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Yolanda Díaz, durante un mitin en TenerifeEFE

Otro problema para Sánchez

Sumar no cuaja: el miedo a un pinchazo electoral de Yolanda Díaz atenaza a la izquierda

Las encuestas, todas menos el CIS de Tezanos, sitúan a la socia de Sánchez en un porcentaje de voto similar al de Iglesias en 2019. Que le vaya bien es fundamental para reeditar la coalición

Ya ha pasado un mes desde que Yolanda Díaz diera un portazo definitivo a Irene Montero y relegara a Podemos a un papel de corista en Sumar y, sin embargo, la coalición que lidera no termina de arrancar en las encuestas.

En vísperas del inicio oficial de la campaña, el temor a un gatillazo electoral de la vicepresidenta segunda cunde entre la izquierda. No solo en Sumar, sino también en el PSOE, que necesita a Díaz fuerte. De ahí que José Félix Tezanos simulara en el barómetro de CIS de este miércoles un subidón de Sumar que ninguna empresa sociológica ve.

El martes por la noche, el periodista Aimar Bretos hizo Íñigo Errejón una pregunta a bocajarro en la SER: «¿Por qué no termina de arrancar Sumar?». Haciéndose eco, así, de la preocupación existente en la izquierda por lo que vienen recogiendo los sondeos: en el mejor de los escenarios, Sumar obtendría un resultado similar al que obtuvo Unidas Podemos en noviembre de 2019.

De hecho, el último promedio de encuestas elaborado por Electrocracia para El Debate sitúa a la marca de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo en un 13,1 % de intención de voto. Y la candidatura encabezada por Pablo Iglesias hace cuatro años consiguió el 12,84 % de los apoyos, apenas tres décimas de diferencia.

La historia le suena a la izquierda, puesto que en la repetición electoral de junio de 2016 Iglesias ya vivió algo parecido. Él y Alberto Garzón, líder de IU, sellaron una coalición de izquierdas para tratar de mejorar los resultados que habían obtenido por separado en las generales de medio año antes. Y pincharon: Unidos Podemos, que así se llamó, solo obtuvo dos escaños más y se dejó en la gatera 1,2 millones de los votos que habían logrado por separado.

Pablo Iglesias y Alberto Garzón, cuando sellaron su coalición

Curiosamente, quien entonces se opuso con más vehemencia a la coalición con IU fue Errejón, que en 2016 era el número dos de Podemos. Este martes, él mismo Errejón, ahora líder de Más País y número cuatro de Díaz por Madrid, respondió así a la pregunta de Bretos sobre ese no arranque de Sumar, negando la mayor: «Yo he visto durante dos o tres días a una buena parte de los medios de comunicación, de los opinadores y de los expertos debatiendo sobre una propuesta de Sumar y dos días antes sobre otra», en alusión a la herencia universal para jóvenes planteada por la socia de Sánchez y la salida del trabajo una hora antes.

Ambas propuestas han acaparado muchos titulares, sin duda, pero no precisamente para bien. La herencia de 20.000 euros tuvo que ser corregida sobre la marcha por la candidata de Sumar, que primero iba a entregárselos a los jóvenes al cumplir 18 años y después a los 23. Y ha dejado al descubierto la otra cara de la moneda de Sumar: la de las diferencias de una coalición conformada por una quincena de partidos de muy distinta naturaleza. «No nos gusta el café para todos», señaló Joan Baldoví, de Compromís, una de esas formaciones.

Por no hablar del enfado de una parte de los votantes de Podemos por la exclusión de Irene Montero de las candidaturas y por decisiones como la de nombrar a la escritora Elizabeth Duval como portavoz de feminismo y derechos LGTBI de Sumar. Iglesias y Duval mantuvieron en marzo una acalorada discusión en Twitter, que acabó con el exlíder de Podemos pidiendo: «Señora, hágame el favor de soltarme el brazo y deje de hacer creer que se puede defender un proyecto político decente desde la tertulia de Ferreras», refiriéndose al programa Al Rojo Vivo.

A los socialistas les preocupa tanto o más que a Sumar que Díaz no dé el do de pecho, sino que se quede en un quiero y no puedo. Aunque, oficialmente, el mensaje que traslada el equipo de Sánchez es que su socia sigue en condiciones de disputar el tercer puesto a Vox. Que hay partido, al fin y al cabo.

Lo repiten machaconamente porque las opciones de Sánchez de seguir en la Moncloa pasan por que Yolanda Díaz dé el sorpasso a Vox. La Ley electoral d'Hont premia con un plus de escaños a la formación que queda tercera en las elecciones, aunque la diferencia en porcentaje de voto respecto a la cuarta sea pequeña. Ser el tercer partido más votado supone abrirse las puertas de una quincena de pequeñas circunscripciones y tener acceso a escaño en ellas. Toledo, Cáceres, León, Jaén, Albacete, Almería…

Se acerca la hora de la verdad para Yolanda Díaz, más de dos años después de que Iglesias señalara a la entonces ministra de Trabajo como su sucesora.