El laberinto extremeño
El PP y Vox se enzarzan en una guerra de relatos y culpas en Extremadura que Vara aprovecha
Ambos son pesimistas respecto a la resolución de este nudo gordiano. Unos y otros han ido demasiado lejos como para dar marcha atrás y evitar unos nuevos comicios. Aunque ninguno los quiere
«María Guardiola es tan de verdad que escuece. Vox no ha querido negociar, ha querido imponer, maniatar y someter al Partido Popular extremeño y eso es no saber con quién se juegan la vida. Allá cada cual. María es una política íntegra y una mujer auténtica. Su palabra es su patrimonio. Entiendo que Abascal y compañía estén desconcertados». Así alabó este miércoles a la líder de los populares extremeños Santiago Martínez-Vares, su asesor de cabecera, en un artículo en El Plural.
No obstante, Guardiola no necesita que nadie hable por ella: desde que su choque con Vox regaló el martes la Presidencia de la Asamblea al PSOE, la lideresa del PP de Extremadura ha ido por todas las televisiones, radios y periódicos proclamando que no es no; que el partido de Abascal jamás entrará en un gobierno que ella presida. Ni antes, ni tampoco después de las elecciones generales. Y que ella no acepta chantajes.
Tanta ha sido su virulencia contra Vox, muy aplaudida desde la izquierda, que Guardiola ha levantado no pocas ampollas entre esos compañeros suyos del PP que sí han pactado con los de Abascal: en la Comunidad Valenciana, en Baleares y en decenas de ayuntamientos que, de no haber sido por las coaliciones, habrían caído del lado del PSOE, porque los socialistas fueron la fuerza más votada. Véase los ejemplos de Valladolid, Burgos, Alcalá de Henares, Elche, Mijas, Guadalajara y Toledo.
Mientras el PP y Vox andaban culpándose mutuamente de la falta de acuerdo, enzarzados en un cruce de relatos, el socialista Guillermo Fernández Vara hizo este miércoles lo previsible: colarse entre medias y anunciar que se presentará a la investidura, como ganador de las elecciones que fue (aunque empatado a 28 escaños con Guardiola).
Fernández Vara pidió que dejen gobernar a la lista más votada, aunque sabe que su candidatura está abocada al fracaso: el PSOE y Podemos suman un escaño menos que el PP y Vox, pero es la forma de poner el reloj en marcha, con la repetición electoral en el horizonte, en otoño. Y no solo: los socialistas quieren que el debate de su investidura, aunque sea fallida, sea el primer acto de una hipotética precampaña. Quieren demostrar que en Extremadura no hay alternativa a Fernández Vara; que es o él o el caos, en vista de la incapacidad de Guardiola de formar un gobierno sin Vox.
A esta hora, tanto en las filas del PP como en las de Vox son pesimistas respecto a la resolución de este nudo gordiano. Unos y otros han ido demasiado lejos como para dar marcha atrás y evitar unos nuevos comicios, con la paradoja de que ninguno los quiere. No obstante, el 23 de julio son las elecciones generales y el resultado condicionará lo que suceda en tierras extremeñas.
Distintas versiones
Las versiones de lo ocurrido durante la negociación no coinciden. El propio Alberto Núñez Feijóo se quejó este miércoles de que, cuando los responsables de Vox en Extremadura tenían un preacuerdo hilvanado, llegó Jorge Buxadé como emisario de Abascal para hacer saltar todo por los aires.
«Es bueno que en las comunidades autónomas los acuerdos se cierren entre los representantes de las comunidades autónomas y que no haya una invasión de cargos nacionales de ningún partido que dejen sin efecto las conversaciones que han mantenido los representantes de los partidos», lamentó. Se refería a la presencia del vicepresidente de Acción Política de Vox el martes en Mérida, desde minutos antes del comienzo del pleno de constitución de la Asamblea.
Desde Vox se dicen desconcertados. Aseguran que, en la Comunidad Valenciana, Feijóo dio autonomía a Carlos Mazón para negociar y alcanzar el acuerdo que él considerara, como así lo hizo, sin tutelas de Génova 13. Y que, sin embargo, en el caso de Extremadura la dirección nacional del PP es la que ha cortocircuitado cualquier posibilidad de pacto.
Y todo, afirman los de Abascal, por los cálculos de Feijóo de cara a las elecciones generales. Aseguran que el presidente del PP cree que dando un portazo a Vox en Extremadura va a conseguir una mayoría absoluta como la de Juanma Moreno en Andalucía. Es decir, cimentada en el voto prestado del PSOE. Pero ya avisan que el escenario no es ni parecido.
«Se ha sacrificado la alternativa en Extremadura por un interés de política nacional», lamentó este miércoles el propio Abascal en una entrevista en Canal Sur. Donde sostuvo que fueron precisamente los incumplimientos del PP en la primera legislatura de Moreno (cuando Vox votó a favor de la investidura tras firmar un acuerdo programático con los populares) los que han hecho escarmentar a Vox respecto del PP y su palabra. «Ahora tenemos claro que hay que estar en el gobierno para aplicar nuestras políticas», añadió.
Cuando María Guardiola era una desconocida más allá de Cáceres, la ciudad donde fue concejala hasta el año pasado, se decía que estaba llamada a ser la Ayuso de Extremadura. Sin embargo, en las últimas horas han quedado bien visibles las diferencias entre una y otra: Guardiola señaló el martes que no gobernará con un partido que «tira a la basura la bandera LGTB». Ayuso anunció este miércoles, durante su discurso de investidura, que reformará la ley trans que heredó de la expresidenta madrileña Cristina Cifuentes.