Investigación
Así está la frontera de Melilla medio año después de la tragedia: armas caseras, restos de ropa y montañas de basura
El perímetro de la valla de Melilla en el que ocurrió la tragedia del 24-J, en la que murieron varios inmigrantes, está repleto de restos del día que ocurrió la catástrofe humanitaria. Seis meses después de los hechos, el escenario está lleno de restos de armas caseras, trozos de ropa de los inmigrantes y montañas de residuos.
El Debate ha sido testigo en primera persona de la situación en la que se encuentra en la actualidad el puesto fronterizo del Barrio Chino, cuya estampa parece estar totalmente congelada desde el día fatídico. La valla que separa España de Marruecos contiene trozos de ropa de los inmigrantes. Cuando saltaron algunas de sus prendas se rompieron, quedaron enganchadas y aún continúan enredadas en la parte superior de la alambrada.
En los alrededores del puesto encontramos más restos de ropa. La mayoría de los atuendos que observamos son zapatillas de deporte, que los inmigrantes se quitaban para poder escalar con mayor facilidad. Muchos de esas zapatillas, hoy desemparejadas, siguen encajadas entre las distintas capas metálicas que bordean la carretera convencional que desemboca en la frontera.
También hallamos algunas de las armas con las que los inmigrantes se enfrentaron a los efectivos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Algunas de ellas eran caseras, como trozos de madera afilados en punta, y otras más convencionales, como simples navajas. De la misma manera, aún continúan en esta ubicación los botes de gases lacrimógenos con lo que se defendieron los agentes.
Todo el perímetro de la valla del Barrio Chino donde ocurrieron todos los hechos está rodeado por un amplio descampado en el que sólo hay tierra y vegetación. Entre las plantas sigue habiendo marcas del día de la tragedia. Algunos de los inmigrantes que lograron pisar territorio español acudieron al Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) de Melilla.
Otros, en cambio, se instalaron por los alrededores de la zona y dejaron rastro de su acampada: latas de cerveza y refrescos, cubiertos de plásticos y envoltorios de comida rápida que aún continúan en el suelo. El día que este periódico visitó el puesto fronterizo había dos ramos de flores junto al suelo de uno de los accesos como muestra de recuerdo a los fallecidos el día de la tragedia.
La cámara de seguridad
El Debate desveló en exclusiva la existencia de una cámara de seguridad en territorio español que fue testigo de la muerte de los inmigrantes. Sin embargo, desde el Ministerio del Interior sostienen que ese dispositivo estaba apagado el día en el que se produjo la catástrofe humanitaria alegando «que el puesto fronterizo estaba cerrado desde hace dos años». En cambio, esta afirmación no ha sido refrendada mediante ningún documento oficial.
Esta cámara de seguridad está a cinco metros del patio donde ocurrió la tragedia. El dispositivo es un dispositivo Hikvision modelo HWP-N5225IH-AR y está instalado encima de la antesala donde se apilaron los cadáveres. Concretamente, entre una chapa azul y un alambrado verde pegado a una de las garitas de la Policía Nacional.
El artefacto está anclado a una plataforma vertical, su visor es controlado de manera remota y puede girar 360 grados, lo que permite que la cámara tenga una imagen panorámica completa de todo lo que registra. Este modelo tiene un alcance de 150 metros y permite hacer hasta 25 ampliaciones de zoom. Así que, de haber registrado lo que ocurrió no solo se podría determinar si hubo muertos en territorio español, sino que, además, se visionaría si, como apuntan las investigaciones de la BBC, la Policía de Marruecos trasladó cadáveres de inmigrantes fallecidos de Melilla al lado marroquí.
Los muertos de la tragedia
Este periódico también ha publicado la existencia de un informe elaborado por la ONG Caminando Sin Fronteras que desmiente al ministro Fernando Grande-Marlaska al asegurar que hubo 40 muertos el día de la tragedia y no los 23 que sostiene Interior. «Si llorabas te pegaban de nuevo hasta que te partían las piernas o perdías el conocimiento», asegura uno de los supervivientes entrevistados por la ONG. El informe, titulado Masacre en la Frontera de Nador-Melilla 24-J, consta de trece páginas y denuncia hechos graves contra las autoridades españolas.
El informe asegura que España se ha aliado con Marruecos para utilizar la tesis de «la lucha contra las mafias» para normalizar y justificar la fuerza extrema. También critica la falta de transparencia y asegura que se ha impedido a los familiares de los fallecidos poder identificar a sus seres queridos. «No se ha podido saber si se han efectuado autopsias que revelen las causas de las muertes. Por lo tanto, no sólo se ha violado su derecho a la vida, sino también los derechos que asisten a las personas muertas y a sus familias» (...) «En el relato oficial los refugiados de la masacre son una masa sin historias, sin nombres (...) haciéndoles merecedores de la violencia y la muerte».
La ONG denunció que las autoridades españolas «fueron testigos de los hechos y usaron la información de lo que estaba pasando para apoyar las estrategias militares usadas por Marruecos». Como consecuencia de esta aleación, esta organización asegura que «ninguno de los dos países activó la colaboración para llevar ayuda y asistencia a las víctimas y con ello poder mitigar el impacto terrible de la tragedia».