Termina la campaña
Las cinco claves del 9-J que servirán para descifrar si el final del sanchismo está más cerca o no
Las europeas analizarán el estado de un enfermo que parece gozar de una mala salud de hierro. El PSOE ha terminado hablando de remontada y empate; el PP, apelando a la movilización de los suyos
Viendo el calendario del último año, pareciera que España vive en un estado de elección permanente. Municipales y autonómicas, generales, gallegas, vascas, catalanas y, este domingo, europeas. Este viernes terminó la sexta campaña en 12 meses y este domingo terminará, al menos sobre el papel, el ciclo electoral. A la que espera de que ERC decida entre susto o muerte; entre facilitar la investidura de Salvador Illa o abocar a los catalanes a una repetición electoral en otoño.
Aunque es en Cataluña donde se jugará el futuro de la legislatura a partir del lunes (cuando habrá que constituir la Mesa del Parlament), los comicios de este 9 de junio también deciden cosas. A nivel europeo, por supuesto. A nivel nacional, también, porque analizarán el estado de un enfermo que parece gozar de una mala salud de hierro: Pedro Sánchez. Hay varias claves que no conviene perder de vista este domingo para descifrar si el final del sanchismo está más cerca, como dice el PP, o no:
La distancia entre el PP y el PSOE
Los socialistas terminaron la campaña hablando de remontada y de empate. Los populares, apelando a la movilización de los suyos y al voto útil de quienes quieren echar al presidente. Es decir, de Vox y Cs. El listón de Sánchez es innegablemente más bajo que el de Alberto Núñez Feijóo. Al primero le basta con no perder por más de un par de puntos. El segundo necesita una victoria con cierta claridad para apuntalar su discurso del fin de ciclo.
Tradicionalmente, las elecciones europeas se han resuelto por un margen de entre dos y cuatro puntos, ya fuera a favor del PSOE o del PP. El problema para los populares es que la referencia más reciente son los comicios de 2019, cuando los socialistas les sacaron 12,7 puntos, una absoluta anormalidad en la serie histórica.
Desde Génova recuerdan que el PP ganó sus últimas elecciones europeas por 3,08 puntos en 2014, cuando Mariano Rajoy gobernaba con mayoría absoluta. Las anteriores, las de 2009, las ganaron por 3,4 puntos, en medio de una feroz crisis económica y de los intentos de José Luis Rodríguez Zapatero y su Gobierno por ocultarla.
La previsible caída del PSOE
Desde el principio, el PP planteó estos comicios como un plebiscito sobre Sánchez, su ley de amnistía y los negocios de su mujer, solo 11 meses después de que éste sobreviviera a las urnas del 23 de julio contra pronóstico. El presidente ha recogido el guante y ha aceptado ese marco, llamando a la izquierda a responder a la «máquina de fango».
El porcentaje de voto que tenga el PSOE será muy clarificador. La referencia no son las elecciones europeas de hace cinco años, cuyos resultados se vieron desvirtuados por la división en tres de la derecha. Sino las elecciones generales del año pasado. En ésas, Sánchez obtuvo el respaldo del 31,70 % de los electores. Quedó a 1,35 puntos de Feijóo y a menos de 331.000 votos.
El resultado de los bloques y la transferencia de voto entre ellos
Desde el fin de las mayorías absolutas en la política nacional, los resultados hay que leerlos también, o sobre todo, en la dinámica de bloques que impera en el Congreso. En las recientes elecciones vascas, Sánchez no tuvo empacho en sumar a su casillero los votos del PNV y de Bildu. «Nueve de cada 10 votos en Euskadi fueron a partidos políticos que apoyaron este Gobierno. Les ganamos 9 a 1», presumió entonces.
Los populares van a extrapolar el resultado a unas generales, aunque la operación es engañosa: estos comicios son a circunscripción única y los generales son a 52, con la ley D’Hondt como método de cálculo del reparto de escaños. No obstante, los de Feijóo quieren saber si ahora sí obtendrían los cuatro escaños que le faltaron a su líder para ser investido presidente en septiembre. Entonces contaron con 172 votos del PP, Vox y Coalición Canaria. «Son elecciones nacionales, es buen momento para hacer ese ejercicio», sostienen desde el PP.
La profundidad de la crisis de Sumar
Sumar es el partido más joven del arco parlamentario y, sin embargo, el que más achaques tiene. En las generales, a Yolanda Díaz le salvó que Podemos iba en su candidatura y no por libre, y que los 31 escaños conseguidos fueron vitales para que Sánchez reeditara su Gobierno. Pero, desde entonces, Sumar cuenta sus batallas electorales por derrotas.
En esta campaña, Díaz se ha centrado en resaltar la utilidad de que Sumar esté en el Ejecutivo. Sin embargo, la polarización alentada por Sánchez la está perjudicando sobre todo a ella. Y ya no digamos la decisión adoptada por el Gobierno, en la víspera del cierre de la campaña, de adherirse a la demanda de Sudáfrica contra Israel en el tribunal de la La Haya. Todo su consuelo quedar por delante de Irene Montero, si es que queda (las encuestas pronostican que sí).
La resiliencia de Vox
Todas las encuestas publicadas hasta el lunes revelaban que el partido de Santiago Abascal tiene una base electoral sólida, a pesar de los cantos de sirena de Feijóo a sus votantes. Lo previsible es que Vox mejore en escaños y en porcentaje de voto respecto a 2019, porque entonces estaba despegando y obtuvo el apoyo del 6,21 % de los votantes. Otra cosa es que sea capaz de alcanzar el 12,39 % que tuvo en las generales de 2023, que ya le supusieron un retroceso de 2,68 puntos respecto a las anteriores.
En estas elecciones hay un invitado inesperado a la mesa de Vox, e incómodo: Alvise Pérez, con Se acabó la fiesta. Desde el partido sostienen que no le tienen ningún miedo, aunque los sondeos han venido mostrando que Alvise pesca en su caladero.
España reparte 61 escaños, frente a los 54 de 2019, que finalmente fueron 59 tras el Brexit. En total, 38.087.379 electores tienen la palabra este domingo, aunque no se espera una gran participación. Los partidos se han pasado las últimas semanas intentando dar motivos a los españoles para que vayan a votar. Ése, el nivel de participación, será el primer examen.