de España como nación. La perspectiva de Rodríguez Zapatero por la cual «la Nación –refiriéndose a España– es un concepto discutido y discutible» se ha visto incluso superada dado que hoy Otegui y Junqueras lucen la debilidad del Estado como muestra de su éxito.

El primer ministro de exteriores designado por Sánchez fue Josep Borrell, un catalán claramente antiindependentista y que a su paso por el Palacio de Santa Cruz desplegó una ofensiva internacional de respuesta a la campaña de ataque a España que no había llevado a cabo su predecesor, Dastis (PP) y que enterraría su sucesora, la socialista González-Laya.

Los datos sobre la evolución económica y social desmienten la afirmación de Pedro Sánchez de mejoría de la situación en Cataluña. Los indicadores a nivel social señalan, según la Fundación Foessa de Caritas, que el 29,1 % de la población catalana está en riesgo de exclusión social, eso suponen 6,1 puntos por encima de la media nacional. Desde 2018 hasta hoy el número de catalanes en riesgo de pobreza ha crecido 12 puntos.

El polvorín social y su evolución negativa no se limita a la pobreza, también afecta a las okupaciones. Cataluña lidera, según el Ministerio del Interior, el ranking de okupaciones a nivel nacional. Cuatro de cada diez okupaciones se producen en Cataluña, el dato no ha parado de crecer y la falta de efectivos judiciales y policiales, así como la condescendencia del poder político, en especial de los Comunes, que gobiernan Barcelona junto al PSC hacen el resto.

Uno de los motivos por los que los okupas encuentran en Cataluña el caldo de cultivo adecuado para llevar a cabo sus prácticas delictivas en un marco de impunidad es la falta de efectivos judiciales y policiales en Cataluña. La campaña de acoso a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, que ha llegado a extremos como la negativa de la Generalitat a vacunarles de la covid hace que cada año se vayan de Cataluña 700 efectivos a la vez que las peticiones de destino a esta comunidad sean anecdóticas, 30 el último año. Actualmente en Cataluña hay 1.100 vacantes, un 30%, de la plantilla teórica de 3.800.

La debilidad creciente del Estado en Cataluña no solo se pone de manifiesto por la falta de efectivos policiales sino también por la falta de jueces. La campaña contra el Juez Llarena, incluidos ataques a su domicilio en Sant Cugat o segunda residencia en La Cerdanya, las descalificaciones a los jueces realizadas desde el pulpito parlamentario, los medios de comunicación y los despachos de la Generalitat han llevado a que desde 2017 un total de 220 jueces hayan abandonado Cataluña y a que en la actualidad haya 107 vacantes por cubrir.

Si en el plano social de Cataluña vive un momento difícil en el económico las cosas no están mejor. En 2018 la Comunidad de Madrid supero a Cataluña en aportación al PIB nacional, 19,3 % de la capital frente al 19,1 % de Cataluña. Desde entonces Cataluña no solo no ha recuperado el liderazgo, sino que la brecha se ha ido abriendo. Asimismo, Cataluña tiene limitaciones para acceder a los mercados de deuda dado que lidera la deuda con el estado con más de 69.000 millones así como la deuda per capita que se sitúa por encima de los 11.000 €.

El cerco independentista a la Consejería de Economía, En la imagen, uno de los coches de la Guardia Civil que realizaban un registro con motivo del 1-O en la sede de la Consejería de EconomíaEfe

Tanto la Generalitat como el gobierno central y las patronales han afirmado reiteradamente que su objetivo era que las 4.267 empresas que abandonaron Cataluña por falta de seguridad jurídica tras el golpe de 2017 vuelvan a pero la realidad es que solo lo han hecho el 2 %. Es más, el goteo de salidas no se ha detenido y alcanza ya las 7.700 compañías en total. Solo en el primer trimestre de 2023 la facturación perdida por las empresas que abandonaron Cataluña fue de más de 500 millones.

Uno de los motivos que aducen las empresas para irse es la elevada fiscalidad de Cataluña, la más alta de todas las Comunidades Autónomas de España. El gobierno catalán alega que esta fiscalidad es precisa para compensar la falta de inversión del Estado en Cataluña, cuestión paradójica dado que ERC es socio de Sánchez y aprueba sus presupuestos presuntamente lesivos para los intereses catalanes. Además desde la Generalitat se afirma que la alta fiscalidad debe garantizar políticas sociales y educativas. Que la mayor fiscalidad garantice recursos para invertir en educación es falaz como pone de manifiesto el último informe PISA donde Cataluña cae 16 puntos y afirma que el 20% de los alumnos catalanes está por debajo del mínimo de competencias a asumir.

Disturbios durante el tercer aniversario del referéndum de independencia del 1 de octubre en CataluñaEFE

El coctel de populismo de extrema izquierda de Colau y de populismo separatista ha ahuyentado a los inversiones internacionales provocando que la inversión extranjera haya caído el último año de 3.433 a 3.040 mientras en la Comunidad de Madrid crecía pasando de 18.000 millones de € a casi 22.000.

Conclusión: Cataluña hoy no está mejor

Cataluña hoy no está mejor. Lo que si es cierto es que, tal como ha afirmado Junqueras hace pocos días, la política de claudicación de Sánchez frente al independentismo está creando las condiciones óptimas para que el desafío separatista al Estado de derecho vuelva a producirse y que el Estado tenga menos herramientas para proteger derechos y libertades de los ciudadanos catalanes víctimas de la próxima aventura independentista.