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El agujero por el que se coló el asesino de Mocejón y que no consigue cerrar la herida

Los vecinos de Mocejón (Toledo) improvisan un altar en la puerta del polideportivo, muy cerca del agujero por donde se coló el presunto asesino de Mateo

Decenas de velas, flores y escritos de los compañeros del pequeño Mateo han formado un altar improvisado en la entrada del polideportivo de Mocejón (Toledo), el lugar en el que el pasado domingo un joven con aparente trastorno psíquico mató con más de diez puñaladas al chico de tan solo 11 años.

Es una forma de recordar, homenajear al pequeño y también de acompañar a su familia en el momento más terrible que le ha tocado vivir.

Decenas de velas, flores y escritos tratan de homenajear al pequeño MateoPablo Ojer

Sin embargo, unos metros más allá, en ese mismo vallado, todavía permanece abierto el agujero por el que el joven se coló en el polideportivo para culminar su ataque asesino. Un agujero que ahí permanece con el paso de los días, como si no quisiera cerrar la herida que por ahí se abrió.

Es un orificio creado fruto del paso de los años y, tal vez, de una fabricación defectuosa de la valla, pero también de decenas de manos que, con el paso del tiempo, la han ido agrietando todavía más para poder introducirse en el polideportivo.

Es un agujero en una porción de la valla que, rodeada de matojos, da a unos campos agrícolas. Por eso, desde el primer momento se sospechó que quien cometiera el crimen del pasado domingo tenía que ser alguien del pueblo, alguien que conociera la existencia de ese agujero. Porque no es fácil de ver si no se va expresamente hasta ese lateral.

Sin embargo, en pleno intento de los vecinos del pueblo por tratar de pasar página, que no de olvidar, de lo ocurrido, ahí sigue el agujero de la valla que no hace sino recordar una y otra vez que ahí comenzó la tragedia.

Y por eso mismo, se improvisó ese altar en la entrada del polideportivo, para tratar de cerrar la herida que la verja se empeña en abrir.