I Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo
Joaquín Echeverría: «Lo único que pretendo es que la muerte de Ignacio sea útil»
El padre del llamado 'héroe del monopatín' pone a su hijo como ejemplo no solo para los jóvenes sino para toda la sociedad
Dicen que nada hay más duro que perder a un hijo. Joaquín Echeverría perdió a su hijo, Ignacio, cuando se enfrentó a unos terroristas para salvar la vida de otros viandantes en Londres el 3 de junio de 2017. Sin embargo, dentro de la tragedia, Joaquín ha sabido sobreponerse y buscar lo positivo de una tragedia así, el ejemplo que supone Ignacio. Un ejemplo que ahora podría llevarle a los altares.
–¿Qué importancia tienen este tipo de Congresos?
–Es necesario conservar la memoria de la historia reciente de España para aprender de ella y no repetir errores que se hayan podido producir. En el tiempo en que hemos vivido la violencia por movimientos terroristas, los cuerpos y fuerzas de seguridad, el Estado, la judicatura, etc., desarrollaron mecanismos y aprendieron técnicas de combatir al terrorismo y de minimizar los daños. Un congreso como éste hace que se recuerde. Pero para mí lo importante no es que las personas que están pendientes del terrorismo, las víctimas del terrorismo o las personas entendidas en este tipo de cosas, se reúnan y traten el asunto. Lo importante es que esto tenga eco en la sociedad, porque lo que es necesario es que la sociedad en su conjunto conozca esa historia.
–Los chavales de 20 años no recuerdan a ETA, pero el caso de Ignacio Echeverría es más reciente y en Londres, una ciudad a la que van muchos jóvenes, por lo que se pueden sentir más identificados.
–Ignacio resultó muy mediático, probablemente en parte porque estuvo desaparecido cinco días. Es decir, tardaron cinco días en decirnos que Ignacio había muerto y eso hizo que prácticamente todos los telediarios de todas las cadenas abrieran con Ignacio, día tras día, a preguntar qué había pasado con él. Y eso le dio un tremendo eco a su desaparición y después a su muerte. Entonces, yo creo que su muerte, desde ese punto de vista, fue muy útil. Fue muy útil porque hizo que en la mente de muchas personas el terrorismo fuera algo vil, algo malo en sí mismo, intrínsecamente malo y no fue justificado por nadie. Entonces a mí me parece que desde ese punto de vista, para la memoria de las víctimas del terrorismo, su muerte fue buena. Por otro lado, su muerte, al haber sido una persona con una vida ordenada, una vida decente, una persona que se esfuerza, me parece que también ha sido útil, porque pararse a pensar en que esa persona que lleva una vida en la calle, que andaba por el mundo en monopatín y que se vestía de la forma que se vestía, por otro lado, era un hombre que se esforzaba, que aprende cuatro idiomas y que se hace profesional en una materia específica, en la persecución del delito económico y que tiene ese mérito. Y entonces a mí me parece que todo eso ha sido bueno, intrínsecamente bueno, y eso es lo que quiero que su muerte sea útil.
–Y que murió por ayudar a otras personas.
En el mundo hay más personas buenas que malas. En España hay muchas más personas buenas que malas, porque si no, no habría quien viviera. Sería imposible vivir en España porque habría una violencia permanente. Y sin embargo, hay muchas buenas personas. Lo que pasa es que en Ignacio se da la la coincidencia de que siendo una persona de orden, una persona de buena conducta, además era una persona convencida de que había que defender a los demás cuando estaban en unas circunstancias de necesidad y tienen la oportunidad de ejercer su carácter y lo ejerce. Entonces, evidentemente eso también lo hace que su muerte tenga la singularidad de que es una muerte. No, él no eligió morir, pero sí eligió defender a otras personas que estaban en riesgo de muerte, sabiendo que la suya también corría riesgo de muerte. Y sin embargo, el decide, elige actuar, se arriesga a morir y muere.
–En el congreso se ha hablado mucho de los asesinatos sin resolver. En su caso, sí se sabe quiénes fueron los asesinos, aunque ahora estén muertos. ¿Qué siente hacia ellos?
–Esos terroristas a mí me producen indiferencia. A mí me parece que son irrelevantes, que no son nada. Son unos pobres desgraciados que se dejan engañar por una causa horrible, por una causa malvada que los convence de que van a recibir un premio en la vida eterna por hacerme la maldad en esta vida. Entonces me parecen unos pobres infelices.
–Y ahora se habla de una posible canonización.
–En el momento en que muere, un mes después, el día 12 de junio, el Vaticano publica una nueva vía de canonización. Esa nueva vía habla de las personas que entregan su vida por los demás, en lo cual encaja perfectamente. Posteriormente, en la Universidad de La Granda de Asturias, Universidad de Verano, el obispo Martínez Camino, que lleva a las causas de canonización en la Comunidad de Madrid, habla de la posible canonización de Ignacio y posteriormente hemos hablado con él con motivo de una misa que celebró un año después de su muerte y después en el obispado que nos convoca allí y nos habla de la posible canonización y nos propone que hagamos una asociación para que ganemos fuerzas con muchas personas, tanto desde el punto de vista del trabajo que va a ser necesario hacer, como incluso desde el punto de vista de la ayuda económica, porque el proceso va a tener que pagar viajes, va a tener que pagar tribunales y va a costar dinero. Y entonces este 3 de junio me parece que es el 3 de junio que cumple los cinco años, el Arzobispado de Madrid nos aprobará los estatutos de la asociación que creamos para intentar promover la posible canonización.
–¿Qué siente un padre ante la posibilidad de que su hijo sea santo?
–Para mí eso no cambia nada. Para mí, Ignacio es un hombre que entrega su vida por defender a los demás y que tiene un gran reconocimiento social. Entonces, para mí en el Cielo, a Ignacio no le va a cambiar nada. Lo que hagan las autoridades terrenales no va a cambiar su estatus, va a seguir teniendo el mismo estatus que tantos miles de millones de personas que están en el cielo y que no han sido canonizados. Lo que pasa que a mí me parece que, si a Ignacio se le canoniza, el efecto positivo que tiene su recuerdo, se potenciaría, se multiplicaría por mucho y entonces pasaría a ser más útil. Pero es el único cambio que se produce. Para mí Ignacio ya recibió suficientes honores y suficientes apreciaciones y no necesitaría ni una más. Yo sencillamente estoy dando esta entrevista y he participado en cosas porque pienso que mi presencia los recuerda a él y que su recuerdo es bueno para muchas personas cuando se ponen a pensar en cómo era y como murió.
–¿Qué pide para el día de mañana, tanto a la Administración como a la sociedad?
–Lo que pido es que Ignacio siga presente. Eso lo están consiguiendo los medios de comunicación. También las instituciones. En el Parlamento la propuesta de que le pida al Ayuntamiento de Madrid que la plaza que está frente al Congreso que pase a llamarse Plaza Ignacio Echeverría. Si eso se hiciera, las personas que vayan allí se acordarían de Ignacio, que es lo que yo quiero, que se acuerden por la utilidad de sus recuerdos. Y el eco que tienen estas cosas hacen que siga presente. Yo pienso que el hecho de que Ignacio siga presente es útil y es lo único que pretendo que su muerte sea útil.