La «indignadísima» indigna
Francina Armengol, la «indignadísima», es indigna de estar ni por un segundo más. No puede seguir manchando y degradando el lugar donde reside la soberanía del pueblo español
A la «indignadísima» presidente del Congreso de los Diputados, lo siento pero yo respeto la lengua castellana, española para el mundo, le ha durado el engolamiento y su impostada puesta en escena lo que han tardado en aflorar los documentos, hechos y actitudes que la señalan como clamorosamente indigna de ocupar tal puesto, de máximo rango en nuestro Estado e, igualmente, de mantener su escaño como diputada de la Cámara. Si le aplican la «doctrina Ábalos» ya debería el señor Sánchez habérselo demandado. Pero claro, es que ya no le vale el cuento, ni ha servido de nada la operación intentando bloquear el paso con un saco terrero porque ya no dan abasto a achicar aguas de la inundación de porquería que tienen debajo y pues a cada instante asoman más cerezas enristradas y podridas por todos los lados. Hasta en su propia casa. Porque ya están en la cola el canario Torres, ahora ministro, el líder del PSC, Salvador Illa, ministro de Sanidad anteriormente y el que sigue aún con la cartera de Interior, Fernando Grande-Marlaska amén de la recua de altos cargos dependientes de la cartera donde estaba el nido de las ratas.
Pero volviendo a la prima donna del momento, los hechos ya documentados de las trampas y falsedades engarzadas una tras otra por la señora Armengol para tapar el fraude y la estafa de las mascarillas durante su presidencia en Baleares, la inhabilitan de plano y hacen insostenible que pueda seguir en tales desempeños a los que fue aupada por obra y gracia de don Pedro tras haber perdido estrepitosamente las elecciones autonómicas, en las que las urnas juzgaron y sentenciaron toda una trayectoria de gobierno plagada de desatinos e irregularidades, algunas tan escabrosas como el escándalo de las menores tuteladas... y prostituidas.
Tampoco su actitud en la pandemia fue para nada ejemplarizante y el botón de muestra lo tuvimos en aquel trasnoche de copas hasta ser sorprendida a las 02:10 horas de la madrugada por la policía local de Palma de Mallorca, saltándose las restricciones horarias a las que el resto de los ciudadanos estábamos obligados.
Ahora lo que va desvelándose y documentándose negro sobre blanco es mucho más grave y, tarde lo que tarde en poderse dar el paso, cada vez hay menos dudas de que habrá de responder ante los tribunales. Porque resulta cada vez más evidente que compró sin comprobación alguna, pagó a escape, dejó almacenado y oculto durante tres años el material inapropiado e inutilizable, adquirido atendiendo a «recomendaciones» partidistas y al servicio de una trama corrupta y no reclamó por el perjuicio ocasionado a las arcas públicas hasta que, viendo ya perdido el poder y un día antes de que tomara posesión su sucesora y vencedora en las urnas Marga Prohens, hizo la pantomima de exigir lo que antes no había exigido para procurarse con ello una coartada.
Cada día aflora una nueva evidencia y por más que se haya tocado a rebato a la prensa adicta y sincronizada al servicio de Moncloa para que se desgañite en su defensa por las tertulias y todo tipo de altavoces mediáticos, su situación resulta cada vez más insostenible. Francina Armengol, la «indignadísima», es indigna de estar ni por un segundo más. No puede seguir manchando y degradando el lugar donde reside la soberanía del pueblo español. La entrega del acta y la dimisión de su cargo son perentorias para salvar la decencia y el prestigio de la institución.
No hay excusa ni trapacería que valga, señorías. Es su deber, sencillo y claro, ante el pueblo soberano. No hay otra y lo saben. Y si no lo hacen ustedes, se cubrirán de oprobio y habrían de quedar también éticamente inhabilitados para los restos.