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El exdiputado Iñigo Errejón en una sesión plenaria en el CongresoSergio R Moreno

De los prostíbulos de los ERE y Tito Berni al acoso de Errejón: los casos que quiebran el feminismo de la izquierda

El PSOE, Sumar y Podemos llevan años acusando a la derecha de «machista». El propio exdiputado, que acaba de presentar su dimisión, señalaba como objetivo fundamental de la legislatura «la lucha contra la violencia contra las mujeres»

La dimisión de Íñigo Errejón en medio de acusaciones de acoso sexual por varias mujeres, anónimas en algunos casos y figuras públicas en otros, ha vuelto a poner en evidencia la hipocresía de la izquierda en materia de feminismo. En uno de los casos, el de la actriz y presentadora de televisión Elisa Mouliaá, ya hay una denuncia presentada este jueves y, como contó El Debate, la Policía investiga al menos tres delitos sexuales presuntamente cometidos por el ahora exdiputada y exportavoz de Sumar en el Congreso.

Erigidos en abanderados del feminismo, los políticos de la izquierda lanzan discursos y acusaciones contra la derecha, arrogándose, como en otros temas, una supuesta superioridad moral. Y ahora, con estos casos de presunta violencia contra las mujeres, la oposición ha recriminado al Gobierno y a la izquierda en general su hipocresía, pues Errejón, hoy acusado, ha lanzado desde que está en política varios alegatos sobre feminismo, acusando a la derecha de «machismo». Entre ellos, el que hizo en 2015, entonces en Podemos, cuando aseguró quela próxima legislatura tenía que ser «sin falta la legislatura en la que nos tomemos en serio la lucha contra la violencia machista, la lucha contra la violencia contra las mujeres».

Sin embargo, el historial de la izquierda cuenta con otros ejemplos en los que se pone muy en cuestión ese feminismo que pretende abanderar. Basta recordar por ejemplo los casos de corrupción del PSOE de Andalucía, como los ERE, considerado el mayor caso de corrupción de la democracia española —en él se defraudaron casi 700 millones de euros— o el caso Faffe, en los que se pagaron las cuentas de los prostíbulos con dinero público y con dinero que era para los parados. En el segundo caso, el del organismo adscrito a la Consejería de Empleo andaluza creado en 2003 por Manuel Chaves, ascendía a 32.000 euros la cantidad pagada en esos clubes de alterne con tarjetas de esta entidad pública, en total hasta 43 pagos, por lo que su director general técnico, el socialista Fernando Villén, fue condenado el año pasado a seis años de cárcel.

Con prostíbulos también está relacionado el caso Tito Berni, o caso Mediador, la trama de corrupción presuntamente encabezada por el diputado socialista Juan Bernardo Fuentes Curbelo (apodado Tito Berni) que se investiga en los tribunales, y en la que constaban fiestas con alcohol, drogas y prostitutas.

Poco tiempo después estallaba el caso Koldo, la trama de corrupción que investigan los contratos públicos durante la pandemia y que salpica a varios ministerios y decenas de cargos socialistas. En este caso también saltaron varias informaciones que apuntaban que Rubén de Aldama —hermano del presunto cabecilla de la trama, el empresario Víctor de Aldama, y exescolta del exministro José Luis Ábalos— recibió transferencias por Bizum en su cuenta bancaria con conceptos vinculados a la prostitución, y los socialistas callaron ante estas informaciones.

Cabe también recordar el escándalo de las menores tuteladas prostituidas en Baleares y en la Comunidad Valenciana. En el primer caso, según desvelaron varios medios, el Gobierno de la socialista Francina Armengol al parecer conocía que se estaban produciendo esos hechos y lo encubrió durante un año. En el segundo, también se acusó en este caso a la entonces vicepresidenta de la Generalitat y consejera de Igualdad, Mónica Oltra (de Compromís), de encubrir los abusos sexuales a una menor tutelada por parte de su exmarido, que era educador social.

Otra de las muestras de la hipocresía de la izquierda son las declaraciones de Pablo Iglesias sobre la periodista Mariló Montero. El fundador de Podemos señaló en un chat privado con Juan Carlos Monedero que «la azotaría hasta que sangrase».