El Torbiscal, cerca de Utrera, en SevillaGoogle Maps

Los cinco pueblos fantasma de Andalucía donde ya no vive ni una sola alma

En otra época estuvieron habitados y llenos de vida, pero hoy son solo ruina y pasto de las leyendas, que hasta les atribuyen ser escenario de fenómenos paranormales

hubo un momento donde hubo vida, casas, instalaciones, escuelas y lugares sociales, aunque cueste ahora imaginarlo ya que en la actualidad la vegetación y la ruina lo engulle todo.

En Andalucía, como en casi toda España, existen varias poblaciones que en el pasado vivieron etapas de esplendor pero que hoy son solo un recuerdo.

Sin embargo, y aunque hablamos de localidades totalmente desocupadas, muchas de ellas conservan los vestigios de lo que en su día fueron.

El Torbiscal (Sevilla)

El Torbiscal tiene dos características singulares. Esta aldea, situada junto a Utrera, no solo está abandonada, sino que además se le achaca ser un centro de acogida de fenómenos paranormales.

En otros tiempos, fue una explotación agrícola donde llegaron a vivir medio millar de personas. Había vida humana y animal, y multitud de cultivos.

Muchos visitantes, atraídos por el estado de abandono de la localidad, así como de la belleza de sus edificios en ruinas, han referido que en este lugar se producen fenómenos paranormales. Se han notificado varias psicofonías y la presencia de una chica que se pasea por las calles, vestida totalmente de blanco.

Los Hurones (Cádiz)

El Parque Natural de Los Alcornocales acoge otra aldea olvidada, Los Hurones, que se fundó a mediados de los años 60 para dar cobijo a los 300 trabajadores de un embalse próximo.

Este poblado serrano también recibe el apelativo de fantasma y su ubicación hace que lo tenga todo para ser descubierto, sobre todo para los amantes de la naturaleza.

El pueblo aún conserva su encanto y pasear por sus calles hace fácil imaginar cómo era la vida en él cuando los trabajadores de la presa y sus familias vivían en él. Además de las viviendas que le daban cobijo, había un albergue, escuela, hospital, iglesia y zona recreativa con piscina e instalaciones deportivas.

Cabezudos (Huelva)

Otro pueblo tachado de misterioso que, ante la ausencia de vida, se ha llevado el honor de albergar para muchos posibles fenómenos paranormales.

Lo cierto es que la provincia de Huelva alberga su propio poblado abandonado, que, ubicado en el término municipal de Almonte, funcionó hasta los años 80.

Fue fundado por la Compañía Forestal de Villarejo, encargado de explotar el lugar. Hay iglesia, colegio, consultorio médico, y hasta casino. Las personas que allí vivieron se dedicaron fundamentalmente a la explotación del eucalipto.

Cuando la reina Sofía y las infantas visitaron El Rocío, se alojaron en la residencia del ingeniero jefe.

Tablate (Granada)

Tablate es otra localidad despoblada que pertenece al municipio granadino de El Pinar.

Recientemente, una asociación llamada Tablate Histórico comenzó la restauración de la localidad, hasta que los voluntarios que la conformaban abandonaron el proyecto por discrepancias con el impulsor tras acusarle de promocionar eventos falsos.

Tablate llegó a acoger a medio millar de personas y su puente sirvió de entrada a la Alpujarra desde la Edad Media. Acogió vida durante siglos hasta que la despoblación rural hizo el resto, aunque algunos tablateños mantuvieron sus viviendas para pasar temporadas vacacionales en el lugar de sus antepasados.

El sueño restaurador terminó, al menos por el momento, con el choque entre el impulsor del proyecto y los voluntarios entusiastas que le acompañaban. El Ayuntamiento de El Pinar, municipio al que está adscrito, les abrió expediente sancionador por hacer obras sin los permisos pertinentes en la iglesia.

Arteal (Almería)

La comarca del Levante almeriense solo gozaba de los recursos para subsistir enfocados a la actividad agrícola, hasta que la emigración a las ciudades acabó siendo la única alternativa.

Hasta que la minería , en pleno franquismo, pareció sacar a una localidad concreta del letargo en el que se había instalado. El Arteal fue residencia de más de 900 operarios de la empresa nacional minera Minas Almagrera Sociedad Anónima, en los años 50.

El pueblo contaba con varias comodidades como varios bloques con jardín interior para alojar a las familias de los trabajadores e incluso un pabellón para los obreros solteros.

Disponía además de cine de verano e invierno, cuartel de la Guardia Civil, escuelas, salas de lectura y billar…todo ello pensado para que los trabajadores y sus familias no tuvieran que desplazarse. Allí lo tenían todo.

Sin embargo, el negocio de la minería no funcionó y ese asentamiento de trabajadores tuvo una vida muy corta. En 1958 se certificó la defunción de una de las últimas etapas de la historia minera en Sierra Almagrera.