Un papel controvertido
El error de cálculo de Montero con Junts deja a la vicepresidenta tocada
La número dos de Sánchez está en el punto de mira de sus compañeros por la forma en la que ha gestionado la aprobación de la senda de estabilidad, metiendo al Gobierno a un callejón sin salida
El Gobierno ha podido evitar una derrota parlamentaria al retirar in extremis la votación de la senda de estabilidad del Pleno de este jueves en el Congreso, pero la derrota política se la ha llevado igualmente. Y ésa tiene nombre y apellidos: María Jesús Montero Cuadrado.
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda está en el punto de mira de sus compañeros por la forma en la que ha gestionado la aprobación de los objetivos de deuda y déficit; abocando al Gobierno a un callejón sin salida desde el momento en el que Hacienda elevó al Consejo de Ministros idénticos números que los que el PP, Junts y Vox ya rechazaron en la Cámara Baja en julio. A lo que estos le replicaron que misma propuesta, misma respuesta: no. Lo tenían en bandeja.
El resultado es el conocido el martes: con Pedro Sánchez a más de 6.000 kilómetros, en Nueva York, el Consejo de Ministros que presidía la vicepresidenta Montero acordó aplazar la tramitación parlamentaria de los objetivos de estabilidad presupuestaria y deuda pública para «dar más tiempo al diálogo». Y después de un infructuoso viaje del secretario de Organización del PSOE a Suiza.
El error de cálculo de la también ministra de Hacienda ha sorprendido a propios y extraños, viniendo de una política curtida en mil batallas, que ha estado en todas las grandes negociaciones de ésta y la anterior legislatura (como Félix Bolaños). ¿Cómo es posible que confiara en que Alberto Núñez Feijóo se iba a sentir presionado por las comunidades y ayuntamientos gobernadas por el PP? Y sobre todo: ¿Cómo es posible que no negociara con Junts antes de volver a llevar al Consejo de Ministros la misma senda de estabilidad el pasado 10 de septiembre?
«La propia realidad que tenemos te lleva a tener que tomar este tipo de decisiones. Quedémonos con que, si esto nos lleva a un acuerdo, bienvenido sea», responde una ministra del ala socialista a esto último, en alusión a la precariedad parlamentaria en la que se encuentra el Ejecutivo de coalición.
«Lo excelente es muy difícil mejorarlo»
En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de hace dos semanas, a la propia Montero le preguntaron por qué insistía en esa senda de estabilidad, siendo consciente de que Junts podía volver a tumbarla. Y ella contestó: «Lo que es excelente es muy difícil mejorarlo. Lo que es sorprendente es que algunos piensen que es mejor quedarse con una senda que sí obliga a esfuerzos a los ayuntamientos y comunidades autónomas en materia de déficit, por no votar ésta. La pregunta sería: ¿Qué busca el que no vota esta senda? ¿Quedarse con algo peor? Y no me refiero solamente a algún otro grupo político, me refiero al PP, que gobierna en la gran mayoría de comunidades autónomas ¿Por qué el PP perjudica a los territorios donde gobierna?», afirmó.
La necesidad apretaba a la vicepresidenta Montero, pero no tanto. La Ley de estabilidad presupuestaria y estabilidad financiera estipula que, si los objetivos de estabilidad presupuestaria y deuda pública son rechazados por las Cortes, «el Gobierno, en el plazo máximo de un mes, remitirá un nuevo acuerdo que se someterá al mismo procedimiento».
La Cámara Baja los echó atrás el 23 de julio y el Gobierno los volvió a aprobar, idénticos, el 10 de septiembre. Es decir, Hacienda ya había incumplido el mes de plazo, así que poco le importaba que hubiera sido algo más. Entre medias, a Montero se le vio incluso implorar a un senador de Junts: «Por favor, voten ustedes a favor de la senda, que es buena para Cataluña. De verdad se lo digo, y se lo digo para que lo transmita, por favor, a su grupo», pidió encarecidamente a Eduard Pujol en un Pleno sobre el concierto catalán.
Montero no compareció este martes en la Moncloa para explicar el paso atrás. Dejó que lo hiciera la ministra portavoz, Pilar Alegría, que no aclaró qué está dispuesto a dar Sánchez a Carles Puigdemont esta vez ni tampoco qué plazos se marca el Ejecutivo.
No obstante, la vicepresidenta primera estuvo por la tarde en la sesión de control al Gobierno en el Senado y allí se quejó del «acoso y derribo» a su senda de estabilidad y volvió a pedir al PP que votara a favor, porque hay en juego 12.000 millones de euros para las comunidades y los ayuntamientos. A lo que la portavoz del PP en la Cámara Alta, Alicia García, replicó: «Lleva más prórrogas que Presupuestos aprobados. Como les dijo Alberto Núñez Feijóo, cuando les fallen sus socios no vengan a buscarnos. Sean coherentes y convoquen elecciones, los españoles se lo agradecerán».
Más tarde, en los pasillos, confirmó conversaciones con Junts, pero tampoco ella concretó los tiempos del Ejecutivo. Eso sí. La propuesta de Puigdemont de que las comunidades se hagan con un tercio del límite total de déficit de todas las administraciones no gusta en Hacienda. «Siempre es un error no plantarse ante el chantaje de la derecha, tenga la bandera que tenga», advirtió al Gobierno el portavoz de ERC, Gabriel Rufián.