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Ion Antolín y Francesc Vallés

Ion Antolín y Francesc Vallés, responsables de Comunicación del PSOE y del Gobierno cuando sucedieron los hechosEuropa Press

Moncloa y Ferraz se confabulan en la guerra sucia contra Ayuso

La Guardia Civil señala a los responsables de Comunicación del PSOE y del Gobierno en aquel momento, Ion Antolín y Francesc Vallés

La guerra sucia contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se gestó entre Moncloa y Ferraz, cuyos responsables de Comunicación manejaron un documento confidencial de la Fiscalía sobre el novio de la política con el que pretendían desprestigiarla y acabar con la carrera de su rival más temido.

Al menos cinco personas conocían la existencia del correo electrónico del novio de Ayuso con la Fiscalía cuando todavía la prensa no lo había publicado. Además, hay indicios de que, desde Moncloa, se filtró a algún medio de comunicación para que lo difundiera y, una vez hecho público, el Gobierno y el PSOE pudieran utilizarlo como arma política, creyendo que, de esa forma, iban a cubrirse las espaldas ante una posible denuncia por revelación de secretos.

La estrategia consistía en que lo desvelara en la Asamblea de Madrid, Juan Lobato, secretario general del PSOE de Madrid, cuando sucedieron los hechos, el 14 de marzo de 2024. Pero llevaban calentando el tema entre ellos desde la víspera. El día 13, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llegó a pedir hasta tres veces al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, la dimisión de Ayuso, «aunque eso le cueste el puesto, como a Casado», le dijo.

«Máximo ruido para tapar»

El propio secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, dio instrucciones a Lobato para que él también pidiera la dimisión de Ayuso, pero su director de Gabinete, David del Campo, advirtió al líder del PSOE madrileño de lo que escondía la maniobra: «En Moncloa y en Ferraz quieren el máximo ruido y jaleo para tapar el máximo tiempo posible las elecciones de Cataluña y que no hay presupuestos. Ayuso seguirá viva y en pie la semana que viene, tú también jueves a jueves dando la cara ante ella. Más tarde que pronto volverá la Amnistía, la autodeterminación, la consulta, Koldo, las elecciones en Cataluña, que van a ser como Gran Hermano VIP, y tú seguirás en tu escaño y recorriendo la Comunidad de Madrid». Y Lobato asintió con un «yes».

Todo esto se desprende del informe que la Guardia Civil ha enviado al juez del Tribunal Supremo que investiga al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por un presunto delito de revelación de secretos. Este informe ha sido realizado tras analizar los mensajes de WhatsApp del móvil de Juan Lobato. Sin embargo, el móvil del fiscal general no se ha podido investigar porque, sorprendentemente, se ha borrado su contenido en las fechas clave, aunque técnicamente podría haber medios para recuperarlo.

Las alcantarillas de Moncloa

Los mensajes que se han podido revisar desvelan el funcionamiento de las alcantarillas de la Moncloa y de Ferraz, y sus conexiones con organismos del Estado para utilizar la información confidencial de un ciudadano como arma política contra su novia. Como si en política, el fin justificara los medios.

Según el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, los responsables de Comunicación de Moncloa y de Ferraz en aquel momento, Francesc Vallés e Ion Antolín, tenían conocimiento, antes de que se publicara en los medios de comunicación, del documento confidencial que se utilizó para desprestigiar a la política.

Además de Vallés y Antolín, al menos otras tres personas también conocían —antes de su publicación— la existencia del correo electrónico que el novio de Ayuso envió al fiscal que le estaba investigando por un supuesto fraude fiscal. Estas eran: Pilar Sánchez Acera, jefa de Gabinete de Óscar López, casualmente el hombre que ha acabado sustituyendo a Lobato como secretario del PSOE de Madrid; Laura Sánchez Espada, directora de comunicación de la ministra de Vivienda, y Juan Lobato, secretario general del PSOE de Madrid cuando sucedieron los hechos.

Del análisis del móvil de Lobato se deduce el temor del político socialista a cometer una irregularidad inducido por Moncloa. Así lo comenta en el chat que comparte con su director de Gabinete y la diputada autonómica Marta Bernardo: «Y Pilar quiere que yo saque el mail de la Fiscalía. Que no ha salido (en los medios) pero que lo saque yo… No puede ser», dice.

Las consecuencias

Finalmente, el correo se publicó en El Plural a las 9:06 horas, 36 minutos después de que Sánchez Acera se lo enviara a Lobato, y se difundió con los datos personales del novio de Ayuso tapados, no como el documento que había recibido el líder del PSOE madrileño. Y el 3 de abril, la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid presentó una querella por revelación de secretos que acabó con la imputación del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, quien se ha negado a dimitir.

Nueve meses después de la publicación del correo, las únicas consecuencias políticas de la guerra sucia contra Ayuso han sido la dimisión forzada de Lobato, que se vio reemplazado por Óscar López, y la destitución de Francesc Vallés, a quien sustituyó Ion Antolín como secretario de Estado de Comunicación.

Esta es una batalla más de la guerra sucia de Sánchez contra Ayuso, aunque hasta ahora todos los que han ido contra ella, dentro y fuera de su partido, han salido escaldados. Sin ir más lejos, Pablo Casado, Pablo Iglesias o Ignacio Aguado.

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