
Alberto Núñez Feijóo se dirige a Pedro Sánchez durante el cara a cara
Una semana de falsedades
Sánchez acepta que se tramite la cuestión de confianza de Junts a cambio de que apoye su decreto
El Gobierno no negoció con los populares el decreto ómnibus primigenio ni tampoco éste. El presidente ha buscado los votos en el sitio de siempre: Waterloo, donde reside su socio de investidura
Los periodistas estaban ya en la Moncloa esperando la comparecencia de la portavoz del Gobierno y de los ministros Carlos Cuerpo y Óscar López cuando saltó la noticia, adelantada por la Cadena SER: el PSOE y Junts habían cerrado un acuerdo in extremis y sería el propio Pedro Sánchez el que daría la rueda de prensa para contarlo. Hasta hubo que cambiar apresuradamente la mesa de la sala de prensa por un atril para la comparecencia improvisada del presidente.
El Consejo de Ministros aprobó este martes sobre la bocina una versión remozada del decreto ómnibus, tras recibir el visto bueno de Carles Puigdemont desde Waterloo. Falta conocer su texto y la letra pequeña para concluir cuál de las dos partes ha cedido más: si la que decía que no iba a trocear el decreto ley porque el Gobierno había hecho «su trabajo» -Sánchez- o la que decía que solo apoyaría la revalorización de las pensiones, las ayudas al transporte y a la DANA -Puigdemont-.
Aunque, a priori, hay un dato revelador: el presidente ha dado su brazo a torcer y ha permitido que la Mesa del Congreso acepte a trámite la proposición no de ley que le insta a someterse a una cuestión de confianza. Por dos veces -en diciembre y en enero-, el PSOE y Sumar habían bloqueado esta iniciativa en la Mesa para ganar tiempo, a la espera de llegar a un acuerdo con Puigdemont para quitarle esa idea de la cabeza.
No obstante, que se tramite y el Pleno del Congreso apruebe esa proposición no de ley no quiere decir obligatoriamente que Sánchez vaya a someterse a esa cuestión de confianza, porque la Constitución confiere esa decisión únicamente al presidente: la Cámara Baja no puede obligarle. De hecho, en esa dirección apuntó él en su comparecencia: «El Gobierno no ve necesidad de hacerlo». Traducido: no se someterá.Hasta que este miércoles el BOE no publique el detalle del decreto ley no quedarán resueltas algunas dudas. Aunque lo que viene en las próximas horas es otro tira y afloja entre el PSOE y Junts -el enésimo- por imponer el relato de quién ha ganado y quién ha perdido.
Lo único claro a esta hora es que, con este acuerdo sobre la bocina, el Gobierno reconoce implícitamente que la culpa de que el Congreso derogara el decreto ley la semana pasada nunca fue del PP. Por más que, desde el mismo miércoles y en los días siguientes, los socialistas cargaran toda la responsabilidad sobre los hombros de Alberto Núñez Feijóo y casi ninguna sobre su socio de investidura, Junts. Los sindicatos incluso habían convocado una manifestación contra el PP para el sábado 2 de febrero que, ahora, tendrán que repensarse.
El PSOE nunca negoció con el PP el apoyo al decreto ómnibus primigenio, y solo cuando vio que Puigdemont amenazaba con tumbarlo -24 horas antes de la votación- empezó a apelar al PP. Cuando decayó, el ministro Félix Bolaños llegó a afirmar, a la salida del hemiciclo: «Cuando, en febrero, los 12 millones de pensionistas vean que su pensión ha bajado, que se acuerden de que ha sido el PP en compañía de otros. Y cuando mañana los usuarios del transporte público vean que ha subido el precio de su billete, que se acuerden de que ha sido el PP en compañía de otros». Ni una crítica a Junts.
No conviene aventurar que Sánchez haya aprendido la lección y que no vaya, nunca, a volver a arriesgarse a aprobar un decreto ley totum revolutum. No conviene porque ni ésta era la primera vez ni probablemente será la última.