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Unidad de Música del Regimiento de Infantería “Inmemorial del Rey” nº 1, junto a músicos ingleses

Unidad de Música del Regimiento de Infantería «Inmemorial del Rey» nº 1, junto a músicos inglesesMinisterio de Defensa

Crónicas castizas

El himno de infantería no me gusta a ritmo de 'swing'

«…Si al caer en lucha fiera/ ven flotar/ victoriosa la Bandera/ ante esa visión postrera/ orgullosos morirán. / Y la Patria, al que su vida/ le entregó, / en la frente dolorida/ le devuelve agradecida/ el beso que recibió...»

Esta pieza la tenía guardada en el cajón, bueno en la memoria del disco duro, pero dado que pintan bastos aquí va. Las pasadas Navidades los músicos del Regimiento de Infantería Memorial del Rey nº 1 dieron un concierto a beneficio de Cáritas en el Teatro Monumental de Madrid.

El concierto fue espléndido, como casi todo lo que lleva factura Ejército. No faltó el obligado villancico. Al finalizar la orquesta, como clara concesión a las modas y al ya tradicional concierto de Año Nuevo en Viena, sonó la Marcha Radetzky con palmas incluidas. Lo que levanta la duda del motivo de esta interpretación. El mariscal Radetsky se negó a obedecer, durante a Revolución de 1848, al gobierno revolucionario de Viena que había ninguneado al Emperador de Austria y gritaba a los cuatro vientos el derecho de los pueblos del Imperio Austriaco a forma sus propias naciones.

Radetzky, fiel a su rey, a su juramento y a sus principios, se alzó en armas para impedir que la Lombardía y el Veneto se independizasen de la vieja Austria. Su gesto sirvió para que todo el ejército y la nación austriaca liquidase la revolución y los deseos separatistas de parte de los ciudadanos gobernador por los Habsburgos, primos de los Austrias españoles.

No sé si es este el motivo por el que el responsable del concierto eligió la Marcha Radetzky. ¿Vio algún parecido entre la Viena de entonces y el Madrid de hoy? Lo que sí está claro es que la Marcha se toca en el Año Nuevo vienés para recordar la victoria del Antiguo Régimen sobe la Revolución, aunque ya casi nadie recuerde el motivo por el que la escribió Johann Strauss 1848.

Una de las piezas que también se tocaron fue el Xilofón de Infantería, con el sargento Víctor Pellicer de solista. Se trata de una interpretación a ritmo de swing del Himno de Infantería. Uno de los asistentes, embajador de la Marca Ejército y que hizo la mili en Infantería en el 79, además de biógrafo de destacados generales, le expresó a un amigo allí presente su malestar por esa versión de la vieja canción de los infantes de España.

Recordó los miles de hombres que han muerto cantando ese himno: «…Si al caer en lucha fiera/ ven flotar/ victoriosa la Bandera/ ante esa visión postrera/ orgullosos morirán. / Y la Patria, al que su vida/ le entregó, / en la frente dolorida/ le devuelve agradecida/ el beso que recibió...». El caso es que su interlocutor le respondió que a él le pasaba lo mismo porque también era de Infantería. Eugenio tuvo que morderse el labio al oír esas palabras porque sabía perfectamente que su amigo fue objetor de conciencia para evitar el servicio militar. Y le vino a la memoria la ocasión en que le hicieron legionario de honor y en la misma ceremonia también se lo hicieron a Iñaki, el objetor.

Eugenio se pregunta para qué sirve todo eso si a alguien que evitó hacer el servicio militar, excusándose en razones de conciencia, el Ejército español le rinde honores imponiéndole el chapiri que tan duramente se han ganado otros sirviendo en los Tercios que fundaron los innombrables. Los objetores de conciencia no están en las siguientes estrofas: «Y volarán tus hijos ansiosos al combate/ tu nombre invocará. / Y la sangre enemiga en sus espadas/ y la española sangre derramada/ tu nombre y sus hazañas cantarán». Y no es que Eugenio no aprecie a Iñaki, digno padre de un montón de hijos, pero duele que quien no ha sudado la camisola de sarga, ni sufrido las eternas botas de Segarra alcance los honores sin sangre o al menos con sudor y aún más que se auto titulen infantes, como los de Rocroy, Empel, El Ebro o Kransy Bord.

Eugenio es hijo de militar, nieto de militares y biznieto de militares. Muchos de ellos se curtieron en los campos de Marruecos cantando: «Escucha, España, la canción guerrera/ canción que brota de almas que son tuyas/ de labios que han besado tu Bandera. / De pechos que esperaron anhelantes/ besar la cruz aquella/ que forma con la enseña de la Patria/ el arma con que habrán de defenderla. / Nuestro anhelo es tu grandeza/ que seas noble y fuerte…»

Al salir le comentó el hecho a su mujer, una aragonesa de las montañas. Ella le recomendó resignación y paciencia. Una virtud que se adquiere con el tiempo hasta que el tiempo se acaba.

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