Crónica política
Las cesiones de Sánchez para la Mesa anticipan una rendición completa a Puigdemont para la investidura
Carles Puigdemont ha insistido en la necesidad de tener garantías de «cumplimiento» para apoyar una posible investidura de Pedro Sánchez. Hoy, el presidente en funciones comienza una nueva carrera para conseguir el favor del separatismo
Este jueves se materializaba el primer acuerdo de la legislatura entre Pedro Sánchez y sus socios independentistas. Las cesiones necesarias para ello se perfilan como la punta del iceberg de un plan a mayores donde el expresidente catalán fugado, Carles Puigdemont, tiene la sartén por el mango.
Los diputados tienen ahora carta blanca para evitar la lengua que nos une y poder expresarse en catalán, en vasco, en gallego o valenciano dentro del Congreso de los Diputados. Los socios separatistas, a sabiendas de la permisividad del presidente del Gobierno en funciones, aprovecharon el juramento de la Constitución para hacerlo a sus anchas con una suerte de fórmulas variopintas que poco o nada se parecían a lo que se precisa para el trámite. La queja de PP y Vox sobre lo sucedido provocó la rápida reacción de la recién nombrada presidenta del Congreso, Francina Armengol, que ha salido al rescate asegurando que todas estas fórmulas «se ajustan a la legalidad». No hubiese tenido sentido de otra forma ya que, un minuto más tarde, la expresidenta balear anunciaba que su presidencia «permitirá la utilización de todos esos idiomas».
Dicho y hecho. Las ruedas posteriores a la sesión plenaria se han desarrollado en las distintas lenguas cooficiales del Estado ante unos periodistas que, en su gran mayoría, no sabían ni de qué se estaba hablando. En el aire han quedado las soluciones futuras que pasarán, previsiblemente, por la contratación de traductores para los plenos, comisiones y demás celebraciones parlamentarias. Un gasto que quedará en nada comparado con la condonación de los 70.000 euros de deuda a Cataluña que pretenden arañar los separatistas.
Antes de que Sánchez tenga tiempo para tomar aire, el candidato socialista tendrá que ponerse manos a la obra para que los pactos de la constitución de Cortes se extiendan de cara a una sesión de investidura. Pero si el precio a pagar por el apoyo para la formación de la Mesa ha pasado por la «desjudicialización» del procés y el impulso del catalán en el Congreso y Europa, el escenario de las próximas semanas coloca a Sánchez frente a un Puigdemont que hace tiempo colocó sus cartas boca arriba: amnistía y referéndum de independencia.
Ha sido el propio Puigdemont el que ha recordado al socialista que el acuerdo alcanzado para la Mesa «no podía ir, en modo alguno, vinculado a la investidura»: «No nos van a mover promesas o voluntades políticas sin garantías de cumplimiento de quien no nos genera ninguna confianza». Además, el fugado ha insistido en que los «futuros acuerdos» deben llevar incorporado un «cumplimiento de forma comprobable». «La investidura está exactamente donde estaba el día siguiente a las elecciones», ha rematado.
Sin alternativa
El escaño del voto exterior, que supuso un diputado para el Partido Popular, dejó al pie de los caballos a Sánchez que necesita del apoyo de los partidos nacionalistas para permanecer en la Moncloa. El propio presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García Page, se ha posicionado en contra de las peticiones de los separatistas: «Puigdemont, que es el que tiene el mando a distancia de la legislatura desde fuera de España, no puede plantear ser el que decida. O se apea del referéndum y del proceso de 'brexit catalán' o la legislatura va a ser complicada», ha asegurado el barón del PSOE representando, una vez más, la corriente interna crítica con el líder de su partido.
Por el momento, se espera que la próxima semana de comienzo la ronda de consultas con el Rey que tendrá que proponer candidato a la investidura en un escenario tan incierto como poco prometedor para la unión de España.