Comienza el juicio
El sospechoso de violación y tentativa de asesinato que jamás debería salir de prisión: es un salvaje
La fiscalía pide para él 45 años de prisión, 30 por el intento de asesinato y 15 por la agresión sexual
Para los investigadores del caso, Brian Raimundo Céspedes Mendieta, boliviano, de 24 años, es un salvaje, un cafre, un ser brutal al que no le importa el dolor ajeno. Es duro leerlo, pero el fiscal en su escrito de acusación, en el que pide para él 45 años de prisión, describe cómo este monstruo golpeó con saña a su víctima «propinándole fuertes golpes en la cabeza y agrediéndola sexualmente, con sucesivas penetraciones anales y vaginales mediante la introducción de miembros corporales u objetos, empleando la fuerza y la violencia». Y cuando satisfizo su libido y se quedó a gusto, la dejó tirada pensado que no le delataría porque la había matado.
Muerta o viva dio lo mismo. La pobre víctima, de tan solo 16 años, ha sido incapaz de recordar nada de la agresión. Su cabeza la ha protegido. Ha olvidado todo lo que ocurrió. Su primer recuerdo se sitúa media hora antes de que la destrozaran y desgraciadamente es literal. Sobrevivió de milagro por que su asaltante le robó el abrigo, las bragas y el vestido: «La menor quedó abandonada en el suelo, inconsciente , desnuda, en un lugar frío, inhóspito, sin apenas tránsito de personas y con importantes lesiones, consecuencia de los golpes sufridos y coetáneos a la agresión sexual perpetrada», dice el fiscal.
Es más llega a concluir: «Se desprende que las lesiones graves causadas y el estado en el que la menor fue abandonada, de no haber sido asistida con celeridad y prontitud, el resultado no hubiera sido otro que su muerte». Y la pregunta es: ¿Hay pruebas para condenar a Brian? La respuesta es que sí.
Los investigadores de los Mossos analizaron todas las cámaras de seguridad del polígono industrial de Igualada, Barcelona, dónde se produjo el asalto. Tras revisar cada segundo de las que encontraron, solo se encontró a Brian en las imágenes siguiendo a la víctima de madrugada. Venían de una discoteca.
Esas cámaras les llevaron hasta la casa de Brian. Cuando los agentes hicieron el registro encontraron las ropas que el salvaje llevaba la noche del crimen. En todas encontraron ADN de la víctima cuya presencia no se justifica de ninguna otra forma que con la agresión, porque no la conocía de nada: «El último eslabón, a toda esta cadena de indicios, lo constituye el resultado obtenido de la entrada y registro practicada en el domicilio del investigado, acordada mediante Auto de 20 de abril de 2022, en la cual se encontró perfil genético de la menor en distintos objetos y prendas que portaba el investigado la noche de los hechos».
Nunca se arrepintió ni pidió perdón. Es más escuchó con pasividad y desidia la declaración de la víctima, ajeno a su dolor. Por entonces tenía una novia que dijo que a ella la había maltratado en cinco ocasiones, incluso arrastrándola del pelo por las escaleras. Ella le vio solo tres horas después de presuntamente violar y casi matar a la adolescente de 16 años: dijo que estaba relajado y tranquilo. Sin angustia ni estrés.
Este lunes comienza el juicio en la Audiencia Provincial de Barcelona. El fiscal pide para él 45 años de prisión. La joven agredida no declarará. Los magistrados han acordado que se practique la prueba preconstituida, es decir, que se reproduzca la grabación en video de su declaración en fase de instrucción, ante el riesgo de revictimización que existe: la joven sufre importantes secuelas tanto físicas como psicológicas.
Y la segunda pregunta es: ¿Este hombre se puede reinsertar en la sociedad? Todo sugiere que no, que se trata de un salvaje que si es condenado y cuando salga a la calle, probablemente lo volverá a repetir.