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El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Paula Andrade

Investigación

Historia de un plantón insólito: el día que Sánchez despreció a Europa y le dio un respiro inesperado a Putin

El líder socialista se ausentó de una cita crucial en Islandia sin dar explicaciones. El Debate consigue ahora reconstruir aquellos días de plantones y silencios que desbordaron al ministro Albares

Nadie lo entendió y él mismo no lo supo explicar. ¿Qué pudo llevar a Pedro Sánchez, poco tiempo antes de convertirse en presidente rotatorio del Consejo Europeo, a dejar plantado a todo el mundo en una reunión decisiva para intentar frenar a Putin y ayudar a Ucrania? ¿Por qué fue el único líder de peso que se ausentó de una Cumbre imprescindible para aislar a Rusia?

Todo eso ocurrió el pasado mes de mayo, en Reikiavik, y el propio Sánchez no tuvo a bien dar una explicación al respecto de su ausencia en una de las únicas cuatro cumbres del máximo nivel celebradas en Europa desde 1949. De nuevo, como en el caso de Marruecos, se extendió el silencio sobre una decisión controvertida.

Y ahora, pasados unos meses, tampoco es capaz de ofrecer una justificación verosímil, hasta el punto de que no desmiente siquiera la peor de las razones: que simplemente no quisiera desairar a Podemos, su socio de Gobierno integrado ahora traumáticamente en Sumar, y estuviera dispuesto incluso a enfriar la posición española al lado de Ucrania, en la línea de la izquierda radical exhibida sin tapujos en el Parlamento Europeo y el Congreso de los Diputados.

El presidente en funciones, a preguntas de este periódico, ha dejado en primera instancia que sea Albares quien ofrezca las oportunas explicaciones. En la respuesta del ministro de Exteriores, que obra en poder de este periódico y consta en una resolución del pasado 30 de junio firmada por su director de Gabinete, Diego Martínez Bello, Exteriores deja pocas dudas.

Albares admite que Moncloa no le ha comunicado el porqué de la ausencia de Sánchez al Consejo y las razones esgrimidas ante el Consejo para explicar su ausencia; tampoco le constan al ministro informes o cualquier otra clase de documento que expliquen por qué Sánchez le mandó a Reikiavik en su lugar.

Pero Albares calló sobre un hipotético «cambio de postura de España ante la invasión de Ucrania favorable a la Federación Rusa», en lugar de desmentirlo tajantemente. Esa documentación, en caso de existir, debería de estar en posesión de Moncloa.

Pero hay más. Presidencia, en sendos documentos oficiales que obran en poder de El Debate, con fechas 20 y 24 de julio, este último como consecuencia del silencio de Moncloa denunciado ante el Consejo de Transparencia, no ha querido aclarar si Sánchez había cambiado de postura en la guerra de Ucrania, razón por la cual se ausentaría de tan importante cónclave.

Presidencia explica ahora, sobre un posible «cambio de postura de España ante la invasión de Ucrania favorable a la Federación Rusa» y la documentación que obra en poder del Presidente del Gobierno acreditativa de ese supuesto volantazo, cuya existencia no niega, dado que de ser así habría dictado una resolución de inadmisión por no disponer de la misma, en que «no se está solicitando un documento o contenido concreto, identificado o identificable, que permita a este órgano verificar la existencia o no de la información, sino que se formula una solicitud en términos tan genéricos e hipotéticos que no resulta posible, con los medios técnicos de los que dispone este organismo, dar respuesta a esta solicitud».

Algo tan sencillo como apelar a razones políticas domésticas y aprovechar para reafirmar el compromiso español con Ucrania, pese a la equidistancia de los socios del PSOE, cuando no su comprensión hacia Rusia, le resultó imposible en ese momento a Sánchez y a su equipo.

Cabe recordar que Podemos, socio del Ejecutivo ahora en funciones, ha sido favorable a Rusia de algún modo y muy crítico con la UE, por lo que podría ser una razón de peso para que Sánchez optara por no añadir gasolina a un fuego ya prendido entre las distintas facciones de la izquierda.

Quedaban, cuando se ausentó de la cita europea, solo doce días para las elecciones Municipales y Autonómicas del 28 de mayo, y la tensión en la izquierda era patente y acabó, ya para las Generales, con el sometimiento del partido fundado por Pablo Iglesias a la plataforma encabezada por Yolanda Díaz.

El plantón islandés

Los jefes de gobierno de los países integrantes del Consejo de Europa se reunieron por cuarta vez en la historia el pasado mes de mayo en Islandia para buscar los mecanismos que permitirán llevar a los líderes rusos ante la justicia por la invasión de Ucrania. Sin embargo, Sánchez no fue y en su lugar envió al ministro de Exteriores, José Manuel Albares.

La razón esgrimida por Presidencia fue ‘cuestiones de agenda’, si bien todos sus asuntos eran rutinarios, con la salvedad de las elecciones del 28- M, a la vuelta de la esquina.

Sánchez priorizó el Consejo de Ministros, la sesión de control al Gobierno en el Congreso y un ‘cara a cara’ con Alberto Núñez Feijóo en el Senado, con el que Sánchez pretendía darle la vuelta a las encuestas. Algo que fue duramente criticado por la portavoz del PP Cuca Gamarra, al afirmar que “ninguna democracia europea va a faltar y si falta España es porque el presidente del Gobierno está haciendo campaña electoral en vez de cumplir sus obligaciones".

La importancia de la cumbre radicaba en la necesidad de buscar los mecanismos legales para poder juzgar a los líderes rusos por la invasión de Ucrania. Por ello, acordaron la creación de un «registro internacional de los daños causados por la agresión de Rusia contra Ucrania», con la intención de que se pudieran cuantificar indemnizaciones futuras.

Además, los líderes de los países que conforman esta organización creada en 1949 para promover la democracia y proteger los derechos humanos y el Estado de derecho en Europa, no suelen reunirse de forma habitual. Hasta la fecha solo lo hicieron en Austria (1993), Francia (1997) y Polonia (2005).

Resolución del 30 de junio firmada por el director de Gabinete de Albares

Paula Andrade

Sin embargo, Sánchez decidió atender a los asuntos domésticos, hacer campaña, presidiendo el Consejo de Ministros, protagonizando un ‘cara a cara’ con Feijóo en el Senado y acudiendo a la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Todo ello, a apenas diez días de las elecciones autonómicas y municipales en las que quiso poner toda la carne en el asador, pero que no obtuvo los resultados que esperaba.

El pasado 30 de junio Moncloa reafirmaba el papel clave de la presidencia del Consejo de Europa y se hacía eco de las declaraciones del presidente Sánchez, que destacaba «la gratitud y ambición para hacer frente a los retos globales», reiterando que «la guerra en Ucrania será una de las grandes prioridades de la PEUE, motivo por el que la Presidencia rotatoria iniciará su andadura este sábado con un viaje a Kyiv».

Ya habían pasado las Autonómicas, el pacto a regañadientes entre Sumar y Podemos se ultimaba y, quizá, Sánchez no podía permitirse otro plantón como el que mes y medio antes protagonizó con toda Europa mirando.

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