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Santiago Abascal y Rocío Monasterio, en un acto electoral en ChinchónEuropa Press

El adiós de una histórica dirigente del partido

Vox esgrime la pérdida de votos frente a Ayuso para relevar a Monasterio, que se va con dardos a la cúpula

  • Desde el partido de Santiago Abascal trasladan que la idea es «restaurar» la ilusión y la credibilidad allí donde puede haberse roto

  • La exlíder de Vox Madrid denuncia falta de democracia interna, criticando a la dirección nacional por nombrar «a dedo» a los presidentes provinciales

Este jueves se escribió un nuevo punto y aparte en la historia de Vox con la salida de una de los dirigentes que estuvieron junto a Santiago Abascal desde los inicios, cuando un partido incipiente iba dando forma a su proyecto en un piso de la madrileña calle Diego de León. Rocío Monasterio se despidió ayer de la Asamblea de Madrid tras ser relevada como líder provincial, y lo hizo con duras críticas a la dirección nacional, denunciando falta de democracia interna. El Comité Ejecutivo determinó que seguiría como portavoz en la Cámara, y pasaría a sustituirla José Antonio Fúster, voz del partido a nivel nacional.

«La secretaría general y el presidente tienen, en efecto, la potestad de nombrar a dedo al siguiente comité ejecutivo de Vox Madrid (...), gracias a las sucesivas enmiendas que se han ido presentando de nuestros estatutos y que ya dejan en el olvido esa democracia interna de los partidos que al principio habíamos venido todos a defender», dijo Monasterio, reprochando a Ignacio Garriga y Santiago Abascal que hayan perdido la confianza en ella para liderar el proyecto en una región que no ha sido fácil para Vox pero que es clave para el partido a partes iguales.

Se marcha y vuelve a su profesión anterior a la política, la arquitectura, y lo hace, como señaló en su breve comparecencia ante los medios, «con la satisfacción de haber contribuido a los avances del partido desde su fundación, cuando las cosas eran difíciles, cuando el espíritu de todos era limpio y cuando el partido destacaba por la solvencia de muchos de sus miembros». Estos dardos lanzados a la dirección de Vox venían a constatar el malestar que sentía ante los últimos movimientos del partido, donde ha pasado de tener un papel protagonista en los primeros años a quedar relegada en la toma de decisiones.

Su adiós definitivo, aunque alguno de entre sus filas no manejaba que pudiera suceder, no sorprendió a muchos, que ven en la suya una salida anunciada; de hecho, se ha especulado con ello varias veces, a la hora de elegir candidatura para las elecciones del 28 de mayo del año pasado o cuando el pasado julio, Iván Espinosa de los Monteros, su marido, y otro de los pesos pesados de Vox desde sus orígenes, protagonizaba una salida sorpresiva. Esta acrecentaba a su vez la crisis interna que estalló en el partido tras la marcha de Macarena Olona un año antes, y a la que le siguieron los cambios en la dirección nacional, con el relevo de Javier Ortega Smith por Ignacio Garriga como secretario general.

La formación que hasta ayer capitaneaba Rocío Monasterio en Madrid entró en la Asamblea en 2019, y tanto entonces como en las elecciones adelantadas del 4-M, en 2021, se erigió como apoyo, de forma externa, del Gobierno del PP de Isabel Díaz Ayuso. En esta segunda ocasión, ya sin Ciudadanos en la Asamblea, Vox se había vuelto socio imprescindible para sacar adelante leyes y presupuestos. La fallida negociación para las cuentas de 2023, unos meses antes del 28-M, fue el detonante de una ruptura que hoy sigue vigente.

Las últimas elecciones autonómicas supusieron un golpe para Vox en Madrid, porque a diferencia de otras regiones, donde se volvían indispensables para formar gobiernos, en esta comunidad, la mayoría absoluta lograda por Ayuso en cierto modo condenaba a la irrelevancia política al resto de grupos, y en el caso de Vox, ya no le permitía influir en el Ejecutivo. El partido había pasado de 13 a 11 escaños (10 más el que lograron gracias al voto cera).

Fuentes internas señalan esta pérdida de apoyos, que lleva a pensar que algo no se ha hecho bien, pero sin apuntar a nadie en concreto, sino al partido. Aluden, en este sentido, al «huracán Ayuso», preguntándose por qué se da la circunstancia de que hay parte de la sociedad española que en las elecciones generales vota a Santiago Abascal y en Madrid se decanta por Díaz Ayuso.

Cabe recordar que el propio Abascal era consciente de la dificultad de obtener una importante representación aquí. En el acto de presentación de candidatos madrileños a las autonómicas de 2023, afirmó que «hay una derecha social que prácticamente quiere beatificar a una presidenta autonómica y a un alcalde, y parece que no se puede disentir», indicando que indirectamente parece que Vox está obligado a apoyar al PP en todo, como cuando se les criticó por no respaldar la reforma fiscal para inversores extranjeros de Ayuso. Y les dijo tanto a Monasterio como a Ortega Smith: «Habéis tenido la situación más difícil de toda España. Eso lo sabemos todos y lo reconocemos».

Lo que trasladan fuentes del partido es que, tras el relevo, la idea es «restaurar» la ilusión y la credibilidad del proyecto en Madrid allí donde se ha podido perder. De ahora en adelante, liderará Vox en la región José Antonio Fúster, que este jueves le trasladaba a Monasterio su «agradecimiento máximo» por su labor todos estos años, e Isabel Pérez Moñino, líder de Vox en Fuenlabrada, será la portavoz en la Asamblea. La concejal madrileña también le dio las gracias a su compañera de filas, asegurando que dejaba «un listón muy alto».