Málaga
La ayuda invisible de Hakuna a las víctimas de Valencia: 24 horas de adoración alrededor del mundo
«Uno se da cuenta de que la vida es mucho más grande que uno mismo, de que existe el verdadero sufrimiento y corre a ayudar y a darse»
Valencia continúa intentando salir del profundo lodazal al que le ha condenado la última gota fría. Pueblos arrasados, familias destrozadas, negocios arruinados y una sensación de abandono y rabia que solo la solidaridad del pueblo parece capaz de aliviar.
Sin embargo, aunque la ayuda material siempre es la más urgente y nunca sobran manos para empuñar una escoba y despejar los caminos, lo cierto es que existen estos días otros voluntarios, silenciosos e invisibles, que también aportan su granito de arena para tratar de paliar los efectos de esta terrible catástrofe.
La familia eucarística de Hakuna ha convocado, a través de sus redes sociales, la celebración en diferentes ciudades del mundo de 24 horas de adoración por las víctimas de la DANA; Málaga ha sido una de ellas. La iglesia de San Agustín, en pleno centro histórico de la capital, es el lugar donde estos jóvenes se reúnen todos los jueves para su famosa ‘Hora Santa’ y, por ello, ha sido el templo elegido para esta ocasión tan especial.
«Las 24 horas empezaron con la ‘Hora Santa’ a las nueve de la noche y la iglesia estaba a reventar, había gente hasta en el suelo», comenta Tess, una de las jóvenes que participó en la vigilia. «Al final la oración lo sostiene todo y es increíble que ya no solo en toda España, sino en todo el mundo podamos unirnos a las víctimas, familiares y todos los afectados, aunque estemos lejos o no tengamos la oportunidad de ir físicamente a ayudar», explica.
Además de Málaga, las ciudades de Granada, Sevilla, Berlín y la mexicana Chihuahua se han unido de manera simultánea a este rezo ininterrumpido, que finalizó a las 21:00 horas del viernes sin que en ningún momento los templos quedaran desiertos.
«Nos organizamos en turnos para que el Santísimo no se quede solo en ningún momento, pero la gente puede venir de manera libre y espontánea, siempre serán bien recibidos», asegura Maca Torres, responsable de comunicación de Hakuna. Yecla y Toledo fueron las siguientes en sumarse y no descartan nuevas convocatorias.
El «peor turno», el más duro, es el que comprende las horas centrales de la madrugada, entre las 03:00 y 06:00, pero incluso en esos momentos no han desfallecido. «Una amiga mía no se apuntó hasta el último momento para venir en las horas en las que no hubiese nadie y se ha acercado sola a las cuatro de la mañana en su bicicleta», cuenta Tess. «También otro amigo, que acaba de ser padre por segunda vez, ha llegado a las tres para cubrir esos turnos donde hay más sueño y cuesta más».
«Fue muy bonito ver cómo, a pesar de ser la una o las dos de la mañana, cada uno estaba ahí, acompañando al Señor y sacando fuerzas para cantarle», confiesa.
Lejos del foco mediático
Javier es otro de los ‘pringados’, como se autodenominan, que estuvo hasta bien entrada la madrugada y a las 10:00 volvía al pie del cañón. «Esto se ha hecho por cada persona, por cada hogar, por cada familia que está sufriendo, para darles un poco de esperanza desde otro ámbito que no es el físico», sostiene.
Y es que su ayuda, su solidaridad y su aportación es invisible. «Esto es algo que no se va a poder materializar, nadie se va a dar cuenta de esto que estamos haciendo, pero estamos acostumbrados», explica Javier. «En Hakuna trabajamos en lo escondido, no nos hacemos visibles en este aspecto. Lo vistoso y lo mediático sería ir a Valencia, hacer una ‘Hora Santa’ en un pueblo arrasado, rodeados de barro, las fotos, la exposición… Pero realmente no queremos que se nos vea, sino que sea de verdad lo que hacemos, eso es lo verdaderamente importante», asegura.
Tanto para Tess como para Javier, esta ha sido una experiencia enriquecedora por la que se sienten profundamente agradecidos y motivados a seguir ayudando a su manera. «Solo el amor y el sufrimiento mueve a las personas y hace que salgan fuera de sí, haciendo que todos ayudemos de todas las formas posibles, ya sea donando, yendo de voluntarios, rezando… Uno se da cuenta de que la vida es mucho más grande que uno mismo, de que existe el verdadero sufrimiento, y corre a ayudar y a darse».