Cadíz
Así era el astillero gaditano en el que se construyó el Elcano, el buque en el que navega la Princesa Leonor
El vasco Horacio Echevarrieta reflotó la industria naval en Cádiz, donde se botó el famoso buque-escuela hace casi un siglo
No hay un navío más emblemático en la Armada española. El Juan Sebastián de Elcano, de cuatro mástiles y 113 metros de eslora, es un clásico que, además, ha ganado popularidad singlando los mares como buque-escuela. Todos conocen la apariencia de este barco en el que se han formado tres generaciones de la Familia Real: Juan Carlos I realizó en él su instrucción en 1958; después lo haría su hijo, el actual Rey Felipe VI, en1987; y ahora la toca el turno a la Princesa Doña Leonor, que partió el domingo de Cádiz en el XCVII crucero de instrucción.
Cádiz es uno de los puertos más visitados por este bergantín-goleta que toma su nombre del español que circunnavegó la Tierra hace más de 500 años. Pero no es tan conocido el pasado netamente gaditano de Elcano. Fue en la ciudad andaluza donde se construyó y se botó hace un siglo, concretamente en las instalaciones de la compañía Echevarrieta y Larrinaga.
Un vasco en la Tacita de Plata
Nacido en Bilbao en 1870, el industrial Horacio Echevarrieta Maruri fundó los astilleros que llevan su nombre y que dan origen al actual Astilleros Españoles. Asociado con Larrinaga, en 1917 compraron los Astilleros Vea Murguía, de Cádiz. Para entonces, el capital vasco, cada vez más boyante, relevaba a una industria gaditana deprimida. Los socios construyeron navíos de todo tipo, pero el encargo más conocido, a la postre, ha sido el del Juan Sebastián de Elcano.
La construcción se autorizó en 1923 y el proyecto llevaba entonces el nombre de Minerva, por la diosa que figuraría en su mascarón de proa. Antes de comenzar su construcción, se cambió el nombre por Real Decreto para honrar al héroe de Guetaria. La quilla se colocó el día 21 de noviembre de 2025 y el barco fue botado el 5 de marzo de 1927, amadrinado por Carmen Primo de Rivera, hija del dictador. Lo estrenó Alfonso XIII en un viaje de Cádiz a Málaga y ya en 1928 pasó a la Armada.
El Juan Sebastián de Elcano costó ocho millones de pesetas y fue uno de los últimos trabajos del astillero Echevarrieta-Larrinaga antes de la crisis de 1929 que puso en jaque el negocio. Con todo, el astillero construyó submarinos para la industria alemana y navíos para Transmediterránea. A mediados de la Segunda República, la actividad se paraliza y no se retoma hasta 1941. La compañía Echevarrieta-Larrinaga seguiría vigente hasta 1952; después, en los años 60, la fusión de Compañía Euskalduna de Construcción Naval y Sociedad Española de Construcción Naval con la pública Astilleros de Cádiz daría como resultado Astilleros Españoles S.A. (AESA), germen de la actual compañía.
Echevarrieta, vasco como Elcano y, como él, vinculado a Cádiz por mar, ha caído en el olvido, a pesar de que en su época fue todo lo que se podía ser: diputado, banquero, magnate de medios, inventor, ingeniero, capitalista… En aquella época se le llegó a comparar con William Randolph Hearts, el Ciudadano Kane de Orson Welles. Con todo, su impulso al negocio naviero en un momento decisivo es historia de nuestra industria.