El comisario de Justicia Reynders promete que «vigilará muy de cerca» la ley de amnistía en un debate estéril
Apenas 70 eurodiputados han estado presentes en el hemiciclo de Estrasburgo con capacidad para 705
El debate sobre el Estado de derecho en el Parlamento Europeo de Estrasburgo ha finalizado sin un vencedor evidente, como se esperaba, y con un comisario de Justicia que ha jugado su papel de árbitro y al que no se le ha podido arrancar ni una promesa más que el de vigilar de cerca la ley de amnistía.
Los turnos de palabra se han sucedido uno tras otro sin apenas interrupciones menos las de algunos representantes de izquierda que, en términos generales, han sido los más acalorados en la defensa de la ley de amnistía. «Esperemos respeten el honor de este parlamento», rogó el presidente de la Cámara antes de empezar. Su ruego apenas duró 30 minutos.
La primera y última intervención le corresponde a la presidencia del Consejo que no estuvo representada por Pedro Sánchez. El presidente español tenía otras preocupaciones, se entiende. En su lugar estuvo Ángeles Moreno quien, con un tono seco, casi aburrido, enumeró la ristra de valores europeos que dicen defender sin que, curiosamente, señale que ninguno de esos valores ha sido respetado por aquellos a los que pretenden amnistiar.
El comisario Reynders acudió a la tribuna mirando al suelo concentrado. Sabía que no podía salirse ni una coma de lo que tenía escrito en el papel. Intentó parecer imparcial esgrimiendo el Informe sobre el Estado de derecho que publica la Comisión anualmente desde hace cuatro años.
Queriendo o sin querer, sembró de oportunidades a ambos bandos para atacarse. Criticó el bloqueo del CGPJ por parte del Partido Popular que «no se ha renovado a pesar de la urgencia y no se ha tomado medias para mejorar el proceso de nombramiento de los jueces».
Después atizó al PSOE por nombrar cargos en Justicia con vínculos políticos directos como es el caso de Dolores Delgado, y señaló la «incompatibilidad de cargos judiciales con cargos públicos» ya que «los jueces no pueden convertirse en políticos inmediatamente».
Como espectador, escuchar la violación flagrante da la independencia judicial española narrada por un extranjero resulta vergonzoso y humillante, en especial porque no se puede negar. Es un hecho. La independencia brilla por su ausencia y vamos camino de que todo vuele por los aires con la ley de amnistía.
Ese riesgo existe y Reynders lo sabe, pero quiso lavarse las manos como Poncio Pilatos tras mandar ajusticiar a Jesucristo. «La situación en España sigue siendo una cuestión interna que tendrá que dirimirse según su orden constitucional». La puñalada se sentía en el hemiciclo, a algunos socialistas se les dibujó una sonrisa sabiendo que eso les deja las manos libres -por el momento- al controlar Fiscalía, Abogacía y Tribunal Constitucional.
Como intentando reparar sus palabras, dijo inmediatamente después: «La Comisión Europea seguirá muy de cerca esta ley de amnistía». ¿Cómo se le explica a un político que el PSOE se está haciendo con todos los resortes del Estado precisamente a través de las leyes que el Parlamento aprueba en beneficio propio? ¿Cómo se le explica a un político el dicho español «hecha la ley, hecha la trampa»?
Aciertos y errores
El debate de hoy no tenía ninguna dificultad técnica. Los que estaban en contra de la amnistía solo tenían que esgrimir razones de Derecho y machacar hasta la saciedad la razón principal por la cual se quiere aprobar que no es otra que conseguir apoyos políticos para formar gobierno.
Nada tiene que ver con cuentos románticos de igualdad, unión entre pueblos o «nuevas formas de convivencia», como esgrimió la portavoz socialista española Iratxe García. No. Esto es un asunto de legalidad y de consecuencias irreparables para el Estado de derecho en España y en Europa.
El presidente del EPP, el alemán Manfred Weber, empezó fuerte entre aplausos de los suyos. Atacó a la izquierda pero luego citó a Felipe González pensando que eso ablandaría los corazones de los socialistas. Luego mencionó a Putin pensando que serviría de algo cuando es una carta que vale hacia afuera y no hacia adentro. El PSOE es un bloque de cemento, los argumentos ante los que generalmente los populares reaccionan no hacen mella en la forma de ser socialista.
Weber lo intentaba y lo intentaba pero los socialistas tenían por dónde coger a los populares: el CGPJ. García, López Aguilar y todo el resto de izquierdistas españoles no soltaron su presa en la hora de debate. «¿De qué separación de poderes nos quieren hablar, señores del Partido Popular?», preguntó irónicamente Iratxe García. Ese era el flanco débil y golpearon sin parar.
Dentro de los populares, la que más aplausos recibió de la Eurocámara fue la española Dolors Montserrat, quien apelando al corazón europeo quizás fue una de las que más consiguió enganchar de todo su grupo.
Los liberales no pudieron asistir como bloque unido, algo que sí se notó en el EPP, ECR e ID. En Renew hay liberales y 'liberprogres', que se dice: todos aquellos que compran agendas ideológicas de izquierdas pero que juegan a ser de centro.
Ciudadanos jugó bien sus cartas con Adrián Vázquez y luego, al final y en el descuento, con Jordi Cañas y Maite Pagazaurtundúa, pero los elementos díscolos como Izaskun Bilbao del PNV restaban fuerza al mensaje. ¿Qué hace el PNV con los liberales? Esa es una buena pregunta.
Por parte de Vox, Jorge Buxadé actuó como suele hacerlo en sede parlamentaria. Se crece en momentos complicados y parece un perro de presa. Tuvo tres minutos en los que no paró de lanzar ataques. Sin embargo, su apelación al Comisario no gustó al presidente y fue amonestado. Hermann Tertsch dejó en evidencia a un Carles Puigdemont desaparecido en la sala, escondido entre filas y dos de su equipo.
Por Junts salió al ruedo Antoni Comin quien desperdició su tiempo apelando a Weber e intentando comparar a ambos países. Fue el que más perdió los papeles junto al también español Manuel Pineda de IU. A Comin le amonestó el presidente de la Cámara hasta en tres ocasiones y tuvo que apagarle el micrófono. Pineda, más de lo mismo.
Representantes de izquierda no tardaron en avisar de los peligros del fascismo, de las esvásticas en Ferraz, del fin de la democracia con la ultraderecha, de la violencia contra las mujeres, del racismo y la xenofobia, etc. A más de uno se le pusieron los ojos en blanco mirando hacia el cielo como si estuvieran diciendo «ya empezamos de nuevo».
Una ley que no existe
Es cierto que sobre la mesa no existe nada con lo que la Comisión pueda trabajar como ha ocurrido en anteriores ocasiones. De hecho, ha sido una de las líneas de ataque de la izquierda esta tarde.
No hay precedentes de debate sobre una ley no aprobada pero, por otro lado, hasta el mismo comisario Reynders ha reconocido que la situación es excepcional: la multitud de solicitudes, preguntas y ruegos recibidas por la Comisión de ciudadanos, políticos, grupos parlamentarios y asociaciones no las han podido dejar de lado.
Los liberales, populares y la derecha han sacado una batería de ejemplos de lo que realmente significaría para el Estado de derecho y para la independencia judicial que se aprobara una ley semejante. La izquierda, como es habitual, ha usado argumentos más emotivos y ha intentado comparar la propuesta del PSOE con las 54 amnistías que han existido previamente.
Lo que sí ha quedado claro es que la Comisión hoy no se iba a mojar por mucho que los de uno u otro lado tiraran hacia donde les interesara. La situación es muy delicada y no quieren dar un paso en falso.
Reynders se ha remitido al Informe de situación del Estado de derecho que publica la Comisión cada año desde hace cuatro en el que, por cierto, ha dado palos al Partido Popular por no renovar el CGPJ. No hace falta decir que esto lo ha utilizado el PSOE para hacer sangre. Sin embargo, el PP no ha hecho lo mismo con todo el resto de las faltas listadas por el comisario.
¿Oportunidad perdida? Quién sabe. En diciembre se podría debatir de nuevo al respecto y ya, seguramente, con algo más que una propuesta de ley en la mano que sirva para respaldar las posiciones de los que defienden el Estado de derecho español y europeo.