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Ana Martín

El PSOE tiene planeado cómo convertir su probable derrota en un bumerán contra Feijóo

Aunque quien se examina es Sánchez, Ferraz ha hecho que parezca que se la juega Feijóo. Los socialistas se preparan para hacer una envolvente al líder del PP de la que éste tratará de escapar. ¿Podrá?

Madrid Actualizada 04:30

Pedro Sánchez en un mitin en Hospitalet, con la imagen de su mujer de fondoEFE

Hay que tener mucha maestría en el manejo del relato, y de la lógica que impera en la cabeza del votante de izquierdas, para convertir en víctima del «vil ataque de la derecha y la ultraderecha» a Magdalena Álvarez. A una exminista de Fomento y exconsejera de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía condenada por la Audiencia Provincial de Sevilla a nueve años de inhabilitación por prevaricación continuada, en el marco del caso de los EREs. Ése es Pedro Sánchez. Un presidente capaz de acudir a un mitin a Benalmádena junto a su mujer horas después de ser citada a declarar como imputada; y de elevar a Álvarez a los altares como mártir de la causa socialista desde ese mismo escenario.

Es Sánchez quien se examina en las elecciones de este domingo porque es él quien gobierna, quien ha amnistiado el procés, quien ha puesto la gobernabilidad en manos de un prófugo de la Justicia y quien ha convertido el caso Begoña en un contubernio contra su persona. Todo en apenas 11 meses. Y, sin embargo, ha conseguido que parezca que quien se la juega es Alberto Núñez Feijóo, ante el evidente recorte de la distancia entre populares y socialistas. Al menos, en las encuestas.

«El PP pensaba sacarnos 10 puntos y ahora van diciendo que con ganar se conforman», decía esta semana una ministra del PSOE en una conversación informal con periodistas. «Si el PP no gana muy bien y le saca mucha distancia al PSOE se le acaba su estrategia de oposición», continuaba.

No era un pronóstico. Era toda una advertencia, de la que están de sobra prevenidos en Génova 13: salvo en el caso de que el PP obtuviera una victoria aplastante, que no es lo previsible, el PSOE ya está maquinando para convertir su derrota por la mínima en un bumerán contra Feijóo. Y, a partir de ahí, generar ruido en torno a su liderazgo desde esta misma noche electoral.

Al PSOE le interesa interpretar el resultado en clave de partidos; al PP, en clave de boques

Resumiendo mucho: al PSOE le interesa interpretar estos resultados en clave de partidos y, más concretamente, en clave de la distancia final entre la candidatura de Dolors Montserrat y la de la vicepresidenta Teresa Ribera. Por el contrario, al PP le interesa hacer una lectura en clave de bloques, puesto que es así como está estructurado el tablero político actual.

Donde no manda la aritmética manda el relato

En estas elecciones no se decide nada en el ámbito puramente doméstico: ni el Gobierno de España, ni ningún ayuntamiento ni tampoco comunidad. Y cuando no rige la aritmética, lo que se impone es el relato, que es mucho más subjetivo. Todo es cuestión de perspectiva. Así pues, una vez que se conozcan los resultados empezará inmediatamente otra batalla: la de la narrativa.

Los socialistas harán una lectura parcial de estos comicios para mostrar su vaso medio lleno, y no medio vacío. Los sondeos les están diciendo que han ido remontando durante las últimas semanas, que han acabado la campaña en empate técnico con el PP -eso afirman- y que están en condiciones de conservar sus 21 escaños actuales (aunque esta vez España reparte siete escaños más que en 2019, he ahí parte de la trampa). Ahora falta que esos resultados se confirmen, al menos parcialmente.

«Hace un mes decían que iban a arrasar al PSOE y hoy están en el ‘vamos a empatar’», se burló Sánchez este viernes, en su penúltimo acto de campaña. En realidad, el PP no ha dicho en ningún momento «vamos a empatar». Lo que sí hizo el jueves fue publicar un vídeo en sus redes sociales haciendo la siguiente pregunta a los votantes: «¿Sabes por qué el PSOE quiere empatar?». Y contestaba: «Porque quiere que la gente se resigne y piense que nunca podrá ganar un país mejor». Después, el vídeo seguía: «¿Y cómo intenta empatar? Muy fácil. Intentando que se divida en varios partidos el voto que quiere una España diferente».

Claro que Feijóo tampoco dijo en ningún momento que vaya a presentar una moción de censura con Junts en su entrevista del lunes con Susanna Griso, y sin embargo los socialistas se han pasado toda esta última semana atribuyéndole esa intención de forma aviesa, acusando al líder de la oposición de estar «desesperado». Un claro ejemplo de posverdad: «Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales», según el diccionario de la RAE.

«El PSOE quiere fiar todo a quedar cerca del PP, y conviene recordar que nuestra mayor victoria en este siglo fue por 3,4 puntos (en las europeas de 2009)», señalan en Génova 13. Los populares tratarán de zafarse del relato de Ferraz. Pero, aunque ganen, cuanto más ajustado sea el resultado, más difícil lo tendrán.

Para el PP, la clave está en los bloques, porque es en ese terreno donde se jugarán las próximas generales, sean cuando sean. En la sala de máquinas del partido sostienen que la media de los sondeos de las europeas ha venido dando al bloque de la derecha (PP, Vox y lo que queda de Cs) más de nueve puntos por encima del bloque de la izquierda, 48,3 % frente a 38,9 %. Y que Sánchez ni siquiera les alcanzaría sumando los porcentajes de los independentistas y nacionalistas.

Esta misma noche, en el cuartel general de los populares se apresurarán a extrapolar el resultado de los comicios a unas hipotéticas generales, cruzando los dedos: confían en que esa cuenta concluya que, si Sánchez y Feijóo volvieran a batirse en duelo en breve, el primero estaría en disposición de sumar los cuatro votos que le faltaron para la investidura el pasado septiembre.