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Pedro Sánchez, accediendo al hemiciclo del CongresoEFE

¿Qué hay detrás?

Sánchez convierte la causa judicial contra su mujer en una cuestión de Estado

El anuncio de que se plantea dimitir dejó en shock a los socialistas y sus socios y desató adhesiones en cadena en la izquierda. «¡No pasarán!», proclamó Patxi López. ¿Es un truco?, ¿va en serio?

La política española lleva años yendo de sobresalto en sobresalto, pero lo ocurrido este miércoles, pasadas las siete de la tarde, fue tan indescriptible como inédito. E incomprensible a los ojos de cualquier observador internacional. El presidente del Gobierno paró en seco una legislatura que ya de por sí discurría al ralentí al anunciar que se retira hasta el lunes para reflexionar sobre su futuro. Porque, cinco meses después de ser investido a cambio de una ley de amnistía, se está pensando si seguir adelante o dimitir. «A pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mí, nunca he tenido apego al cargo», escribió en el penúltimo párrafo de su carta a la ciudadanía.

El mismo Sánchez que ha participado en la campaña del PSOE contra el padre fallecido, la madre, el hermano y ahora el novio de Isabel Díaz Ayuso denunciaba en esos folios una «campaña de acoso y derribo por tierra, mar y aire».

La apertura de diligencias contra su mujer, Begoña Gómez, por parte del Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid fue el desencadenante de una decisión personal –y cuentan que meditada solo con su familia– que dejó a todos helados en el Gobierno, en el partido, entre sus socios parlamentarios y también en la oposición.

¿Prepara una cuestión de confianza?

Helados y buscando explicación a semejante giro de guion, solo unas horas después de que el presidente presumiera ante Alberto Núñez Feijóo en el Congreso de que en las elecciones vascas «les ganamos 9 a 1», contando como propios los escaños de Bildu y el PNV. Anoche empezó a cobrar fuerza la tesis de que podría estar preparando una cuestión de confianza, máxime después de que Carles Puigdemont apuntara a esa posibilidad: «Si no es un movimiento táctico y realmente la razón es la campaña de las derechas españolas en contra de su Presidencia utilizando su familia –sé perfectamente qué se siente en este caso–, y cree que su liderazgo se ha debilitado como consecuencia de ello, siempre puede presentar una cuestión de confianza y despejar todas las dudas que ha desatado este movimiento imprevisto», le sugirió el líder de Junts.

Reunión en la Moncloa

Pasado el shock inicial, María Jesús Montero, Félix Bolaños, Óscar Puente y Santos Cerdán se desplazaron a la Moncloa para evaluar la situación. Entretanto, los socialistas protagonizaron una reacción en cadena de apoyo a su jefe de filas en la red X. Desde la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, a la del Congreso, Francina Armengol, pasando por ministros, presidentes regionales, diputados, senadores, alcaldes…

«¡Ánimo y fuerza, Presidente! ¡No pasarán!», escribió el portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, utilizando un lenguaje guerracivilista para evidenciar que hay dos bandos: el de Sánchez y el de «una derecha inmoral y dispuesta a todo», en sus palabras. De entre las muestras de adhesión en el socialismo destacó la de José Luis Ábalos, que le pidió que no se rinda.

Anoche tocaba pasar lista a los apoyos del presidente. Aunque la verdadera campaña de aclamación a Sánchez vendrá en los próximos días, hasta el domingo. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, tampoco quiso quedar fuera de la foto. «La ofensiva de la derecha no puede salirse con la suya», escribió. Entre los socios parlamentarios hubo sobre todo silencios, con alguna excepción, como la de Gabriel Rufián. «Hoy solo cabe apoyar y aguantar. Antes rotos que doblegados», destacó el portavoz de ERC en el Congreso.

Tanto el PP como Vox denunciaron a lo largo de la noche el intento de Sánchez de «victimizarse» ante la apertura de la vía judicial contra su mujer, en lugar de dar explicaciones sobre las condiciones del rescate a Air Europa y las subvenciones a las empresas que amadrinó Begoña Gómez. Desde la oposición hablan de truco, de maniobra de distracción para eludir responsabilidades y, de paso, apretar las filas de su heterogénea mayoría. Siempre frente al enemigo de la «derecha y la extrema derecha», a las que aludió 14 veces en su misiva.

En una entrevista en Onda Cero, Feijóo acusó a Sánchez de dejación de funciones, de victimizarse y de pretender movilizar a su electorado. Por su parte, Santiago Abascal escribió en la red X: «No sabemos si se retira para preparar su defensa legal, porque hace tiempo que debía estar sentado en un banquillo y no en el banco azul. No sabemos si es otra de sus maniobras de propaganda para presentarse como una pobre víctima, y acallar así la indignación mayoritaria de los españoles».

Sánchez acostumbra a lanzar órdagos en los momentos críticos. Tras los indultos a los presos del procés hizo una cirugía integral a su Gobierno. Cuando el caso Pegasus a punto estuvo de dinamitar la pasada legislatura, Sánchez ordenó a Félix Bolaños convocar una rueda de prensa en pleno 2 de mayo para revelar que él también había sido espiado. Y cómo olvidar el 29 de mayo de 2023: un día después del hundimiento del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas, Sánchez compareció para adelantar las generales.

Es por eso que este miércoles la gran pregunta era si el líder del Ejecutivo va de farol, como aseguran el PP y Vox, o si realmente está dispuesto a renunciar a la Presidencia para proteger a su mujer (si es que acaso eso la protegería). Ello no obligaría a convocar unas nuevas elecciones, pero sí a una nueva investidura del que fuera designado sucesor. Hasta que se produjese, el Gobierno quedaría en funciones.

Las respuestas a todas las preguntas solo las tiene él y no las dará hasta el lunes. Entretanto, estos días se intuye una importante movilización de la izquierda política, mediática y social, en una especie de 'basta ya' en apoyo del presidente del manual de resistencia.