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Imagen del chalé de Chiloeches donde se produjo el crimen

Imagen del chalé de Chiloeches donde se produjo el crimenEFE

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Los tres detenidos del triple crimen de Chiloeches confiesan: «Sí, entramos en la casa y matamos»

Una confidencia de Laura, hija del matrimonio, animó a los asesinos a asaltar el chalé de esta pequeña localidad de Guadalajara para robar

No, no entra solo uno en la casa, mientras otro espera en el coche y el tercero encubre el crimen. No ocurrió así. Según la confesión que ha conocido en primicia El Debate, la secuencia de los hechos en el suceso de Chiloeches (Guadalajara) es bien distinta. Los tres implicados narran a la policía los mismos hechos y no se echan la culpa entre ellos.

Son amigos de pandilla de Laura, aunque en realidad ella los conoce a través de su novio, que no está implicado. De hecho, habían visitado a la joven en su chalé de Chiloeches en alguna ocasión. Allí dentro, un día, hablando con ell,a se produjo una conversación de este tenor:

Detenidos: Se nota que por la decoración hay pasta en esta casa, tus padres ganan bien. ¿Cuánto dinero pueden tener en efectivo?

Laura: No sé, pero entre 15.000 y 20.000 euros.

Detenidos: Eso es un dineral, sin duda.

Laura: No, no es nada comparado con la colección de relojes que tiene mi padre, eso sí que vale una pasta.

Detenidos: Con tanto dinero dentro, tus padres deben dormir con miedo.

Laura: Miedo ninguno. Duermen muy tranquilos.

Detenidos: ¿Porque tenéis muchas medidas de seguridad?

Laura: Qué va, si dejan la puerta de detrás, la de la cocina, siempre abierta sin echar la llave.

Los tres se quedaron con la idea en la cabeza. El chalé de Laura era como la cueva de Alí Babá y encima con un acceso franco. Solo tenían que saltar la valla. Lo hablaron y diseñaron el plan.

La urbanización esta vallada en su perímetro y para acceder a su interior tienes que pasar una garita de control. Allí un vigilante de seguridad graba la matrícula de cada coche que accede y levanta la barrera si conoce al conductor. Si no, no le deja pasar.

La Guardia Civil, durante los registros al chalé de Chiloeches

La Guardia Civil, durante los registros al chalé de ChiloechesEFE

Franquearon esta pega porque uno de ellos vivía en la urbanización. Llegó con su coche en la madrugada del viernes al sábado. El guardia lo dejó pasar: era vecino. Los otros dos compinches iban escondidos. Así que no les vio. El conductor llegó hasta su casa y aparcó allí.

Del vehículo, aprovechando la oscuridad, descendieron los tres asaltantes. Se dirigieron caminando a la casa de Laura. Al llegar, los tres saltaron la valla. Ya en el patio interior fueron a la parte de atrás y abrieron sin problema la puerta de la cocina. Empezaron a registrar pero no encontraron nada.

Su frustración les hizo hacer ruido. La primera en escuchar fue Laura que se asomó a las escaleras desde la primera planta a la baja. Lo hizo cuando los asaltantes, una mujer venezolana y dos jóvenes españoles, subían las escaleras buscando el dinero y las joyas. Según han confesado saltaron sobre ella y la apuñalaron de forma salvaje: llevaban dos machetes consigo. Ella les había reconocido.

La madre, al escuchar el estruendo, llamó al 112 a pedir ayuda. Eran las 3.05 de la madrugada. Mientras el padre se despabilaba entraron en la habitación de los padres de Laura y pelearon con ambos, sobre todo con el padre, especialista en taekwondo. Los acuchillaron de forma salvaje en numerosas ocasiones. Uno de los asaltantes, el que vive en la urbanización, utilizó tanta violencia con el machete que se le escurrió varias veces el mango y tenía la mano devorada a cortes. Incluso se cortó así mismo en una pierna en una estocada que salió mal.

Pruebas en un hostal de Madrid

Los investigadores creen que el dominio del hecho lo ejercieron los tres y por tanto los tres, independientemente de quién apuñalase, son responsables de los asesinatos. Después de colmar su sed de sangre se hicieron con una maleta grande de ruedas de la casa y la llenaron de objetos de valor. Después abandonaron la vivienda.

Fueron caminando hasta la casa del asesino confeso que vivía en la urbanización. Iba empapado en sangre, así que entró en su domicilio para cambiarse. Su madre y su hermana dicen que ni le vieron ni le escucharon, pero su testimonio ha sido cuestionado por la Guardia Civil. No las creen, pero no pueden demostrar lo contrario por lo que de momento las han dejado en paz.

Después de cambiarse huyeron de la urbanización con el botín. Criminalística ha encontrado restos de sangre de las víctimas en el coche de los asesinos y las joyas en un hostal de Daganzo (Madrid), dentro de la misma maleta que robaron de la casa. También estaban ensangrentadas. Los tres han confesado los hechos. El juez ha mandado a prisión provisional y sin fianza a los dos varones.

A ella la ha dejado en libertad con medidas cautelares, a pesar de que a todos les imputa de manera provisional como presuntos autores de tres delitos de asesinato, delito de robo con violencia en casa habitada y delito de incendio. Estas imputaciones son provisionales y se concretarán a lo largo de la investigación judicial, estando en este momento la instrucción en una fase muy inicial.

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