Fundado en 1910

Javier Martínez-Fresneda, director general de NeosNEOS

Entrevista al director general de NEOS

Martínez-Fresneda: «El debate hegemónico es el de la Europa de valores frente a la Europa que no cree en nada»

La fundación NEOS nació hace dos años con el fin de aglutinar personas y propuestas para hacer frente a la deriva de Occidente. Ahora se lanzan a proponer a una alternativa.

Jaime Mayor Oreja impulsa desde hace años buena parte de la sociedad civil española que se aglutina en torno a los pilares de la vida, la verdad, la dignidad de las personas, la familia, la libertad y la defensa de la Nación Española.

Uno de sus proyectos es la fundación NEOS que ahora encabeza como director general Javier Martínez-Fresneda (Madrid, 1986). En apenas dos años desde su formación ya ha iniciado su expansión por el territorio nacional y forma parte de varias redes trasatlánticas e iberoamericanas.

En esta ocasión hablamos sobre el análisis de situación que hace la fundación, si la enfermedad que sufre España es algo exclusiva o compartida por otros países de nuestro entorno y sobre el futuro de una Europa que ha dado la espalda a su ser, razón por la cual puede dejar de existir más pronto que tarde.

— ¿Dónde se sitúa NEOS dentro del panorama político que existe en España? Los tiempos cambian.

— NEOS es la crónica de un diagnóstico cumplido. Nace en torno a un diagnóstico de Jaime Mayor Oreja sobre dos pilares principales: en primer lugar, que todas las crisis que vivimos –institucional, económica, financiera, política– vienen en realidad de una primigenia que es una crisis de valores, de fundamentos. Eso yo creo que hoy en día nadie lo pone en duda, y es algo que no solamente vemos en España, sino que es algo común a toda la civilización occidental.

Y en segundo lugar, en el ámbito político, Jaime denunció hace mucho tiempo cómo esa alianza entre separatistas y elementos de la izquierda más radical, junto con el propio PSOE, iba a poner en riesgo el proyecto constitucional del año 78. En aquel momento a Jaime le tildaron de loco por su visión política y de capillitas por el tema de los fundamentos. Yo creo que hoy en día se están cumpliendo paso a paso y es la razón por la cual NEOS es más necesario que nunca.

Como proyecto nace hace dos años para decir «basta ya» a determinadas cosas y, por eso, nuestro lema es «Porque no todo vale». Lo que hemos hecho ahora es dar un paso más y proponer también una alternativa. Hemos puesto sobre la mesa un plan de acción para decirle a la gente que resistir, que hay que hacerlo, está muy bien, pero que resistir sin una propuesta alternativa no deja de ser un loable ejercicio de obstinación. Proponer una alternativa ya es algo diferente. En la presentación de la asociación en Oviedo también señalé que proponer una alternativa sin voluntad de resistencia era un acto de ingenuidad.

— ¿Por qué?

— Porque al final el que cree en una alternativa, pero no se resiste a lo que hay enfrente, de alguna manera está pensando que en algún momento le van a dejar los de enfrente poner en marcha su alternativa, cosa que es radicalmente imposible. Partiendo de esa base, aquí lo que decimos es: aceptamos el diagnóstico, proponemos resistir y, además de resistir, proponemos una alternativa.

— ¿Ese diagnóstico es válido a nivel europeo, es decir, las dolencias españolas son asimilables a otras dolencias europeas?

— Absolutamente. Yo no solamente diría europeas, sino occidentales en general. Al final todos los occidentales somos más o menos de una misma familia y esto es como las enfermedades: se sabe que determinadas familias tienen tendencia a ser todos diabéticos o a tener un determinado tipo de cáncer. Pues eso es lo que nos pasa. Nosotros entendemos desde NEOS que es una dolencia común a Occidente.

Resistir, que hay que hacerlo, está muy bien, pero resistir sin una propuesta alternativa no deja de ser un loable ejercicio de obstinación

Es evidente que hay acentos nacionales diferentes, pero tenemos muy claro que hay una raíz de crisis de valores y de fundamentos que se puede aplicar perfectamente al resto de países de Europa y de toda la civilización occidental. Y a Iberoamérica, también.

— ¿Cuál ha sido la expansión de NEOS en estos dos años de vida?

— Por el momento se está haciendo un esfuerzo por estar presente en varias ciudades españolas. Nosotros creemos que desde Madrid hay veces que no se es consciente del debate cultural que hay en otras ciudades de España y por eso vemos la necesidad de abrir sedes NEOS en otras ciudades. Te pongo un ejemplo: Madrid es un ejemplo magnífico del apoyo a la educación concertada, y hay una gran capacidad de los padres de elegir a qué colegio pueden llevar a sus hijos, pero nos contaban el otro día en Zaragoza, que en Aragón ha sido una auténtica pesadilla ya que no han autorizado prácticamente conciertos en educación en las últimas décadas. Si no tuviésemos esa oficina en Zaragoza, no lo sabríamos.

Centrados por el momento en España, nuestras relaciones actuales se conforman a través del networking internacional. En este sentido estamos presentes en Political Network for Values –una asociación muy centrada en el ámbito atlántico con el que compartimos este tipo de de preocupaciones–, también en One of Us –la federación que fundó Jaime Mayor Oreja en defensa de la vida– y tenemos muchísima relación con redes iberoamericanas. Tampoco es que haya un proyecto de estar presentes en todos los lugares, más bien NEOS nace con una voluntad aglutinadora. Lo que queremos es estar en contacto con personas que entienden y comparten nuestro diagnóstico y nuestra propuesta.

— ¿A nivel europeo, qué proyección hay? ¿Consideran que hay partidos o grupos en donde se puede incidir y hacer campaña a favor de estos valores? ¿Es la UE un lugar en donde estar presentes?

— No solamente creemos que haya espacio, sino que cada vez es más palmario que es el debate principal. El otro día escuchaba a Jaime señalar que en Europa el debate ya no será de izquierda y derecha, sino que será entre los relativistas y los que creemos en principios y fundamentos. En ese sentido, en España el debate todavía no ha entrado plenamente en ese rubro, pero que en otros países europeos estamos ya ahí.

Se podría decir que el debate hegemónico es el de la Europa de valores frente a la Europa que no cree en nada

Lo que ha sucedido en Italia con Georgia Meloni y lo que viene sucediendo en las últimas décadas en Polonia son dos ejemplos. El caso de Hungría es un caso paradigmático. Ahora vienen elecciones alemanas y en poco tiempo empezará de nuevo el ciclo electoral francés… Es decir, no solamente es un debate que tenga espacio, sino que yo creo que va a ser el debate hegemónico de aquí a poco tiempo, en medio plazo. Se podría decir que el debate hegemónico es el de la Europa de valores frente a la Europa que no cree en nada.

Escuchando a Miguel Ángel Quintana Paz hace poco, decía que el mundo de las ideas es como en la física: el vacío total no existe. Cuando tú eliminas algo, siempre hay otra cosa que ocupa ese lugar. Del mundo de las ideas se ha pretendido eliminar el fundamento del humanismo cristiano. Eso se quiso rellenar con una propuesta relativista que ya hemos visto que ha derivado en nihilista y que, a su vez, ha sido sustituida por un montón de propuestas verdaderamente alarmantes.

Entiendo que es muy difícil defender la existencia misma de una idea de Europa negando los valores que nosotros defendemos. Es decir, quizá si Europa avanza en esa senda nihilista, relativista, woke o como lo quieras llamar, se debería cambiar hasta de nombre, porque no es la Europa que nosotros hayamos conocido. Hay que recordar no solamente de dónde viene la bandera de la Unión Europea, sino que el primer tratado relevante de fundación de la Unión Europea es la ciudad de Roma. Y no era porque Italia tuviese un peso específico, sino porque se buscaba la unión con un elemento esencial: con la civilización romana, con lo que representa el Vaticano… Si Europa da pasos alejándose de ese significado, yo creo que estará cada día más perdida.

— Recientemente ha habido un gran revuelo por los avances en la reforma de los Tratados de la Unión Europea que supone la creación de un superestado con competencias hasta ahora exclusivas de los países miembros. ¿Cuál sería el modelo de Europa ideal para Neos?

— Nuestro modelo de Europa se resume en la frase ‘Unidos en la diversidad’. Yo creo que para conservar un espacio de unión y de sana alianza como es la Unión Europea no hace falta evolucionar hacia un proyecto absolutamente unificador. Uno de nuestros principales valores es la libertad. Nosotros creemos que todos los europeos deben desarrollar su proyecto nacional con total libertad y en función de sus características propias y de su tradición, y creemos que eso no merma el proyecto europeo. Más al contrario, lo fortalece.

Tampoco nos oponemos a la idea de los Estados Unidos de Europa. Ahora bien, el problema radica en quién lo abandera. Quienes promueven en estos momentos ese proyecto de Estados Unidos de Europa son precisamente aquellos que son más enemigos de la libertad. Los que nos quieren unificados en torno a las nuevas religiones laicas del wokismo, el feminismo, el ecologismo, etc. Cuanto más caminemos en esa dirección, más se aleja Europa de la idea que tenemos en la cabeza.

— Dado el análisis que nos ha presentado, ¿cuáles serían las tres acciones más necesarias a llevar cabo en este momento?

— En primer lugar, siempre tenemos un foco puesto en la siembra para el futuro. Para nosotros la juventud es clave. ¿Cuál es la primera línea de actuación? Sin duda alguna, liberar a la educación del yugo del adoctrinamiento al que se quiere someter, y lo bueno es que es el momento de hacerlo. Es decir, hay una inquietud, un sano sentimiento de rebelión dentro de la juventud que demanda esto.

Segundo vector: volver a poner encima de la mesa el valor de la verdad. Yo creo que es muy difícil avanzar hacia el futuro sin decir la verdad a los demás, pero sobre todo decírsela a uno mismo. Hablabas antes de proyectos de reforma de la Unión Europea: la desafección con ella cada vez es más grande. En este caso concreto, si Europa piensa que los europeos estamos encantados con ella, es posible que se pierda en el camino.

Y en tercer lugar, hay que trascender la actual división de buenos y malos. El buenismo está matando buena parte de los proyectos de convivencia de las sociedades europeas. Esto tiene también mucho que ver con fenómenos de inmigración descontrolada. Acabar con el buenismo, acabar con lo políticamente correcto en torno al valor de la libertad, haría mucho por construir esa Europa. Cuando vemos problemas absolutamente evidentes en las sociedades europeas y que no se quieren abordar de verdad por una frontera autoimpuesta del buenismo, le estamos haciendo un flaco favor.