Entrevista
Alfonso J. Ussia: «En la Guardia Civil hubo heroínas que dieron su vida por una España mejor sin terrorismo»
El escritor madrileño publica 'Borroka', la historia novelada de las primeras agentes de la Benemérita que lucharon contra ETA
Alfonso J. Ussía (Madrid, 1983) vivió, como todos los españoles mayores de 30 años, el terrorismo de ETA día sí y día también en los periódicos, en los informativos, en las calles. Sin embargo, en vez de dejarlo ahí, como un recuerdo del pasado, ha decidido ahondar en lo que fueron aquellos años de finales de los 80 y comienzos de los 90. Y lo ha hecho de la mano de Deva Valdés, una joven de la primera promoción de mujeres guardias civiles que lo dieron todo por acabar con la lacra que martirizó la historia de España de la segunda mitad del siglo XX.
Para escribir 'Borroka' (Editorial Espasa), primera novela de una tetralogía dedicada a la lucha de la Guardia Civil contra el terrorismo de ETA, Alfonso ha recabado decenas de testimonios, ha buceado en cientos de documentos para ofrecernos un minucioso relato con datos nunca antes revelados sobre los modos de actuar de la Benemérita, pero también de esos terroristas que comenzaban a implantar la llamada socialización del terror y regar de sangre y plomo las calles de España.
— ¿Con qué intención comenzó a escribir esta novela?
— Principalmente por una encuesta que leí en la que en la que 6 de cada 10 menores de 25 años no sabían exactamente lo que era ETA. Luego también el marco político que se estaba creando en torno a Bildu... Me parecía casi una obligación meterme en este proyecto. Estaba un poco cansado de tanta memoria histórica, de tanta utilización de los bandos desde la guerra civil al franquismo. Siempre nos estábamos yendo a sucesos históricos de hace 75, 80 años. Y, sin embargo, a esto que era tan reciente no solo no se le hacía caso, sino que los niños de las escuelas no tenían ni idea de lo que era ETA.
— En la novela relatas unos hechos ya conocidos, pero que, sin embargo, te has molestado en ir a las fuentes, hablar con la Guardia Civil, leer los informes… Te has molestado en ir al detalle.
— Sobre todo para entender toda la evolución. Yo creo que hay un antes y un después, que es la estrategia que se marca a la muerte de Txomin Iturbe (jefe de ETA en la primera mitad de los 80) en el 86, cuando Paquito se hace con la cúpula del aparato militar con Txelis y Fiti y deciden socializar el terror. Hay una cosa que me llama muchísimo la atención, son 43 las víctimas mortales de ETA durante el franquismo frente a las prácticamente 800 que hay en democracia. Cuanto más derechos y libertades hay adquiridas, ¿cómo es posible que el terrorismo sea cada vez más salvaje? No hay ninguna lógica ni razón humana o moral que pueda sostener esto. Ya no había GAL, ya no existía el Batallón Vasco Español. Por eso decidí llevármelo al año 1989, cuando ya no existe el relato que ellos buscaban como excusa. Todo esto ahora mismo se está blanqueando con intereses políticos, y sumado a que nadie joven conozca la historia reciente de España, me parecía que era una obligación de memoria democrática reflejar estos años.
— En la preparación de este libro, ¿ha tenido oportunidad de hablar con las víctimas?
— Sí, he hablado con todos los agentes implicados. He hablado con víctimas y he hablado con personas del entorno de ETA. He hablado con personas de la Justicia y, por supuesto, he hablado con personas de la Guardia Civil, con los protagonistas de esta lucha. Al final es un cuadro que está completamente basado en hechos reales y se compone de los testimonios de todos los agentes implicados. Me parecía faltar a la verdad si no lo hacía.
— La protagonista del libro, Deva Valdés, ¿es una persona en concreto o es una amalgama de todos los que trabajaron en la lucha contra ETA?
— Es una amalgama final de personajes, de las heroínas que accedieron a la Guardia Civil como primera promoción de mujeres gracias a la ley que aprobó Felipe González, que permitía a las mujeres participar del Ejército y de la Guardia Civil. Fueron 200 mujeres las que accedieron y tres o cuatro fueron seleccionadas para subir al norte a defender la libertad en la lucha que mantenía la Guardia Civil contra ETA. Es el caso, por ejemplo, de Manuela Simón. A mí me parece acojonante que una chica de 18, 19, 20 años, recién licenciada, cuando todo el mundo de finales de los 80, principios 90 estaban soñando con montarse su vida, con sus expectativas, de repente hay unas heroínas que deciden dar su vida por España. Es digno no solo de admiración, sino que me pone los pelos de punta.
— ¿La preparación de este libro te ha permitido entender por qué es ese silencio por parte de la mayor parte de la sociedad vasca?
— No justificar, pero sí para entender Si tú vives en Rentería o en Oyarzun donde hay una mayoría de este sentimiento independentista, con uno o dos bares en el pueblo en el que todo el mundo se reúne allí, en el que los más bravos o los más chulos, las bestias del pueblo son de ETA, sí que entiendes el silencio y el egoísmo para que me dejen seguir entrando en el bar, que me dejen seguir entrando en la cafetería. Que no me miren mal cuando me pido un café. Por eso vas un poco entendiendo que la gente decida ir a lo suyo, que la gente mirara para otro lado La gente común quiere sacar su vida adelante alejados de todo este peligro. Lo entiendo, pero sí que me parece bastante cobarde.
— En la novela pone voz, cuenta lo que pensaban o lo que decían los terroristas. ¿Cómo ha sido ponerse en la piel de un etarra?
— Bastante deleznable. Soy un demócrata convencido y un defensor de la vida. No puedo comprender que la libertad de alguien por sí sola pueda llegar a terminar con la vida de otra persona. He tenido muchísimas lecturas del entorno de ETA, de libros escritos por los fundadores. Ahí también ves como el pistolero de ETA evoluciona desde 1958-59, que al final no dejan de ser unos manifiestos culturales que reivindican un nacionalismo, que busca un poco luchar contra una represión franquista en el sentido de que no les dejan ni reunirse. Y cómo poco a poco, cada vez los terroristas son más burdos, más brutos, más tontos, más bravos, menos cultivados. No tiene nada que ver el terrorista de 1970 con el terrorista como 'Txapote' o 'Txeroki' porque directamente es gente sin escrúpulos que lo único que pretenden es hacer muchísimo más daño. Luego hay unos informes con las declaraciones de los pistoleros de ETA detenidos ante el juez. Hay una cosa muy curiosa y es que todos largaban muchísimo. O sea, la valentía de un etarra es una cobardía manifiesta. Ellos pegan un tiro por la espalda, ponen una bomba, pero una vez eran detenidos era muy difícil que no cantasen. Parot, el líder del escurridizo del comando Argala, con decenas de asesinatos, cuando es detenido, lo cuenta absolutamente todo. El propio 'Santi Potros', el 'carnicero de Mondragón'... Por eso ETA ya no solo está cada vez más compartimentada, sino que es muchísimo más secreta. Y esto coincide también, con que cada vez va cogiendo un carácter muchísimo más violento, muchísimo más sinsentido, muchísimo más perdido, muchísimo más salvaje.
— Habla de que el colectivo Artapalo son los que instituyeron la socialización del terror. Entre ellos estaba 'Fiti', que ha salido de la cárcel hace menos de un mes
— Esa es la otra parte de la infamia, el relato que encontramos hoy día. Por lo que yo creo que ‘Borroka’ tiene una importancia mucho más relevante, Soy un defensor de la justicia a ultranza y entiendo muy bien que si a un terrorista le condenaron a 35 años o 4.000 y cumple la pena máxima, salga de la cárcel. Eso es el funcionamiento de la democracia. Lo que no hay derecho bajo ningún concepto, porque estás meando en la memoria de las víctimas y sobre todo, estás riéndote del principal problema en España de finales del siglo XX como fue el terrorismo, que por siete votos necesites sacar a presos que no solo han asesinado a miembros de tu propio partido político, sino que no se arrepienten. Bildu obviamente tiene que estar en instituciones. Queremos a un Bildu que no mate. No queríamos a la Herri Batasuna que estaba con los terroristas. Pero del mismo modo que tú exiges que un partido político no tenga a un violador o a un tío que ha sido acusado por maltrato, o a uno acusado de cualquier otra cosa, se tiene que exigir que todos los componentes de Bildu, no solo no tengan delitos de sangre, sino que no tengan ninguna causa pendiente de chivatos, de cómplice, de facilitador, de enlace, que no tengan ninguna conexión con la banda terrorista ETA. Hasta que eso no suceda, Bildu es un partido que está manchado completamente y eso no se puede tolerar. Y menos por una conveniencia política de que necesitas unos votos para aprobar unos Presupuestos, para mantenerte en el poder.