Defensa española
Así vivieron a bordo de Elcano el histórico cruce del Cabo de Hornos
La historia de esta gesta marítima relatada por sus protagonistas
«Saber que bajo la quilla del barco descansan más de 10.000 hombres de mar que perecieron en el intento de hacer precisamente lo que estamos haciendo nosotros te lleva a pararte, pensar, disfrutar del paisaje y hasta rezar una oración por sus almas», explica Carlos Ameyugo, oficial a bordo del Juan Sebastián de Elcano, el buque-escuela de la Armada española que el pasado 28 de marzo hizo historia al cruzar a vela el Cabo de Hornos por primera vez en su historia.
El Cabo de Hornos es la parte más austral del continente americano, conecta el océano Atlántico y Pacífico, y atravesarla a vela es un auténtico hito que muy pocos han conseguido. «El barco iba navegando entre sus aguas despacio, con toda la dotación en silencio porque éramos conscientes de que estábamos pasando por un sitio insólito en el mundo...», comenta el brigada José Camuñas, director de la banda de música de Elcano.
Todos se quedaron impresionados por el paisaje salvaje e inhóspito que tenían frente a sus ojos, «ves una cantidad de islotes, peñones, montañas nevadas… Un paisaje desolador, pero terriblemente bonito; en el que se juntan todos esos accidentes geográficos con los nubarrones negros de tormenta y entre los que se llega a escapar algún rayo de un sol que no caliente absolutamente nada», según me describe el Alférez de Navío Ameyugo.
Unos 800 buques naufragaron en su intento de cruzar el Cabo de Hornos debido a la bravura de la mar y el viento, entre los siglos XVI y XX. Atravesarlo hoy sigue siendo igual de peligroso
Con esa escena impactante frente ellos tampoco olvidan que desde hace más de 100 años ningún buque de la Armada había atravesado sus aguas, aunque el Buque-escuela lo intentó durante el Crucero de Instrucción de 2018. La región está considera uno de los puntos más duros del mundo para los navegantes, pero «sabemos de su peligro y del respeto que hay que tenerle», aclara el Alférez.
Entre la tempestad y la calma
Antes de adentrarse en el Cabo de Hornos, tuvieron que valorar la situación climatológica porque si «se encadena una borrasca tras otra, con 8 metros de ola y vientos huracanados resulta absolutamente imposible navegar», advierte Carlos. Por suerte, entre ambas borrascas consiguieron encontrar una ventana de calma que aprovecharon para adentrarse y atravesarlo. Pero el Juan Sebastián de Elcano no afrontó esta gesta en solitario. La región de Hornos pertenece a Chile y su Marina apoyó al buque español con recomendaciones, cartas náuticas y dos oficiales chilenos embarcaron como asesores durante esta navegación.
Una vez dentro del cabo, el Juan Sebastián de Elcano vivió «cuatro estaciones en apenas unos pocos minutos», explica Ameyugo, con tres metros de ola y un «viento de poniente de unos 25 y 30 nudos, cielos cubiertos y visibilidad regular debido a las precipitaciones intermitentes de granizo y nieve que tuvimos».
Además, aguantaron temperaturas muy bajas y una sensación térmica próxima a los cero grados. Con este panorama tan cambiante «se siente una calma y una paz tensa. Saber que hace poco tiempo y más tarde esas mismas aguas van a ser mucho más peligrosas te invita a reflexionar», explica Carlos.
A pesar de las dificultades lo lograron, y rodeados por montes nevados y un paisaje impresionante, la dotación aprovechó para inmortalizar el momento con sus móviles. La noche del 28 de marzo la cubierta de Elcano estaba llena de nieve «con lo cual no se podía tocar, más que nada porque hacía tanto frío que los dedos no iban a responder bien para tocar los instrumentos», afirma Camuñas, pero «al día siguiente hicimos un conciertillo de pie para la toda la dotación porque a esa hora pasamos por el punto más austral» jamás navegado por Elcano.
Exactamente a la latitud 56º 00,366’ S, una cifra que no olvidarán jamás. En aquel momento, el himno de la Armada y Ganando Barlovento, otra canción militar, resonaron en el Cabo de Hornos.
Según dicta una tradición marinera del siglo XVI, el marino que cruce a vela este cabo podrá lucir un aro de oro en su oreja izquierda, cenar con un pie sobre la mesa y orinar a barlovento. Un raro privilegio más propio de esa época de piratas que de una Armada moderna. El viaje del Buque-escuela Juan Sebastián de Elcano continúa navegando los canales fueguinos del sur.
Pero, como explica Carlos, ya han pasado por los canales de Cockburn, Beagle y del brazo noroeste; y la isla del Diablo, frente a Ushuaia y Puerto Williams. Su próximo puerto será Lima, al que llegarán a mediados de abril, pero antes tendrán que pasar los canales patagónicos del norte y el océano Pacífico.