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La vicepresidenta primera, María Jesús Montero, charlando con Patxi LópezEFE

La debilidad de Sánchez

El Gobierno celebra como si fuera una final un Pleno que salvó casi en el tiempo de descuento

El Ejecutivo evitó tener que retirar otro proyecto de ley, como le pasó con la reforma de la ley del suelo, porque Junts se apiadó de él. Además logró convalidar su primer decreto ley del año

El Gobierno necesita dar apariencia de movimiento después de la derrota en las elecciones europeas, especialmente dolorosa para Sumar. Aunque la situación en Cataluña mantiene la legislatura con el freno de mano echado.

En ese contexto, el PSOE y Sumar celebraron este jueves como un gran triunfo, con aplausos y felicitaciones en los escaños, un Pleno parlamentario en el que rozaron la derrota y escaparon de ella in extremis. Porque el Ejecutivo estuvo cerca de tener que retirar otro proyecto de ley para que no mordiera el polvo, como pasó el 23 de mayo con la reforma de la ley del suelo.

Los socialistas consiguieron que la Cámara Baja convalidara el primer decreto ley del año y que Junts retirara la enmienda a la totalidad que había presentado al proyecto de ley de creación de la oficina española de derechos de autor. No demasiado, pero lo suficiente para que la coalición proclamara que están muy vivos. «La legislatura avanza», se felicitó el portavoz de Sumar, Íñigo Errejón, en los pasillos del Congreso.

En esta ocasión, Junts apretó, pero no ahogó. El partido de Carles Puigdemont había presentado una enmienda a la totalidad de la ley de derechos de autor de Ernest Urtasun que ponía en serio riesgo la norma. Hasta el punto de que el Ejecutivo se planteó su retirada para no quedar en minoría. Pero, al comienzo del Pleno, Junts anunció que renunciaba a su enmienda. Eso sí, a cambio de que el PSOE pasara nuevamente por caja: de ahora en adelante, según Junts, habrá una «cláusula catalana» en todas las leyes del Gobierno, si quiere que sean aprobadas.

Por lo que respecta al primer decreto ley del año, el Gobierno tenía un muy mal recuerdo de la última vez que sometió a convalidación del Congreso un decreto ley. Tres, en aquel caso. Fue en enero. Dos los sacó en el último momento, y porque negoció con Junts la cesión de las competencias en materia migratoria para Cataluña (asunto del que no se ha vuelto a saber). Y el tercero, el de la reforma del subsidio de desempleo, fue derogado porque Podemos votó en contra.

Bien es cierto que al decreto ley de este jueves era difícil oponerse. O al menos así lo entendieron todos los partidos, incluidos el PP y Vox, que también votaron a favor. Porque es el que prorroga la suspensión de los desahucios a colectivos vulnerables hasta 2028.

En otras circunstancias, el Gobierno habría caído en la tentación de haber metido en ese decreto ley otras medidas que nada tuvieran que ver, para forzar a los grupos parlamentarios a aceptar todo o nada. Pero en la Moncloa ya aprendieron la lección en enero: en esta legislatura los trágalas no le valen con sus socios.

Pero el Pleno de este jueves fue una gota de agua en medio de la sequía legislativa de esta legislatura, que el propio Pedro Sánchez reconoció a su manera en la entrevista del miércoles en TVE. Allí señaló que nadie puede esperar de esta legislatura la misma producción legislativa que en la pasada, y que el Gobierno se centrará en desarrollar las leyes que ya fueron aprobadas antes de las elecciones de julio.

En el transcurso del Pleno, el portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, recordó al Gobierno que de momento solo ha aprobado dos leyes en esta legislatura: la de la amnistía y la de enseñanzas artísticas, que contó con el voto favorable del PP porque el PSOE aceptó sus enmiendas. «¿Dónde están las leyes aprobadas por la famosa mayoría progresista? Del resto no hay dictamen, están a remojo o en barbecho. Las congelan porque saben que las perderían. Este Gobierno es como el perro del hortelano, ni legisla ni deja legislar», señaló Tellado.

De hecho, este mismo martes el grupo parlamentario socialista votó a favor de la admisión a trámite de la segunda proposición de ley del PP en dos semanas porque vio que, con o sin él, la votación iba a salir adelante. Y no quiso caer derrotado.