El Campo de Gibraltar , entre la sombra del narcotráfico y el olvido de la Administración
Golpeada una y otra vez por varias noticias protagonizadas por las narcolanchas, la zona apuesta por mirar hacia el futuro reclamando medidas que acaben con la impunidad, pero también con la desigualdad
«Es cierto que la mayoría de noticias que salen de La Línea dan una visión negativa de la zona, pero yo creo que no es oro todo lo que reluce, eso sí, lo que reluce a veces es muy grave», afirma Antonio, en pleno paseo matutino junto a la playa de La Atunara, un linense «de los de toda la vida».
Es lunes al mediodía, y esta zona de la ciudad, cuyas costas son conocidas por la cantidad de desembarcos relacionados con el narcotráfico se producen, está tranquila. Unos jóvenes, a escasos metros, aprovechan las instalaciones enclavadas en plena arena para ejercitar sus cuerpos.
La combinación de paro juvenil, que en algunas barriadas puede llegar a superar el 60 %, el fracaso y el abandono escolar y en general, la marginación que se sufre en algunos puntos de este municipio gaditano, nutren al narcotráfico. Su enclave, como puerta de entrada a Europa del hachís que produce Marruecos, hacen el resto.
El Campo de Gibraltar ha vuelto a sobresaltarse en las últimas fechas, desde que unas narcolanchas arrollaron y asesinaron a sangre fría a dos agentes de la Guardia Civil en la cercana Barbate. Al poco se descubrió que el piloto residía aquí, en el barrio de El Zabal. Pero los linenses y el resto de habitantes de la zona son conscientes que es precisamente la lacra del contrabando la que solapa el resto de iniciativas y desarrollos, con los cuales no siempre ha cumplido la Administración.
«Esto es una tierra de futuro. Tenemos el puerto de carga más importante del Mediterráneo, pero no tenemos un tren para darle salida a los contenedores», resumía recientemente Paco Mena, activista contra las drogas, en una entrevista en El Debate.
Desde La Atunara, y siempre con La Roca como testigo, se puede llegar caminando, por el Paseo del Mediterráneo, al Parque Reina Sofía. Aquí, entre búnkeres de la II Guerra Mundial y árboles centenarios, la Línea vivió uno de los episodios más tristes de su historia reciente. Un Policía Local de 46 años, Víctor Sánchez, casado y padre de dos hijos, fue atropellado persiguiendo a unos contrabandistas. Pertenecía a la Unidad de Respuesta Inmediata.
En otro lateral del parque, por la Avenida del Ejército, se llega al Instituto de Educación Secundaria Virgen de la Esperanza, un nombre con mucho significado. La educación es otro de los grandes dolores de cabeza de la zona.
Según diversos estudios, el absentismo escolar tanto en La Línea como en todo el Campo de Gibraltar pulveriza cualquier estadística, algo de lo que se aprovecha el narcotráfico y la promesa de dinero fácil.
«Hablamos de adolescentes sin preparación condenados a no encontrar empleo y que tarde o temprano son captados por esas redes que aprovechan precisamente esa falta de oportunidades», incide Mena. Este medio se ha puesto en contacto en repetidas ocasiones con el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento para conocer qué medidas se están implementando para mejorar el escenario, pero sin resultado.
La tarde avanza y el sol parece llegar con más fuerza. En una terraza, dos señores de avanzada edad comentan una noticia de plena actualidad: el posible cierre del acuerdo sobre el Peñón, el mismo que precisamente ahora se empeña en sombrear la claridad dominante. «Aquí la frontera ha hecho mucho daño, también en el asunto de los narcos», dice uno de ellos. «Yo me he acostumbrado a ver las colas para pasar al otro lado, pero ya es hora de que lleguen los cambios», remata el otro.