La batería de Miguel Ángel Blanco y el monopatín de Ignacio Echeverría, la suma para agitar conciencias
El instrumento del concejal del PP se suma a la exposición permanente del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo
Ya estuvo el pasado verano de forma temporal, pero este martes llegó para formar parte de la exposición permanente. La batería en la que Miguel Ángel Blanco marcó los primeros ritmos se encuentra ya en el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria. Allí, en la sala dedicada a la 'Respuesta ciudadana al terror' se ha sumado a otros objetos de víctimas del terrorismo, como el uniforme de Jorge Díez, el ertzaina que escoltaba a Fernando Buesa y que murió en el mismo atentado, cartas escritas por los secuestrados Julio Iglesias Zamora o Publio Cordón… Pero sobre todo, se unido al monopatín que utilizó Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín, para repeler el ataque terrorista en el que falleció en Londres en junio de 2017.
El director del Centro Memorial, Florencio Domínguez, destacó en verano que «la batería va a hacer más cercano a Miguel Ángel Blanco porque los visitantes no van a ver solo al joven político que era, sino también a un joven que tenía otras inquietudes con las que se pueden identificar sobre todo los jóvenes que lo van a sentir mucho más cercano y que se identifiquen con las víctimas y se alejan de cualquier justificación del terrorismo», aseguró .
El héroe del monopatín
El padre de Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín, aseguró que «esas cosas están bien y hay que hacerlas. Es positivo transmitir ese ejemplo a los niños y a la gente joven, explicándoles que vale la pena ser bueno, aunque mueras por ello», en enero de 2020 cuando entregó el monopatín con el que su hijo salvó varias vidas en el atentado que perdió la suya.
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Son dos objetos que, por sencillos, calan mucho más en los ciudadanos que visiten el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo. Pero son dos objetos, quizá por su sencillez, agitarán mucho más la conciencia de los miles de jóvenes que, bien por su cuenta, bien con los centros educativos, visitan cada año el mayor espacio expositivo dedicado a las víctimas del terrorismo existente en España. Y por su presencia conjunta y, más aún tratándose de objetos de dos terrorismos diferentes, pueden llegar a multiplicar los efectos beneficiosos de concienciación entre aquellos que, por no haber vivido aquellos terribles años, ven el terrorismo como algo lejano, casi ficticio, olvidadizo.