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Irene Montero, durante el pleno del pasado jueves

Irene Montero, durante el pleno del pasado juevesEFE

La crónica política

Sánchez da por amortizada a Montero y decide arrinconarla: «La paciencia tiene un límite»

El presidente ha dado orden de negar el pan y la sal a la ministra en la 'no negociación' de la reforma de la ley del 'solo sí es sí'. Está convencido de que su imagen está cayendo en picado

En la sala del reloj del Congreso, que se conoce comúnmente como la sala del escritorio, media docena de mujeres no quitaba ojo a la pantalla de la televisión mientras sus señorías votaban, poco antes de las dos de la tarde del pasado jueves, la nueva ley del aborto y la ley trans. Todas menos una, que estaba ocupada en grabar con su móvil las caras, aplausos y gestos de alegría de sus compañeras.

Las improvisadas actrices eran, todas, altos cargos del Ministerio de Igualdad. Entre ellas, la secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez, la jefa de Gabinete de Irene Montero, Lidia Rubio, e Isa Serra, asesora del departamento. La que filmaba era una asistente que no perdió detalle. Ni de eso ni del momento en que, acabadas ambas votaciones, 'Pam'–así le gusta que la llamen– corrió al pasillo a echarse en brazos de Montero en cuanto ésta salió del hemiciclo, con paso triunfal.

La anécdota refleja bien la manera de pensar del grupo de mujeres que se ha hecho fuerte en el Ministerio de Igualdad, en actitud numantina. Están convencidas de que están haciendo historia; historia que merece ser grabada para la posteridad y retransmitida casi en tiempo real por sus redes sociales.

Montero y su equipo saborearon aún un rato más la doble victoria parlamentaria. Salieron a la puerta de los leones a fotografiarse con los activistas del colectivo trans que habían estado en la tribuna de invitados, como la exsocialista Carla Antonelli. Todo era felicidad. Pero, a más de 2.000 kilómetros de Madrid, en Viena, Pedro Sánchez veía la jornada de este jueves de otra manera; la veía como el final del trayecto de Irene Montero.

El presidente del Gobierno ha dado por amortizada a su ministra de Igualdad después de la aprobación de las leyes del aborto y trans y con una reforma de la ley del 'solo sí es sí' en ciernes que está dispuesto a aprobar sin ella. Sánchez no puede echar a Montero del Gobierno y no lo hará, aunque ganas no les faltarían a los socialistas; pero sí puede arrinconarla los meses que le quedan a la legislatura.

Ione Belarra e Irene Montero en la sesión del Congreso

Ione Belarra e Irene Montero, en el CongresoEFE

Cuentan en el ala socialista del Gobierno, además, que el ambiente en la coalición se ha vuelto muy tenso a cuenta de la guerra del 'solo sí es sí'. Hasta el punto de que ha contaminado las reuniones del Consejo de Ministros, donde hay algunos que no se hablan con Montero e Ione Belarra. Porque no les gustan las críticas desaforadas que ambas, sobre todo Belarra, vienen vertiendo contra los socialistas. «La paciencia tiene un límite», señala una ministra del PSOE.

Sin avances

De entrada, el presidente ha dado orden de negar el pan y la sal a Montero en la 'no negociación' –porque ahora está suspendida– de la proposición de ley de reforma de la polémica norma. De hecho, transcurrida esta semana –otra más– sin avances, cada vez parece más plausible que no haya acuerdo entre el PSOE y el Ministerio de Igualdad y que la reforma acabe siendo aprobada con los votos del PP y, tal vez, también los del PNV y el PDeCAT. Y con la abstención de Unidas Podemos, ERC y Bildu.

Transcurrida otra semana sin avances, cada vez parece más plausible que la reforma salga con los votos del PP

En ese escenario trabajan ya en el PSOE, poniendo la venda antes de la herida y restando dramatismo a ese posible desenlace. En una conversación informal con los periodistas en la capital austriaca, Sánchez habló de que lo fundamental es aprobar la reforma y que con quién es secundario. También vino a decir que no sería ninguna tragedia votar por separado, y que ni por ésas la coalición corre peligro de ruptura.

Para seguir, la agenda legislativa del Ministerio de Igualdad de aquí a que acabe 2023 es prácticamente un folio en blanco. Montero no tiene ningún proyecto de ley pendiente, como sí los tienen Belarra (ya hay anteproyectos aprobados de la ley de familias y de la ley de los derechos sociales, aunque el escaso tiempo juega en contra de su aprobación definitiva en las Cortes) y la propia Yolanda Díaz, que está trabajando en el estatuto del becario.

Es más. La titular de Igualdad intentó quedarse con la ley contra la trata y la explotación de seres humanos y Sánchez, curándose en salud, se la ha encomendado a la ministra de Justicia, Pilar Llop (el anteproyecto fue aprobado a finales de noviembre por el Consejo de Ministros). No en vano, la prostitución fue en el pasado uno de los puntos de fricción entre el PSOE y Unidas Podemos y es de prever que lo vuelva a ser durante el camino de esta ley.

A mayores, Sánchez está convencido de que la imagen de Montero está cayendo en picado por su empecinamiento en mantener la ley del 'solo sí es sí', a pesar del goteo de rebajas de condena y de la alarma social suscitada. Aunque, en este sentido, será importante conocer el veredicto que dicte el movimiento feminista en las manifestaciones del 8 de marzo, Día de la Mujer.

En la manifestación principal por el Día Internacional contra la Violencia de Género, en noviembre, se escucharon gritos de «Montero dimisión» en presencia de varias ministras del PSOE. Por otra parte, el pasado lunes La Razón publicó una encuesta según la cual el 66,7 % de los votantes de Podemos está a favor de reformar la norma. Perder el apoyo de tus bases son palabras mayores.

Y, por último, la ministra de Igualdad tampoco tiene el respaldo de Yolanda Díaz. La relación entre ambas es manifiestamente mejorable –Pablo Iglesias no ayuda desde sus múltiples atalayas mediáticas, más bien todo lo contrario– y en Podemos se malician que la vicepresidenta segunda la quiere cuanto más lejos mejor en la confección de su nueva plataforma electoral, Sumar. Pero para los morados Irene Montero es, en sí misma, una línea roja de la negociación con la también ministra de Trabajo para concurrir juntos a las elecciones generales.

¿Está la ministra de Igualdad recorriendo las estaciones finales?

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