Gibraltar
Andalucía se harta de Albares y mueve ficha en Europa para pedir auxilio para el Campo de Gibraltar
El tiempo corre y el pesimismo se hace patente, donde todos temen que la comarca de Campo de Gibraltar vuelva a resultar la gran perjudicada
Pasan las semanas, el tiempo vuela y el nerviosismo del Gobierno central es proporcional al pesimismo entre el resto de protagonistas locales y autonómicos por las negociaciones con Gibraltar. La Junta de Andalucía es uno de los actores que se teme que los esfuerzos de José Manuel Albares y la diplomacia española sean en vano y piensa en alternativas, aunque sea a la desesperada.
El Ejecutivo del popular Juanma Moreno piensa en mover ficha tras hacerse efectivas las indisimuladas declaraciones del ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo. El gibraltareño no desaprovechó la oportunidad de exigir a España firmar ya un acuerdo, que no es otro que rubricar la propuesta emitida desde un primer momento por Londres. Mientras, las autoridades del Peñón siguen reclamando el pasaporte a los que a diario cruzan la Verja, a los que tratan más como «rehenes» que como trabajadores.
Escollos
Los controles fronterizos Schengen —que deben empezar a aplicarse a partir del 10 de noviembre— en el puerto y el aeropuerto del Peñón y la injusta fiscalidad siguen siendo los principales escollos en una negociación aparentemente encallada. España siempre reconoció que ambas cuestiones eran complejas, pero confiaba en hacer entrar en razón a las nuevas autoridades británicas tras la llegada de los laboristas al poder de Downing Street.
Las conversaciones se retomaron tras el verano sin signo alguno de avance. Aunque Albares sigue pretendiendo escudarse en la discreción, la poca información que aporta a los actores implicados cuando acude a verles hace pensar en lo peor.
Incapaz de hacer doblar el brazo a su homólogo, David Lammy, instalado en el bloqueo a cualquier propuesta de apertura, la discusión saltó al ámbito comunitario, convirtiendo a la UE en anfitrión de los últimos encuentros.
Londres lo tiene fácil y sólo asegura que salvaguarda los intereses de los gibraltareños, y para ello utiliza a Picardo, también presente en las negociaciones, como vocero de su postura. En otras palabras, asegurarse que ningún acuerdo que se alcance implicaría, a presente o futuro, el riesgo de que el pueblo de Gibraltar pase a estar bajo soberanía de otro Estado que no sea el Reino Unido. Una postura que choca con la realidad geopolítica tras el Brexit, que implica un encaje de bolillos aparentemente imposible.
Plan B en Bruselas
Los alcaldes de la comarca de Campo de Gibraltar, atados de pies y manos —no participan en las negociaciones y se han de conformar con la información que a cuenta gotas les suministra Exteriores— ya ven «altamente improbable» llegar a un pacto satisfactorio antes de ese 10 de noviembre, donde se vaticina un colapso en la Verja tras la implantación de los controles fronterizos. No en vano, Gibraltar ya utiliza este paso —contribuyendo a las colas— cada vez que quiere acelerar unas negociaciones que resulten cercanos a sus intereses.
Lo que quiero es que la gente pueda comer en el Campo de Gibraltar, que es el verdadero problema»Consejero de la Presidencia
En estas, Andalucía parece reservarse un último movimiento. El consejero de la Presidencia de la Junta, Antonio Sanz, ha incidido en reclamar a la Unión Europea «un plan B» para la comarca, más ahora que parece que no habrá firma de aquí a un mes.
En el transcurso de una comparecencia en comisión parlamentaria, Sanz ha apostado por lanzar una estrategia de auxilio alternativa auspiciada por Bruselas «si no se alcanza un acuerdo en las negociaciones entre la UE y Reino Unido por la situación del Peñón tras el 'Brexit'».
En esa línea, el consejero ha sostenido que «ha llegado la hora de dar el estatuto especial fiscal al Campo de Gibraltar», así como de «un fondo especial económico» para dicha comarca, y «ha llegado la hora de que Europa se plante ante el tema de los recursos medioambientales, de residuos, de relleno, de falta de depuración de agua».
«Ha llegado la hora de apostar de verdad por el Campo de Gibraltar», ha sentenciado el consejero de la Presidencia, que ha puntualizado que con sus declaraciones «llamaba al orden a la Unión Europea y pedía el esfuerzo al Gobierno de España», desde la premisa de que lo que él quiere «es que la gente pueda comer en el Campo de Gibraltar, que es el verdadero problema», ha subrayado.