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El exvicepresidente del Gobierno y exlíder de Podemos Pablo IglesiasRober Solsona / Europa Press

Guerra en la izquierda

El nuevo altavoz de Pablo Iglesias despliega su artillería contra Díaz tras el veto a su pareja

  • Canal R(e)D, la televisión dirigida por el exlíder 'morado', ha sido un instrumento de presión durante las negociaciones entre Sumar y Podemos

  • Ahora difunde contenidos contra la vicepresidenta segunda del Gobierno, que ha fagocitado su partido y dejado sin escaño a la madre de sus hijos

Pablo Iglesias está que trina. El exvicepresidente del Gobierno y exsecretario general de Podemos ha utilizado durante las últimas semanas su nuevo altavoz mediático, Canal R(e)D, como un arma en la guerra entre Sumar y Podemos. Sus esfuerzos durante las negociaciones para que el segundo partido del Gobierno entrase en la coalición promovida por Yolanda Díaz no ha sido todo lo fructífera que Iglesias buscaba.

Podemos ha tragado con una disolución de facto en el proyecto de la vicepresidenta segunda del Gobierno a cambio de algunos primeros puestos en provincias donde es difícil que los 'morados' –ahora magentas– consigan representación y con la exclusión de algunos de los primeros espadas de Podemos de las listas, tales como Pablo Echenique o la ministra de Igualdad, Irene Montero.

El 9 de junio, una vez consumada la derrota que de facto supone que el partido que cofundó entre diezmado en la coalición de la izquierda radical, Iglesias está empleando ahora este canal proporcionado por el empresario Jaume Roures como un cañón mediático contra Díaz. El mismo día que se anunció que Sumar había logrado ese pacto entre una quincena de formaciones, Iglesias se limitó a comentar la noticia con una frase que, sin decir mucho decía todo: «Me voy a callar para que no se me caigan las lágrimas; eso sí, de orgullo».

Fuera de las cámaras y micrófonos de Canal R(e)D el exvicepresidente del Ejecutivo se desahogaba al día siguiente a través de una columna de opinión en el medio afín Ctxt en la que pedía a Díaz que rectificase sobre el «humillante» veto a su pareja y madre de sus hijos y le afeaba que fue él mismo quien le propuso al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que Díaz fuese su sucesora como mujer fuerte del ala podemita del Gobierno de coalición, una vez que él lo abandonaba para competir contra Isabel Díaz Ayuso por la Presidencia de la Comunidad de Madrid, con los funestos resultados para él y su partido conocidos por todos.

Ese mismo día, el reportero de la cadena Willy Veleta acudía al acto de presentación de la coalición, en el centro de Madrid, y preguntaba a distintas personas sobre el veto a Montero. El reportaje recogía varias voces que criticaban esta decisión. El exdirigente podemita promocionaba la pieza audiovisual en su perfil en la red social Twitter junto con un escueto comentario: «Impresiona...».

Ahora, la televisión que dirige ha dado cabida a un artículo extremadamente crítico contra Díaz dentro de la sección de tribunas de su página web en la que el periodista Raúl Solís se despacha a gusto contra la izquierda que, a su juicio, representa el Sumar de Díaz. Un periodista que el día que se supo del veto a Montero escribió: «A mí ahora mismo sólo me apetece decirle a Irene Montero que la quiero mucho, que gracias por haber puesto el cuerpo y que nadie nunca jamás nos defendió a las personas LGTBI y a las mujeres como ella».

Bajo el título de «El entierro en directo del 15-M», el articulista analiza el nacimiento de Sumar como el regreso de «la izquierda de los Clinton de provincias, la izquierda de la sección de Vida y Estilo de El País que confunde el arte con diseño de interiores y el ecologismo con la jardinería, una izquierda que tiene fobia a ser identificada con lo popular».

Solís se refiere al proyecto de la ministra de Trabajo como el de la vuelta a «la izquierda aristocrática, el hablar bajito para que no se enfaden los que mandan, aceptar que el poder marque los límites de lo posible y los viejos aparatos». En su columna, también tiene tiempo para referirse al líder de más País y ex mano derecha de Iglesias en Podemos. «La alianza del sector posibilista de Podemos, liderado por Iñigo Errejón, con los sectores de la vieja izquierda que vieron en el 15-M un peligro a su hegemonía política, es el regreso al pasado», apunta.

El artículo publicado en el altavoz mediático de Iglesias apunta a que la pugna entre Díaz y Montero no tiene que ver con un enfrentamiento personal, sino que responde a que «ambas representan dos posturas políticas que conviven en el espacio progresista que nació del 15-M».

«Yolanda Díaz, que es militante del Partido Comunista de España desde su juventud –prosigue–, representa una izquierda que ha aceptado la derrota impuesta por el Estado del 78, la coalición de los poderes judicial, mediático y económicos puestos al servicio de salvar España de cualquier opción que pretenda abrir el candado de las imposiciones que el franquismo dejó a fuego en la Transición. Yolanda Díaz no es la hija de un mozo de mudanzas, sino la hija de un dirigente de las Comisiones Obreras de Galicia. Comisiones Obreras, con sus muchos defectos y muchas virtudes, representa por excelencia lo que se ha venido en llamar 'franquismo sociológico'».

Imagen de Yolanda Díaz que ilustra la columna crítica en el canal de Pablo IglesiasEFE / Rodrigo Jiménez

Solís se recrea en su disección de Sumar y la califica duramente como «la izquierda que se viste, saluda y dice lo que el poder quiere que diga, se vista o salude. La izquierda perfumada que se abraza con Florentino Pérez a la vez que tira por la borda a sus compañeros y compañeras que ponen el cuerpo y por ello son maltratados por el poder mediático».

También se refiere a la plataforma de Díaz como el de «la izquierda ilustre que viaja de turismo a los barrios periféricos, la izquierda que no da miedo al poder porque no pone en peligro sus privilegios, que es capaz de vetar a un símbolo feminista de ámbito internacional como la ministra de Igualdad, Irene Montero, a cambio de que La Sexta no saque durante la campaña electoral el contador de violadores que han sido puestos en libertad por los jueces que incumplieron una ley pensada para proteger a las mujeres y no para rebajar condenas». Unas palabras que enrarecen aun más el ambiente en una izquierda radical que todavía tiene que acabar de definir sus listas para los comicios del 23-J.