'Las chicas del cable', como son conocidas, posan sonrientes frente al Virgen del RocíoCedida

Entrevista

Pilar Gómez, trasplantada de riñón: «Cuando llega el final se puede dar vida a otras personas»

  • Cada primer miércoles de junio se conmemora el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos

  • Pilar conoció a siete nuevas amigas en unas circunstancias muy especiales mientras recibía tratamiento de diálisis

La amistad es un bálsamo para el alma, la cara amable de la vida, el lugar al que uno siempre quiere volver y donde se encuentra seguro. La amistad reconforta, acompaña e, incluso en ocasiones, salva. Hay amigos de la infancia y otros que se van encontrando a lo largo de los años, unos que se hacen imprescindibles y otros que se van alejando… Pero todos ellos llegaron para aportar algo en un momento determinado y es lo que le da verdadero sentido a un vínculo que, si de verdad existió, nunca se rompe.

Pilar conoció a siete nuevas amigas en unas circunstancias muy especiales, tras ser diagnosticada de nefropatía por IgA con 31 años, una enfermedad autoinmune que provoca que una proteína que combate gérmenes, llamada inmunoglobulina A (IgA), se acumule en los riñones, afectando a la función renal. Mientras recibía tratamiento de diálisis, los enfermeros le ofrecieron conocer a varias mujeres más en su misma situación, «cada una con su historia, pero sobre todo eran personas alegres, amables, cariñosas… Entablamos contacto y no podíamos parar de hablar, compartíamos el mismo idioma y nos entendíamos perfectamente», recuerda.

–¿Cómo fueron los inicios de esa amistad?

–Los sanitarios que nos unieron nos crearon un grupo de 'WhatsApp, 'Las supernenas', pero decidimos cambiarlo a 'Las chicas del cable', porque nos representaba mejor ese nombre al llevar el catéter/cable de la diálisis peritoneal en la barriga. Para todas supuso un apoyo psicológico, nos permitió normalizar la situación y resolver dudas, han sido un ejemplo para mí y espero que yo también para ellas. Con el tiempo, se unieron dos personas más -que había conocido alguna en consulta- y ya forman parte de nuestra familia, siendo 8. El grupo se ha ido fortaleciendo y más ahora, que nos une -además de una profunda amistad- un objetivo: agradecerle a la vida nuestro trasplante y ayudar a otras personas a conseguirlo, promoviendo la donación.

–Os habéis prometido un viaje al Caribe cuando todas hayáis recibido el trasplante de riñón. ¿Cómo surgió esta idea y qué representa para vosotras poder llevarlo a cabo?

–El mismo día que nos organizaron la quedada hablamos de lo que echábamos de menos viajar y una de nosotras dijo: ¡Cuando nos trasplantemos todas tenemos que irnos de viaje al Caribe! Y, por supuesto, todas confirmamos asistencia. ¡Me emociona decirte que solo nos queda una para llevar a cabo nuestro ansiado viaje!

–¿Qué destacarías del papel que han desempeñado los profesionales sanitarios -desde enfermeros a médicos- en tu enfermedad y recuperación?

Su cercanía, cómo se sabían los enfermeros mi nombre desde el primer momento y venían a saludarme tan cariñosos. Hablábamos de todo, me preguntaban por mi vida, siempre alegres, me enseñaban fotos de sus familias, mascotas... No eran solo consultas médicas, era ir también a ver a personas con las que creabas un vínculo personal.

También había días de malas noticias, entonces se sentaban conmigo, me daban ánimos y, sobre todo, apoyo y cariño.

Al igual que con los médicos, cuando iba a las consultas tenían mi historial revisado, me mandaban las pruebas pertinentes, me llamaban al teléfono para ver cómo estaba. Sentía que estaba en las mejores manos y que se preocupaban de verdad por mí. De hecho, una vez trasplantada, fui a verlos y darles un abrazo a todos. Se alegran de corazón cada vez que alguien es trasplantado.

–Suiza aprobó hace un par de años que todos sus ciudadanos sean donantes potenciales de órganos. ¿Cómo valoras esta medida tú, que has esperado dos años para recibir tu riñón?

–Yo lo valoro muy positivamente, porque por el simple hecho de hacer a la población plantearse esta opción antes de que llegue el momento, que se hable entre las familias y que sea más sencillo donar que no hacerlo, va a promover algo tan necesario. Al final nuestro cuerpo es solo un instrumento, trasciende el alma y cuando nos llega el final podemos compartirlo con personas dándoles vida, esperanza.

Yo he esperado cerca de dos años, siendo un grupo sencillo y sin ningún impedimento, es decir, que las donaciones que hay no son suficientes. De 'Las chicas del cable', Sofía y Verónica son las que más han esperado –5 y 3 años– y Trini la que menos –en 8 meses–, el resto está entre uno y dos años. Sí me gustaría destacar que el sentimiento que guardo hacia la persona fallecida de la que recibí el riñón y hacia su familia es de infinito agradecimiento.

–¿Crees que existe suficiente concienciación en la sociedad actual sobre la donación de órganos? ¿Qué mensaje trasladarías tú para favorecer una mayor concienciación sobre el tema?

–Aunque hay desconocimiento, por un lado, también hay muchísimas personas que promueven la donación. De aquellos que tienen dudas, me sorprende que algunos aludan a razones religiosas. Yo soy creyente, y como creyente sé que Dios es amor y el amor implica generosidad, darse a los demás… Jesús mismo dio su cuerpo y su sangre para salvar al mundo y la donación es un acto que refleja totalmente el mensaje que nos transmitió.

Principalmente, el tema más delicado es el momento en el que hay que decidirlo, especialmente por una muerte repentina, la familia está en un estado tan doloroso, que no puede ni pensarlo y, por tanto, sin pensar deciden el no. Por ello, es importante haberlo hablado y meditado con anterioridad, cuando podemos pensar con claridad.