Retrato de Carlos Cuarteroni en "La Ilustración Española y Americana", de 1880

Retrato de Carlos Cuarteroni en «La Ilustración Española y Americana», de 1880

Cádiz

Quién fue Carlos Cuarteroni, el sacerdote gaditano que inspiró el mítico Sandokán de Salgari

La Catedral acogió una misa en el 145 aniversario de la muerte de este misionero y aventurero en Oriente

Al igual que Julio Verne, el gran maestro de la aventura y la ciencia ficción, la vida de Emilio Salgari fue corriente y aburguesada. Aunque estudió en el Real Instituto Técnico Naval «Paolo Sarpi», en Venecia, y se hacía llamar «capitán» pese a no haber terminado el ciclo, no recorrió el mundo ni militó en ninguna cuadrilla de piratas. Y, sin embargo, este hombre de vida azotada por desgracias familiares y problemas económicos, sí 'viajó' mucho en su cabeza y pobló la imaginación de millones de personas con sus historias orientales.

También como Verne, supo extraer de la realidad y de una minuciosa documentación la inspiración para obras tan míticas como «Los tigres de Mompracem» y sus diez secuelas, en las que dio a conocer al pirata Sandokán. Así lo presenta al inicio de este libro de 1883: «Era el jefe de los feroces piratas de Mompracem; era el hombre que hacía diez años ensangrentaba las costas de la Malasia; el hombre que libraba batallas terribles en todas partes; el hombre cuya audacia y valor indómito le valieron el sobrenombre de Tigre de la Malasia».

La inspiración para este príncipe de Borneo destronado y obligado a piratear por las costas malayas la encontró en un gaditano de raíces italianas, un sacerdote y aventurero cuya vida realmente emparenta con la leyenda. Ese hombre es Carlos Cuarteroni, a quien se rindió ayer jueves homenaje en la Catedral de Cádiz con motivo del 145 aniversario de su fallecimiento. Una misa y una ofrenda floral ante su tumba recordaron a este simpar personaje que fue marino, comerciante, cartógrafo, prefecto apostólico en Borneo y liberador de esclavos, entre tantas otras cosas novelescas.

Un marino precoz

Cuarteroni, nacido en 1816, ya estaba en la mar y en Oriente con solo 13 años. Hijos del comerciante italiano Giovanni Cuarteroni y de la sanluqueña Ramona Fernández, sobresalió en los estudios náuticos en Cádiz y antes de sus 25 años ya había viajado numerosas veces por mares lejanos y puertos exóticos: Filipinas, Hong Kong, Singapur, Cantón... Hablaba numerosos idiomas y dialectos de estas zonas, del tagalo y el bisayo al malayo.

Después de dedicarse a románticas empresas privadas -de la perla y el carey a la cartografía marítima-, comenzó su carrera de libertador de esclavos. Gastó una fortuna para comprar la vida de esclavos cristianos a los piratas malayos y, tras hacerse monje trinitario, logró que el Papa le nombrara prefecto apostólico de Labuán y Borneo, en 1857. Como misionero en tierras hostiles para los católicos, dejó una enorme huella. Regresó a Cádiz extenuado para morir en 1880.

Cuarteroni, redescubierto

Su cuerpo sigue en la cripta de la Catedral gaditana y durante décadas el nombre de Cuarteroni ha pasado desapercibido. En los últimos años, los expertos han logrado identificar la deuda de Emilio Salgari con la vida de este sacerdote aventurero. Por fin su figura ha emergido de la bruma de los tiempos, trayendo al presente una biografía de irresistible exotismo.