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Ana Martín
Ana Martín

El PSOE sube la apuesta contra Feijóo para las elecciones europeas

Animados por el éxito en las catalanas, los socialistas han elevado su listón: quieren ganar, pero sobre todo quieren que el líder del PP pierda. O, al menos, que obtenga un mal resultado que le deje tocado

Madrid Actualizada 01:30

Pedro Sánchez y la candidata del PSOE al Parlamento Europeo, Teresa Ribera, saludan a los simpatizantes

Pedro Sánchez y la candidata del PSOE al Parlamento Europeo, Teresa Ribera, saludan a los simpatizantesEFE

La inapelable victoria de Salvador Illa en las elecciones catalanas ha elevado el listón que se han puesto los socialistas para las europeas. «Salimos a ganar», anunció el miércoles la candidata del PSOE y aún vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, durante la presentación de su lista en Sevilla.

Desde el principio, los populares plantearon estos comicios como un plebiscito contra Pedro Sánchez, transcurridos 11 meses de las elecciones generales que le mantuvieron con vida, aunque conectado al respirador de Carles Puigdemont. Son las elecciones del «ahora o nunca», como las definió el viernes el director de la campaña del PP, Esteban González Pons, porque es «muy posible que ya no haya otra oportunidad de votar hasta que vengan las próximas generales», explicó.

Sin embargo, los socialistas siempre habían evitado recoger el guante plebiscitario. Hasta ahora. «Feijóo se jugará el ser o no ser de su partido en las europeas y el PSOE sale a por la victoria», señaló la portavoz socialista, Esther Peña, el lunes desde Ferraz, cambiando las tornas.

Desde la noche del pasado domingo y hasta el 9 de junio todo girará en torno a las elecciones europeas. Lo demás puede esperar –a decir de los partidos–. A lo largo de esta última semana, mientras el independentismo se abre en canal en Cataluña –sobre todo ERC, pero también Junts–, en Madrid se ha producido otro movimiento. El PP ha rebajado sus expectativas y el PSOE las ha subido.

Ya no se escuchan vaticinios como el que la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo lanzó a Sánchez en el Congreso justo después de que Alfonso Rueda ganara con mayoría absoluta en Galicia: «Prepárese para las europeas, y después para las generales. Esto no ha hecho más que empezar. A ustedes no los va a indultar nadie. El PSOE ya es solo un resto», proclamó.

Los socialistas confían en concentrar el voto de izquierdas en las elecciones europeas

Lo más realista es que los populares se impongan por un margen de entre dos y cuatro puntos, puesto que han empezado a soplar algunos vientos favorables al PSOE. Uno de ellos es la concentración del voto de izquierdas (Bildu, ERC, BNG, Sumar en menor medida…) en torno a la candidatura de Ribera, que los socialistas confían en maximizar tras el resultado de las elecciones catalanas. De ahí que el leitmotiv del PSOE sea presentarse como «el dique de contención de la derecha y la extrema derecha» en Europa. Incluso utilizando el intento de magnicidio en Eslovaquia contra el PP y Vox, a pesar de que el atacante de Robert Fico es un radical de extrema izquierda.

Otro de esos vientos es la fortaleza de Vox, que, según todas las encuestas, mejorará sus cuatro escaños actuales (en 2019 obtuvo tres, pero tras el Brexit se hizo con uno más). Máxime cuando viene de hacer una demostración de resistencia en Cataluña, donde logró conservar sus 11 escaños a pesar del empuje del PP. Unas elecciones a circunscripción única como las europeas son el campo de juego más propicio para los de Santiago Abascal, porque los llamamientos al «voto útil» no son tan efectivos como en otro tipo de comicios. A ello se le suma el empujón de dirigentes internacionales como el argentino Javier Milei y la italiana Giorgia Meloni.

Con todo, desde el PP matizan que no renuncian a un triunfo más amplio si se dan las circunstancias. «Dependerá de si conseguimos que nos voten los de hace un año», señalan desde Génova 13 en alusión a la participación, que suele ser menor que en generales o municipales. No obstante, el dato irrefutable es que la derecha está más movilizada hoy en día que la izquierda, porque sigue queriendo lo mismo que hace un año: «Echar a Sánchez», resumen en el PP.

Primera vez en un cuarto de siglo

Este plebiscito que ha aceptado el presidente del Gobierno lo disputarán dos mujeres, Dolors Montserrat y Teresa Ribera, y eso sí que es novedad, porque es algo que no ha ocurrido en los últimos 25 años. Solo existe un precedente: el de las elecciones europeas de 1999, en las que se enfrentaron Loyola de Palacio y Rosa Díez. De Palacio (fallecida a finales de 2006) había sido hasta entonces ministra de Agricultura. Díez había formado parte del Gobierno vasco de José Antonio Ardanza hasta un año antes de su designación.

Loyola de Palacio, que fue candidata del PP en las europeas de 1999

Loyola de Palacio, que fue candidata del PP en las europeas de 1999

El PP sacó al PSOE casi un millón de votos, más de cuatro puntos y tres escaños (27 a 24), después de una campaña de enorme virulencia. Los socialistas, en especial José Bono –entonces presidente de la Junta de Castilla-La Mancha–, trataron de implicar a De Palacio en un fraude millonario en las ayudas de la UE al cultivo del lino. Ello no impidió que la exministra del PP ganara al PSOE ampliamente y que después fuera designada comisaria de Transportes y Energía, aunque los socialistas convirtieron su mandato en un calvario, con constantes peticiones de dimisión en la UE. Murió antes de ver cómo la Audiencia Nacional la absolvía y limpiaba su nombre, en abril de 2007.

En esta ocasión, el objetivo del PSOE no es Dolors Montserrat, la candidata, sino directamente Alberto Núñez Feijóo. Los socialistas quieren ganar, pero sobre todo quieren que el líder del PP pierda. O, al menos, que obtenga un mal resultado que le deje cuestionado internamente en el último tramo de este convulso curso político.

La ofensiva la inició el propio Sánchez el viernes en La Sexta, construyendo unos centímetros más de muro: «Mimetizarse con la ultraderecha, renunciar a sus postulados ideológicos y asumir los de la ultraderecha me parece que es uno de los principales riesgos, por no decir el principal riesgo, de la democracia española y de la democracia europea», afirmó.

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