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Pedro Sánchez, durante su comparecencia desde Bruselas tras la reunión de trabajo del Consejo Europeo

Pedro Sánchez, durante su comparecencia desde Bruselas tras la reunión de trabajo del Consejo EuropeoEFE

Estos han sido los tres fracasos de España a la cabeza del Consejo Europeo

Entre julio y diciembre de 2023, Sánchez pretendía meter las lenguas cooficiales en la Unión Europea y acordar las reformas farmacéutica y fiscal

El 1 de julio, España asumió la presidencia rotativa del Consejo de la Unión Europea, un cargo diplomático que, en manos del presidente Pedro Sánchez, se ha convertido en un vehículo para promover su agenda personal.

Pero, a punto de completarse el término, a España le han quedado tres asignaturas fallidas que suponen una mancha en el legado que pretendía dejar Sánchez: incluir el catalán el gallego en la lista de idiomas oficiales de la UE y cerrar dos acuerdos en reformas farmacéuticas y fiscales.

Con menos de un mes de presidencia restante, el Gobierno español enfrenta un escenario desalentador.

Las lenguas cooficiales

La propuesta española de incluir el catalán, el vasco y el gallego como lenguas oficiales de la UE parte de un esfuerzo por ganar apoyo político. Por ello, supuso un contraste en el rol de Sánchez como presunto mediador europeo.

Desde el inicio del debate sobre lenguas cooficiales, diplomáticos de la UE han puesto en duda la capacidad de España para ejercer un liderazgo efectivo, evidenciando una tendencia a llevar asuntos internos a la mesa europea.

Esta maniobra, impulsada en el contexto de las negociaciones con los separatistas catalanes, suscitó críticas y demandas de intervención para proteger el Estado de derecho en España.

Y la inclusión de estas lenguas planteó preguntas sobre las prioridades del gobierno de Sánchez y su enfoque en cuestiones que podrían considerarse más bien internas que de interés europeo general. Al fin y al cabo, incorporar las lenguas cooficiales a la Unión Europea supone un desafío tanto práctico como económico para el bloque.

La reforma farmacéutica

La reforma farmacéutica es complicada y controvertida y España quería colgarse la medalla de mediador y cerrar el acuerdo. Los parlamentarios españoles se esforzaron por equilibrar los incentivos para la innovación industrial y el acceso equitativo a los medicamentos.

La reforma pretendía actualizar un marco regulatorio que no se ha modificado en 20 años y su enfoque principal en la propiedad intelectual de los medicamentos generó un intenso debate.

La propuesta de la Comisión de reducir el período de protección regulatoria suscitó preocupaciones sobre una posible disminución en el desarrollo de nuevos medicamentos en Europa, evidenciando una división entre la necesidad de incentivar la innovación y garantizar el acceso a los tratamientos.

Por eso, aunque España centró esfuerzos en mantener un equilibrio entre los intereses de la industria farmacéutica innovadora y los de los productores de medicamentos genéricos y biosimilares, las posiciones encontradas dentro del propio Parlamento Europeo y la sociedad civil complicaron la tarea.

La reforma no se ha cerrado y es poco probable que lo haga antes que concluya el año, quedando fuera de la lista de logros de España.

La reforma fiscal

La reforma de las normas fiscales de la Unión Europea, el último proyecto que España esperaba liderar, se ha estancado.

Las negociaciones para revisar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, fundamentales para adaptar la política fiscal a la realidad económica del siglo XXI, se vieron obstaculizadas por divergencias en puntos clave como las salvaguardas de reducción de deuda y las exenciones para inversiones estratégicas.

A pesar de los esfuerzos de la ministra en funciones Nadia Calviño por alcanzar un acuerdo equilibrado, el tiempo apremia y el riesgo de volver a las normas anteriores, que podrían exigir sacrificios dolorosos para los países altamente endeudados, es cada vez más real.

La incapacidad de España para mediar de manera efectiva en estas negociaciones complejas pone de nuevo en duda su habilidad para ejercer un liderazgo significativo en la UE. La presión aumenta a medida que se acerca la fecha límite para alcanzar un acuerdo, y el reloj avanza inexorablemente hacia el fin del año, momento en el cual las reglas fiscales suspendidas temporalmente por la pandemia de COVID-19 podrían regresar a su versión anterior.

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