Fundado en 1910
Aitor Esteban, portavoz del PNV

Aitor Esteban, portavoz del PNV

El perfil

Aitor cambia el tractor por un palacete en París

Aunque se deje querer, al portavoz del PNV en el Congreso le gusta más la salsa de la tribuna parlamentaria que la fontanería de su partido, cuyos mandamientos cumple como nadie

Aitor Esteban Bravo (Bilbao, 62 años), portavoz del PNV en el Congreso desde 2012, dice que es vasco y solo vasco. Pero por sus venas corre sangre castellana. Concretamente de Cañamaque, un pueblo del páramo soriano donde nació su madre Obdulia y viven hoy sus tíos carnales, los Bravo: Jesús (exinspector de Policía) y Gloria. Allí vuelve todos los años a participar de sus fiestas y allí se ha comprado una casa rural con corral. Esa afición por el campo castellano quizá explique el célebre diálogo en 2016 en el Congreso entre Rajoy y Esteban durante la investidura del primero:

–Si bien me quieres, Mariano, da menos leña y más grano.

–Si quieres grano, Aitor, te dejaré mi tractor.

Con estas gracietas, Esteban presume de llevarse bien con todo el arco parlamentario. Tanto que su partido le propuso sottovoce para presidir el Congreso de los Diputados hace un año e intentó convencer a Feijóo de que lo apoyara y tumbar así a la candidata sanchista Francina Armengol. Naturalmente el PP no tragó: solo había que recordar la felonía de la moción contra Rajoy. Pero con o sin tractor, con bromas o sin ellas, Aitor es del PNV hasta la médula. Tanto, que acaba de celebrar el traspaso gracioso que ha hecho Pedro Sánchez al PNV de un palacete en París y que los nacionalistas le alquilarán al Estado para que siga allí la biblioteca del Instituto Cervantes, recibiendo a cambio un millón de euros de nuestros impuestos. Blanco y en botella: financiación irregular del partido de Aitor. Así lo denuncia el PP y por eso los decibelios entre ambos partidos han subido esta semana. Aunque la caída del decreto ómnibus haya supuesto el frenazo en la revalorización de las pensiones o el de los descuentos al transporte público, para la formación vasca rige aquello de «santa Rita, Rita, lo que se da no se quita». Y ya han tomado posesión de su última regalía a orillas del Sena, en base a la ley de memoria democrática. Es decir, se impone de nuevo la regla de oro de la política española: el PNV –la banca– (léase Josu Jon Imaz) siempre gana.

Su partido le propuso sottovoce para presidir el Congreso e intentó convencer a Feijóo de que lo apoyara y tumbar así a Armengol. Naturalmente el PP no tragó

Aitor es un aprovechategui de amplio espectro. Hay quien le quiere de recambio de Ortúzar como presidente de ese partido: de hecho, este fin de semana ha recibido muchos votos en el proceso interno –se ha declarado «abrumado y agradecido»– para cambiar al dinosaurio Andoni, que no se quiere ir. Pero, aunque se deje querer, al portavoz en el Congreso le gusta más la salsa de la tribuna parlamentaria que la fontanería de su partido, cuyos mandamientos cumple como nadie: ventajismo con el cupo fiscal, traiciones al bipartidismo que, como en el caso del PP, les cede todo y termina viendo cómo una semana después de aprobar sus presupuestos, su voto sirve para echar abruptamente de Moncloa a Rajoy, y vendedor infatigable del hecho diferencial cuando lo que realmente le gusta es ser diputado del Reino de España con tarjeta vip en el Madrid de Ayuso. Lleva orbitando en la política española desde que se afilió con 16 años a las juventudes nacionalistas. Como Rufián, abomina de España y de su capital, pero lo pasa en grande en sus tabernas y por sus calles, donde nadie le hostiga como hacen algunos de los suyos en el País Vasco con los que no comulgan con sus ideas.

La vena nacionalista la heredó de su padre, seguidor de Sabino Arana como ahora su hijo, el mismo que con una mano vota desde su escaño en línea con el bloque «progresista» de Sánchez y con la otra participa de la ideología de un racista y supremacista como Sabino. O se mete con Vox, partido al que tacha de «ultraderecha» mientras Aitor el del tractor representa como nadie los intereses de las élites empresariales vascas. El PNV borda lo de poner una vela a Dios y otra al diablo. Que se lo digan al difunto Arzalluz cuando celebraba a los chicos de la gasolina, es decir, a los etarras, «que movían el árbol…» mientras el PNV recibía las nueces en forma de votos. Hasta que Bildu les ha dado sopapo y sorpasso.

Esteban le tiene tomada la medida a Sánchez y reporta a sus jefes que, por el momento, es mejor no apoyar a Feijóo porque a Pedro se le puede sacar más manteca

Casado con Itxaso Atutxa, hija de un histórico portavoz del PNV y actualmente una de las mujeres con más poder dentro de esas siglas –por tanto, técnicamente su jefa–, y padre de dos hijos, Aitor Esteban se doctoró en Derecho y es profesor de Constitucional en la Universidad de Deusto. Los que le conocen dicen de él que su reino no es solo vasco: comparte obsesión por la guerra civil española y por los indios americanos. Hasta presume de que conoce palabras en siux. Eso sí, aunque promovió el uso del vasco en el Congreso, se prodiga en castellano, el idioma que hablan 599 millones de almas, y le gusta usarlo sobre todo cuando insulta a Miguel Tellado, del PP, al que llamó hace dos días «torpe, sinvergüenza y maleducado» por criticar lo del palacete parisino y le atribuyó ideas «neofascistas». Lo dice el mismo que abraza la doctrina de Arana.

Esteban le tiene tomada la medida a Sánchez y reporta a sus jefes del Buru Batzar que, por el momento, es mejor no apoyar a Feijóo porque a Pedro se le puede sacar más manteca. En el haber del portavoz del PNV está el haber promovido el reconocimiento de Edmundo González como presidente legítimo de Venezuela. Pero con su socio Sánchez en la Moncloa a las órdenes de Zapatero y de Maduro, ese rapto de decencia del PNV ha sido solo un brindis al sol. Al sol de Soria, como le gusta a Aitor.

93
comentarios
tracking