Empieza la cuenta atrás
La legislatura entra en un bucle electoral con Sánchez pensando solo en remontar
El presidente busca cómo ser reelegido y sus socios cómo exprimirlo antes de que acabe el año por si no lo es. Los intereses dispares quedaron patentes este martes en el Congreso
El año nuevo ha traído el inconfundible aroma electoral al Congreso. De aquí hasta diciembre, éste lo impregnará todo a derecha e izquierda del hemiciclo. De hecho, ya lo empezó a hacer este martes, en el primer pleno de 2023.
Pedro Sánchez convirtió su comparecencia monográfica sobre los dos últimos Consejos Europeos en un panegírico. No de su Gobierno, sino de sí mismo y de su liderazgo en Europa. Destacó que 2022 acabó con un crecimiento del PIB superior al 5%, la inflación más baja de toda Europa y «niveles récord de empleo».
«Se trata de dar batallas en Bruselas y ganarlas», presumió el presidente. Quien llegó a decir que, cuando el PP gobernaba, España era un cero a la izquierda. «Solo importábamos de la UE rescates a nuestro sistema financiero y recortes en nuestro Estado del Bienestar», señaló.
Sánchez solo piensa en remontar. Tiene Presupuestos Generales para este 2023 y se dispone a seguir regando la economía española con los ingresos extra por la recaudación del IVA en 2022 y los Fondos Next Generation. El pasado 20 de diciembre, el Ministerio de Economía pidió a la UE un préstamo por valor de 84.000 millones de euros y otros 7.700 millones en subvenciones. El grueso, por lo tanto, es deuda. España ya ha recibido más de 31.000 millones de fondos europeos hasta la fecha.
En paralelo, de aquí a abril tiene previsto acometer una remodelación de su Gobierno para darle un impulso final, aprovechando las obligadas salidas de las ministras Reyes Maroto y Carolina Darias, candidatas a los ayuntamientos de Madrid y Las Palmas, respectivamente. Y, hasta las elecciones municipales y autonómicas, aún le quedan una decena de plenos en la Cámara Baja para moldear -con la complicidad de Meritxell Batet- la agenda parlamentaria según sus intereses.
Por ejemplo, volviendo a traer a debate la reforma de la ley del aborto, que se suponía que iba a ser aprobada definitivamente en el Senado el día 8 de febrero después de haberlo sido en el Congreso en diciembre. Pero como a los socialistas les interesa estirar la polémica tras lo sucedido en Castilla y León, han decidido modificar el texto en la Cámara Alta (con una enmienda transaccional) para así forzar su vuelta a la Cámara Baja.
«¿Tendremos una segunda oportunidad?»
Sucede, no obstante, que de la misma manera que Sánchez ve las elecciones en el horizonte, sus socios también. Los de Gobierno y los parlamentarios. Pero con otros intereses. A Unidas Podemos, ERC, el PNV y Bildu les han entrado las prisas. Si algo dejó claro el pleno de este martes fue que todos ellos pretenden exprimir al máximo a Sánchez, por lo que pueda pasar. Primero en mayo; después, y sobre todo, en diciembre.
«Estamos en año de elecciones y todos sabemos que eso dificulta enormemente las cosas. ¿Tendremos una segunda oportunidad? No lo sabemos, así que intentemos aprovechar el tiempo», le sugirió el portavoz de ERC, Gabriel Rufián.
Y para los independentistas vascos y catalanes aprovechar el tiempo es, como reconoció Aitor Esteban, «abordar el encaje nacional vasco y catalán». El portavoz del PNV ya advirtió a Sánchez que, en vista de que el Gobierno se ha decidido a abrir el «melón constitucional« en este 2023 para reformar el artículo 49 de la Constitución (y sustituir el término »disminuidos» por «personas con discapacidad», como viene contando El Debate), ancha es Castilla.
«Es usted un tipo con baraka y eso es un don, pero no se descuide. Es muy tentador pensar que esta legislatura está hecha, su vista está puesta más en la próxima legislatura. No pretenda llevarnos este año de la soga, no piense que todo está hecho. Este año le toca cuidar a sus socios», le advirtió Esteban. Y también la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua: «Inauguramos 2023 y cerramos legislatura. Estamos en el plazo de descuento para los avances», señaló.
Se palpa el temor de la izquierda a ser desalojada del poder, ya sea en Aragón, la Comunidad Valenciana, Baleares o la Moncloa. «Llevo 11 años en este Congreso, siete años con el PP y cuatro con la mayoría progresista. Y tengo la certeza que esta mayoría progresista debe seguir gobernando el país y la Generalitat valenciana», sostuvo el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, con más fe que convicción.
Y ese temor es más desde que el PSOE y sus socios vieron con sus propios ojos las decenas de miles de personas que abarrotaron la Plaza de Cibeles el sábado. Aunque el portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, lo redujera ayer a poco más que cuatro franquistas. «¿De verdad cree que esos discursos de odio son la mejor pedagogía democrática?, ¿piensan que los que estaban ahí, con la banderita del aguilucho, son los constitucionalistas de España?», le preguntó López a Cuca Gamarra.
También a ella se dirigió el propio Sánchez en su turno de réplica, mofándose del «plan oculto» que viene denunciando la oposición. «¿De verdad cree que hay un plan oculto? Eso, señora Gamarra, no se lo cree ni usted», le dijo.
Hubo un detalle que delató hasta qué punto el Gobierno está en campaña. Pero con los socios cada uno por su lado. En el pleno, el grupo parlamentario de Unidas Podemos dividió su tiempo de intervención entre sus cuatro portavoces, los de todas las confluencias: Pablo Echenique por parte de Podemos, Jaume Asens por la de los Comunes, Enrique Santiago por el PCE y Antón Gómez-Reino por las Mareas.
Todos, casi al unísono, pidieron a Sánchez que tenga «más ambición» -en palabras de Echenique- en lo que queda de legislatura. Instaron al presidente a que intervenga los precios de los alquileres en la nueva Ley de Vivienda (atascada en las negociaciones con los socios), embride la subida de las hipotecas de tipo variable y tope los precios de la cesta de la compra. Queda partida.